LUIS JAVIER GAYÁ
Julia Sáez-Angulo
07. 01. 12 .- Madrid .- Refinado pintor con la sabiduría de Italia, Luis Javier Gayá (Madrid, 1962) prepara una larga serie de dibujos y cuadros para la Fundación que tiene su sede en el monasterio de San Pelayo de Cerrato, en el pequeño pueblo de Cívico Navero en la provincia de Palencia.
La Historia cuenta que en 934 Oveco Díaz y su esposa Gutina, vecinos de Castrillo de Don Juan, donan al abad Pedro y a sus monjes la heredad de Valdeavellano. En 1145, bajo la protección de Alfonso VII, pasa a los canónigos regulares de san Agustín y en 1156 o 1159 a los Premostratenses. Fue filial del Monasterio de La Vid (Burgos).
La escritura más antigua que se posee es una carta testamentaria que perteneció al archivo del monasterio. En ella se dice que en la era 972, es decir, en el año 934, reinando el príncipe Ramiro II (931-951) y siendo conde de Castilla Fredenandus, (Fernán González), Oveco Díaz y su esposa Gutina junto con sus hijos donan al abad del monasterio de San Pelayo, Pedro, en remisión de sus pecados, unas tierras que se extienden hasta Cevico.
Con la Desamortización de Mendizábal el edificio quedó abandonado y en progresiva ruina. A pesar de haber sido declarado como Bien de Interés Cultural el colapso de su techumbre y el expolio al que se ha visto sujeto, obligaron a incluir a este monumento en la Lista roja de patrimonio en peligro.
Una rehabilitación ambiciosa
Un proyecto ambicioso del empresario Juan Manuel García de la Serna en por de las artes, la Fundación Siro sita en el citado monasterio, ha solicitado la participación del pintor madrileño, que ha tomado dibujos y apuntes en la laboriosa restauración del monasterio, que está sacando a luz su claustro y pilastras medievales.
En el año 2007 se dio el visto bueno al proyecto de rehabilitación del Monasterio, promovido por la Fundación Siro, para darle un uso social y cultural. La recuperación consistirá en la habilitación de dos viviendas para guardeses y vigilantes del conjunto y la adecuación de distintos espacios para uso de la fundación, como un vestíbulo de entrada, la bodega, sala de exposiciones, sala de acogida y recepción de huéspedes. También se construirá un comedor-refectorio con su cocina y oficios correspondientes, sala de reuniones y una biblioteca institucional, además de los despachos y oficinas propias de la fundación.
Además, está previsto acondicionar en la planta alta una zona de alojamiento con dieciséis dormitorios para acoger a los grupos de trabajo, pintores, científicos, pensadores y músicos que concurran a los encuentros formativos previstos en el antiguo monasterio, así como una zona de residencia privada para los fundadores. Las actuaciones proyectadas por la Fundación Siro, ordenarán los espacios resultantes en torno a los dos patios.
A Luis Javier Gayá, después de su paso por Venecia con la beca Fortuny y por la Academia de España en Roma, le ha quedado el gusto por la poética de la ruina, como amaba Miguel Ángel Buonaroti; el hecho de haber cursado dos años de Arquitectura le facilita la tarea de dibujar los foros imperiales o los sillares de los palacios romanos o venecianos.
Por indicación de la Fundación Siro, Gayá quiere está realizando numerosos dibujos sobre el proceso de restauración de monasterio, así como una quince cuadros en técnica mixta de óleo y resina alquídica, de entre los que se va a seleccionar uno para llevarlo al gran formato (200 x 200 cm.). Un gran reto para el que el pintor está consagrando todo su tiempo.
Ganador del premio Reina Sofía en el LXII Salón de Otoño de Madrid, Luis Javier Gayá, confiesa su dedicación a la docencia en la Fundación Dalma, “un día a la semana, que está resultando gratificante”. Sus alumnos van a exponer en el espacio del Jardín Tropical de la madrileña estación de Atocha el próximo mes de enero.
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