viernes, 9 de diciembre de 2011

El pintor Manuel Ortega, autor de las vidrieras de la Almudena, cumple 90 años


Julia Sáez-Angulo


        El pintor madrileño Manuel Ortega y Pérez de Monforte (Madrid, 1921) ha cumplido 90 años el pasado 8 de diciembre. En plena actividad profesional, su redondo cumpleaños le ha pillado pintando un cuadro sobre fútbol. El artista declara que pintar ha sido su vocación y su destino y que ha disfrutado haciéndolo.

         “Cada cuadro hay que planteárselo como algo nuevo, como una invención arriesgada. La verdadera pintura es siempre riesgo, aunque a uno le acompañe la experiencia. El día que un pintor se abandona y se acoge a las fórmulas sabidas, solo “fabricará” cuadros muertos, cada día más perfectos pero muertos. La pintura es indagación y riesgo”, repite Manuel Ortega, que estudió en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

        No lleva cuenta de los cuadros que ha pintado porque es un artista trabajador y poco dado a las fichas y archivos. “Mis cuadros están firmados y cuando salen del estudio vuelan a instituciones o coleccionistas particulares y acabo por perderles la pista. Cuando me encuentro con alguno de ellos y me asombra o me gusta porque resite el paso del tiempo y me parece que está bien hecho, me llevo una gran alegría”, declara el autor.

Ganó el concurso internacional de vidrieras en la catedral de la Almudena

         Manuel Ortega se dedicó a pintar murales durante las décadas de los 60 a los 80, por lo que dejó de exponer en galerías como hasta entonces que lo había hecho en la galería Biosca. “Esto hizo que mi nombre quedara un poco olvidado, aunque no me arrepiento de ello, porque hice numerosos murales al fresco, cerámicos o vidrieras de hormigón en diversas iglesias y seminarios, hoteles o urbanizaciones. “El Cristo de las Victorias” en Madrid, pienso que es mi obra maestra.

         Dice que de la obra que se siente más satisfecho por haberla visto recientemente en la virgen de Nuestra Señora de Europa, para un colegio madrileño. “Es una escultura de hormigón y vidrio para tapar una chimenea y del resultado estoy muy satisfecho. Hacía tiempo que no la había visto hasta su reciente restauración”, explica.
Ortega ganó el concurso internacional de vidrieras de la catedral de la Almudena, si bien a última hora, el obispo levantó las que había hecho en el ábside para que las hiciera Kiko Argüello, neobizantinas y copia de otras llevadas a cabo en Santo Domingo. Este contencioso con el obispado le afectó sobremanera. Sus vitrinas del ábside figuran hoy en los fondos del Museo de la catedral. Felizmente pueden contemplarse las de las naves laterales de una gran modernidad y belleza.

        Velázquez es para Manuel Ortega el “mejor pintor de la Historia del Arte, a kilómetros de Rembrandt que también es bueno. Sólo él sabe pintar porque construye por colores, sin necesidad de dibujar; tiene la armonía de la composición en la mente, los ojos y la mano antes de ponerse al cuadro. Pinta el aire porque domina con arte y maestría cada centímetro del cuadro. Sus obras están llenas de vida, color y calor, peso y movimiento. Sus pinceladas son limpias. Nadie está a su altura en la pintura”.

        Para Ortega, “el retrato es la piedra de toque en la pintura, donde el artista se enfrenta no sólo al parecido con el modelo, que se puede sacar de una foto, sino a las sensaciones que éste transmite mientras posa o habla con el pintor, lo que lleva a plasmar su personalidad. Un buen retrato atrapa el ser de una persona”.

        El artista, ahora nonagenario, ha pintado también series pictóricas sobre deportes, la movida madrileña, tauromaquias y otros tenas.

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