L.M.A.
El pintor hispano/venezolano Pedro Sandoval (Caracas, 1966) ha sido distinguido como Mejor Pintor de la Feria Art Madrid 2012. El artista, residente en Madrid desde hace dos décadas, expone ocho de sus obras abstractas en el stand de la galería Victor i Fills. La Feria Art Madrid se clausura el próximo domingo, día 19, por la tarde.
En el catálogo “Malerei/ Paintings 2005 – 2011”, Darío Tobes, historiador de Arte, escribe: “Los procesos creativos en la sociedad contemporánea parten de continuas relecturas, reinterpretaciones sobre lo ya hecho en un contexto globalizado que facilita estas prácticas gracias a las múltiples vías de comunicación y de acceso a la información.
Esta época se caracteriza por el continuo desplazamiento y la apropiación colectiva en un tiempo sin fronteras, donde las identidades se abren y se dejan invadir por el ilimitado acceso a las diferentes culturas y fuentes de conocimiento, enlazándose unas con otras hasta llegar a lo que se denominan culturas híbridas (1).
Con este espíritu surge la figura de Pedro Sandoval, abanderado de un género que una vez más encuentra su digno renovador. Sin embargo, sería equivocado pensar que su revolución es únicamente visual, ya que sus procesos teóricos e intelectuales definen los parámetros del creador de última generación.
Nicolás Bourriaud destaca cómo estos artistas llevan los principios esenciales a partir de los cuales podría volver a construirse la modernidad: “Principios que podríamos enumerar: el presente, la experimentación, lo relativo, lo fluido… un relativismo generalizado, un comparatismo crítico” (2).
El título de la serie producida entre 2009 y 2010, “Google Monet Universe”, representa el ejemplo más ilustrativo de esta nueva modernidad. En ella podemos observar cómo el pintor se apoya sin complejos en sus referentes –ya pasados o presentes–, los decodifica y los vuelve a ubicar en un imaginario embebido por el influjo de nuestro tiempo.
Una vida en tránsito
Esta táctica de apropiación se puede apreciar desde el inicio de su carrera, como si se tratara de una condición innata cuyo punto de partida nos traslada a su Venezuela natal.
Durante 2001 la situación por la que atraviesa el país, sumada al irrefrenable deseo por “contaminar” su campo creativo, sumergen al artista en un viaje de no retorno cuya cartografía marca el inicio de estas nuevas fórmulas pictóricas.
La serie “Masada” de finales de los 90, los bodegones o las obras sobre la tauromaquia en el año 2000 constituyen etapas prematuras –aún figurativas– que marcan el preludio de este viaje. Procesos sujetos a la figuración, pero que ya transitan por un lenguaje interior que delata esa lucha por liberarse de una mímesis que limitaba la exploración de su propio imaginario.
Tanto estas escenas taurinas como la figuración “Masada” o los bodegones, son hoy documentos únicos que nos permiten apreciar la progresiva defragmentación de las formas y su evolución en el estudio de la volumetría, las texturas o los planos de color, al servicio de una simbología personal.
Esta evolución que invitamos a contrastar en el presente catálogo, demuestra cómo el punto de partida de Pedro Sandoval tuvo su anclaje en un academicismo, del que se emanciparía para buscar su propio camino lejos de los parámetros marcados por lo objetual, pasando de representar la naturaleza a plasmar sus percepciones sobre la misma mediante la incorporación de conceptos asumidos en latitudes dispares.
De cualquier modo no debemos pensar que Pedro Sandoval renunció a establecer una comunicación de igual a igual con el observador. Filtrar la realidad a través de la propia percepción puede resultar a priori excluyente, pero en este caso el impacto visual, el uso de recursos semióticos aún reconocibles, y la evocación figurativa tras un lento proceso de desconfiguración, dan como resultado obras abiertas a infinitas interpretaciones en función de los vínculos vitales establecidos con el observador.
Sus pinturas, cargadas con este fuerte carácter participativo (3), se han moldeado a partir de la continua absorción de conceptos, en una suerte de resiliencia donde cada insignificante acontecimiento se convierte en un instrumento útil para el aprendizaje.
Así, su estancia en Suiza colaborando en el taller de Baselitz, su paso por EEUU -de donde surgirán homenajes a Cy Twombly o De Kooning-, sus escapadas a Berlín y aquellas interminables sesiones de trabajo en su taller de Madrid, han convertido a Sandoval en el paradigma del artista radicante, cuya trayectoria configura un estilo de identidades múltiples. Gestando de esta manera un nuevo tipo de flaneur donde el intercambio de experiencias conforma un modo de expresión en continuo proceso.
La virtud de lo pretérito
A pesar de estos hábitos propios de la creación contemporánea, Sandoval conserva un férreo anclaje en la tradición pictórica más elemental. Autodefinido trabajador de la pintura, es sobre todo un artesano de las técnicas artísticas.
En consecuencia su obra se hace netamente experiencial y sólo puede ser apreciada a partir de la confrontación cara a cara con esos volúmenes escultóricos que una y otra vez desafían las leyes del registro bidimensional.
En una era donde lo virtual parecía haber ganado definitivamente la partida, el artista reclama una vuelta al arte más primario, recuperando otros modos de vivir la estética que parecían ya descartados. En este sentido las referencias a los grandes maestros del pasado se suceden una tras otra, reflejándose en su obra sin complejos.
Cada pieza pictórica contiene una lección de historia del arte. Empezando por el primitivismo más puro en forma de chamanes, cíclopes, constelaciones (2008-2009) y un bestiario -las citadas tauromaquias- cuyo tratamiento nos remite a la pintura rupestre (4).
Esta mirada hacia nuestros orígenes más remotos incluye la representación de sublimes parajes testigos de nuestra evolución, como la misma tierra de Masada en Israel o su serie “África” (2004-2006). Paisajes que interpretará con un particular romanticismo al estilo del “Le Gran Tour”.
Pero por encima de estas tendencias se impondrá el filtro de la abstracción en todas sus vertientes; desde los pioneros Wassily Kandinsky o Piet Mondrian, pasando por los lienzos expandidos “all over” de Clyfford Still o el “action painting” de Jackson Pollock.
Aquellas corrientes que erigieron nuestro Universo visual se acumulan, se superponen y se mezclan con una energía descontrolada en la paleta del artista, desechando cualquier orden cronológico o estilístico en un absorbente juego que Fernando Castro Flórez califica de “canibalismo cultural” (5). Donde la actitud fagocitadora hacia cualquier influencia genera identidades renovadas -que no sumisas hacia ninguna de ellas-.
He aquí entonces lo más apasionante en la filosofía de Pedro Sandoval: ese juego descrito de equilibrios entre la praxis tradicional y una conducta nómade, cuyo choque genera una pintura aparentemente libre e informal pero ejecutada bajo una estricta disciplina.
De este modo ha logrado aquello que a lo largo de la historia del arte diferenció a los más grandes, al inventar un lenguaje en sintonía con la idea de artista del siglo XXI. Un lenguaje de código abierto que se expande y se enriquece inagotablemente, dejando a sus seguidores con la eterna incertidumbre de su próxima actualización.
Notas
1. culturas hibridas
nestor garcia canclini.
isbn 9789700505626
isbn 9789700505626
2. radicante
nicolas bourriaud, adriana hidalgo editora, 2009
isbn 9788493714062
isbn 9788493714062
3. texto. la fruición pictórica de pedro sandoval
perán erminy
4. texto. pedro sandoval, fiesta taurina 2002
adolfo wilson
adolfo wilson
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