Cristóbal Colón, Una
breve historia por Juan Ramón Gómez en Nowtilus.
Julia Sáez-Angulo
Al igual que Homero, la discusión sobre la cuna de Cristóbal
Colón es infinita y ha llevado ríos de tinta. Unos sostienen que nació en Génova,
otros en Mallorca, otros en Galicia… Lo cierto es que el personaje de Cristóbal
Colón c. 1436-56 – Valladolid, 1506) no deja de despertar interés por la gran
hazaña de su descubrimiento de América para la Corona de Castilla. Juan ramón
Gómez ha escrito “Breve historia de Cristóbal Colón”, publicada por la
editorial Nowtilus.
Los capítulos del libro hablan de El despertar de Occidente;
La España de los Reyes Católicos; Larga espera en Castilla; El primer viaje;
Segunda expedición; El desastre de Navidad; Los dos últimos viajes; Los restos
de Colón; Los hijos del almirante; Los progresos tecnológicos, y Leyendas, bulos
y algunas certezas.
Al
libro se añade bibliografía y una búsqueda de Internet.
El navegante agudo y sagaz que quiso ir a la Indias por otra
ruta acabó descubriendo un nuevo continente que se incorporó a la civilización
occidental. Colón fue un personaje misterioso, con lados ocultos en su
trayectoria joven. Muchos dan por hecho que era judío y esto lo escondió; que
estuvo en la célebre escuela de Sagres, donde la navegación era objeto de
conocimiento.
Los Reyes Católicos, más exactamente Isabel I de
Castilla, ayudaron a Colón en la empresa
de la nueva ruta de las especias que le llevaron al Nuevo Mundo. Frente a la
navegación de cabotaje de los portugueses, el almirante Colón propone a
Castilla una nueva travesía que acorte a través del océano. Él llegó y
convenció, logró el patrocinio de los Reyes Católicos.
De todas estas cuestiones da cuenta la “Breve historia de
Cristóbal Colón” de Juan Ramón Gómez, que llega hasta su herencia para sus
hijos Diego y Hernando. El primero no estuvo bien dotado para el gobierno de
las Indias como mostró su padre el almirante. El segundo, don Herando fue un
hombre culto, erudito, cosmógrafo, con una biblioteca de más de quince mil
volúmenes y que mereció el reconocimiento del emperador Carlos V.
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