Julia Sáez-Angulo
La Fundación Otero Herrera, especializada en arte latinoamericano ha llevado a cabo una interesante exposición con los fondos de sus colecciones en la Universidad de Málaga, provincia en la que está situada. Una muestra hermosa a la que sólo hay que ponerle una objeción: sólo un nombre de mujer, lo que la hacía coja e incompleta. Un fallo a subsanar en el futuro, máxime cuando los nombres femeninos cuentan mucho hoy en el circuito de las artes plásticas y visuales.
“Arte Vivo” se denominaba esta exposición en la que participaban los nombres de Rodolfo Abularach (Guatemala, 1933); Pedro Alcántara (Colombia, 1942); Luis Caballero (Colombia, 1943- 1995); Miguel Ángel Carini (Argentina, 1948); José Luís Cuevas (México, 1934); Alberto Dávila (Perú, 1912 – 1988); Ever Fonseca (Cuba, 1938); Enrique Grau (Colombia, 1920 – 2004); Manuel Hernández (Colombia, 1928); Darío Jiménez (Colombia, 1919 – 1980); Wifredo Lam (Cuba, 1902 – 1982); Armando Morales (Nicaragua, 1927); Darío Morales, (Colombia, 1944 - 1988); Luís Moscoso (Ecuador, 1915); Edgard Negret (Colombia, 1920); Alejandro Obregón (Barcelona. España, 1920 – Colombia, 1992); Miguel Ocampo (Argentina, 1922); René Portocarrero (Cuba, 1912 -1985); Eduardo Ramírez Villamizar (Colombia, 1923 – 2004); Domingo Ramos (Cuba, 1897 – 1957); Omar Rayo (Colombia, 1928 -2010); Emma Reyes (Colombia, 1919); Leopoldo Richter (Alemania, 1896 –Colombia, 1984); Carlos Rojas (Colombia, 1933 – 1997); Elmar Rojas (Guatemala, 1937) y Hermann Schmidlin (Chile, 1965).
La colección adolece de mayor número de artistas de Colombia, lo que se explica porque su creador es de aquel país. Camilo Otero Herrera, director de la exposición explica el criterio seleccionador de la muestra: “Pretendimos establecer un juego con los elementos que componían las obras, con el trasfondo de su historia y su producción. Estábamos seleccionando piezas de un rompecabezas, instrumentos con los que posteriormente teníamos que contar una historia, armar un relato. Este tenía dos elementos principales: El Ser Humano y el Espacio”.
Arte ligado al contexto socio-político
Para Otero Herrera, “las artes en América Latina han estado íntimamente ligadas a su contexto social, histórico y político, así como a un legado ancestral que puede rastrearse hasta los comienzos de los primeros pobladores del continente. Uno de los rasgos principales de los que José Martí llamó “Nuestra América Mestiza” es precisamente la mezcla de tres grandes bloques étnicos, que desde hace más de cinco años comenzaron a convivir: las comunidades amerindias, nativas de las distintas regiones del continente, los conquistadores europeos y las migraciones forzadas del África negra”.
“Fue a mediados del siglo XIX que la búsqueda identitaria americana tomó un rumbo distinto al que llevaba (...) Fueron el siglo XX y sus revoluciones”, los que consiguieron despertar e impulsar la necesidad de encontrar una identidad propia, mostrando un modo particular de estar en el mundo”, continua Otero Herrera, que se explaya en algunos movimientos como el muralismo mexicano.
“Si Botero es mundialmente conocido por sus volúmenes desorbitados y el retrato irónico de una sociedad llena de tabúes y doble moral, Wifredo Lam lo ha sido por ofrecernos un mundo mitológico lleno de mujeres caballo o guerreros con cabeza de pájaro, en el que el barroquismo y la festividad de su “Jungla”, dan fe de la imaginación desbordante del Caribe”, añade el director de la Fundación.
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