lunes, 20 de diciembre de 2010

Miguel Ángel Ropero, pintor de "Unas cuantas estancias"




“Unas cuantas estancias”
Miguel Ángel Ropero
Sala Amós Salvador
Cultural Rioja
Logroño, 2010-12-20




Julia Sáez-Angulo



Hombre consagrado a la pintura, con el paréntesis de varios años en la política como director general de Cultura de La Rioja, Miguel Ángel Ropero, expone sus últimos trabajos, junto a la etapa anterior, en una gran muestra en la sala Amos Salvador de Logroño.

El título “Unas cuantas estancias” acoge los siguientes apartados: los Heterogéneos; Contrarretablo (o “Camino” de perdedores); Las Ninfas; Suite Cinema (¡Que viva el cine!) Cuatro frisos del cinematógrafo; Bacanal; Los Encuentros (Veermer-Hopper) y La Cripta Habitada.

El texto del catálogo se abre con una cita de Woody Allen: “El trabajo es una invasión de nuestra privacidad”, en él Santiago Vivanco, director general de la Fundación y Museo de la Cultura de Vino Dinastía Vivanco, quien recuerda la trayectoria de gestor cultural y político, además de artista de Miguel Ángel Ropero.

“Ropero cinéfilo, Ropero luchador, Ropero amigo, Ropero entrañable, Ropero que “dialoga” sin tapujos de su perrita Luna, Ropero escritor, Ropero ilustrador, Ropero melómano, Ropero padre y esposo, Ropero trasgresor, Ropero gozador, Ropero existencialista, en definitiva, Ropero ser humano”, escribe Santiago Vivanco.

Para Ropero, la carrera de un pintor se va abriendo como una sucesión de estancias con puertas cerradas. “La tarea del artista consiste en ir abriéndolas una por una y en asomarse a las estancias que hay tras ellas. Pintores hay que se desinteresan por los contenidos de las que abren en primer lugar y regresan al pasillo para continuar su recorrido e investigar tras otras puertas hasta dar con la estancia que les está destinada, afirma.
El artista habla de los que se quedan en la primera estancia que les ofrece huéspedes ilustres, bellas mujeres, flores, frutas, decoraciones suntuosas... y deciden quedarse allí. A partir de aquí comienzan las estancias particulares de Ropero, donde abundan las figuras, particularmente femeninas, con escenas oníricas y fragmentaciones superpuestas en un dominio equilibrado del espacio.


De lo místico y lo profano


Junto a figuras amorosas, algunas místicas como el “Refectorio” de 1984 de gran sugerencia y belleza. Las escenas de género son también interesantes como esos cuadros titulados “Compasión” o “Ultreya, con figuras muy volumétricas que rezuman cierto miserabilismo.

El erotismo tiene una parte muy presente en la pintura de Ropero, con desnudos que no escatiman la representación del pubis de la mujer o los abrazos intensos de los amantes. La serie titulada “Bacanal” es también elocuente al respecto y habla de una faceta muy acendrada en el arte de este pintor riojano, igualmente interesado por el cine al que dedica un homenaje en sus cuadros. “La cripta habitada” es la última serie, en mi opinión la más sugerente, en la que el pintor se torna metafísico y nos ofrece utopías o no-lugares de embeleso, fruto de su imaginación.
Pintura al óleo o técnica mixta, con un colorido rico en paleta y fragmentado por una hermosa y parcelada geometría.

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