Julia Sáez-Angulo
01.07.10 .- Es un artista que ha pintado como nadie el mar y los faros de toda la península ibérica. Una serie que dio mucho que hablar y que escribir. El pintor Eduardo Sanz (Santander, 1948) bebió el mar en las retinas desde su nacimiento y no se ha separado de él aunque resida en el corazón de la meseta. Recientemente, el artista ha expuesto sus últimos trabajos “Homenaje a Hokusai Katsushira” en las galerías Juan Gris y Rayuela de Madrid.
Hokusai (Edo. Japón, 1760-1849) fue pintor y grabador del período Edo, adscrito a la escuela Ukiyo-e de pintura japonesa. Acuñó el término manga en 1814. Pintor y grabador, también conocido por los diversos nombres que utilizó a lo largo de su carrera profesional, Shunro, Sori, Kako, Taito, Gakyonjin, Iitsu y Manji. Se dice de Hokusai que hizo más de treinta mil dibujos y que ilustró quinientos volúmenes.
El artista japonés tuvo empeño hasta el final de su vida para representar el monte Fuji una y mil veces, como hiciera Cezanne con la montaña de Saint Victoire en la Provenza francesa. Harukami es célebre por su autoría de “La gran ola”, obra que emparienta muy de cerca con el trabajo del santanderino Eduardo Sanz.
El Cantábrico es demasiado poderoso para olvidarlo y sus olas se hacen protagonistas rotundas en los cuadros de Eduardo Sanz, hasta hacerse visiones casi abstractas de azules, verdes, grises y blancos, siguiendo el pulso cromático del mar que refleja el cielo. Y ese mar lo ha recreado Eduardo San con la bravura y la cercanía que le caracteriza.
Pero en esta última muestra, ha sido el célebre japonés monte Fuji el que ha cobrado protagonismo junto al mar y la niebla en muchos de sus cuadros, así como las olas de Kanazawa. Los guiños al manga no se hacen esperar en un cuadro titulado “Hokusai y Eduardo”. Hermoso el cuadro titulado “Rayo y temporal” o “Fuji en erupción”.
La iconografía habitual del pintor se rompe en el cuadro titulado “Hacia el Fuji”, un cuadrado de 100 x 100 cm, pintura sobre lienzo, que representa a una multitud de viajeros peregrinos al Fuji, resuelto en un sin fin de pequeñas figuras humanas con túnicas de diversos colores, en una composición de ritmo ágil y alegre.
Pocas veces dos artistas como Hokusai y Eduardo Sanz podrían estar más relacionados, por eso el homenaje de uno al otro cobra un sentido de ritual perfecto, de continuidad sin solución alguna, de guiño y de reconocimiento, de referencia plástica concreta dentro de ese gran cordón umbilical que es la Historia del Arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario