miércoles, 16 de febrero de 2011

Rubén Darío, Antología poética en “Una sed de ilusiones infinitas”



“Una sed de ilusiones infinita”
Antología de Rubén Darío
Selección, Luís Muñoz
Ilustraciones, Mariona Cabasse
Editorial Edelvives
Barcelona, 2010




Julia Sáez-Angulo

“Un poeta muy antiguo y muy moderno” titula el estudio preliminar del libro antológico “Una sed de ilusiones infinita”, sobre la poesía del gran vate latinoamericano Rubén Darío, que con su trabajo literario renovó notablemente la lírica en lengua castellana. “Sus poemas estaban llenos de las cosas que había visto, oído o imaginado. Hablaba de lo que tenía cerca...”

Rubén Darío (Metapa, Nicaragua, 1867) empezó a escribir poemas siendo un niño y con ellos deslumbró a sus amigos y vecinos por la música y la belleza de sus palabras. Fue un poeta preciosista, que supo insertarse en el modernismo como un primer nombre. Fue cabeza de fila, que tuvo sus diferencias verbales con el escritor Ramón María del Valle Inclán, ambos dos grandes del español.

El poeta nicaragüense estuvo en América y en Europa. “Vivió durante algún tiempo en España donde fue amigo de otros poetas más jóvenes que él, como Antonio Machad y Juan Ramón Jiménez, a los que admiró y animó a seguir escribiendo”, se recuerda en esta hermosa antología de tapas duras que son la mejor protección del libro.

Los títulos más célebres de Rubén Darío son “Azul”, “Prosas profanas” y Cantos de vida y esperanza”, todos ellos cristalizan el perfume y la estética de su época. El poeta era enamoradizo y sus versos iban dirigidos a niñas y mujeres bellas. Novias, conocimientos intensos o fugaces despertaron su vena poética para bien de la literatura y sus lectores.


A las niñas y mujeres


“En invernales horas, mirad a Carolina./ Medio apelotonada, descansa en el sillón,/ envuelta en su abrigo de marta cibelina/ y no lejos del fuego que brilla en el salón”, dice el poeta en el primer cuarteto de un soneto que pinta una visión burguesa de la vida cotidiana. La resonancia de los versos de Rubén ha hecho que sus rimas se aprendieran por muchos escolares y se recitaran en voz alta.

El poema dedicado a Margarita Debayle dice: “Margarita, está linda la mar,/ y el viento/ lleva esencia de sutil azahar; yo siento / en el alma una alondra cantar: tu acento. Margarita, te voy a contar un cuento”. Otro de sus poemas se titula “Balada de la bella niña del Brasil”.

El nicaragüense ha escrito poemas muy singulares como “El soneto de trece versos”, “Amo, amas”, “La bailarina de los pies desnudos”, “Canción de otoño en primavera”, “La tortuga de oro camina por la alfombra”...

Como los broches modernistas de libélulas y mariposas, Rubén escribió varios poemas dedicados a animales. Más relieve cobran los retratos a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Campoamor, Verlaine, Walt Whitman, Goya, Leconte de Lisle, Gonzalo de Berceo y otros.

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