Juana Pericás Bisbal
nació en Palma de Mallorca en 1924 y reside en Madrid. Es licenciada en
Filosofía y Letras, especialidad de
Filología Clásica y ha estudiado Periodismo. estudió en la Universidad de
Barcelona, donde coincidió con el que
sería el gran profesor y erudito Sebastián Mariner Bigorra. Fueron buenos
amigos. Juana ha ejercido la docencia en
la Universidad Complutense de Madrid.
Mujer cosmopolita ha
viajado mucho y se desenvuelve muy bien en francés e inglés, además de castellano y mallorquín.
También ante el piano y la cocina. Tuvo cuatro hijos a los que contó estos
cuentos ante las figuras del belén y ahora tiene ocho nietos, a los que también
se los cuenta. Todos han crecido con el mismo imaginario. La autora sabe que la
narración oral viene de Oriente, pero la letra impresa afianza lo narrado. En todo caso, los Cuentos junto al Belén los
mecanografió en su día y figuran en un álbum, tamaño octavilla, junto a las
fotos en blanco y negro de las figuras del belén familiar.
“Juana Pericás es mallorquina y ejerce como tal. La
evocación y citas de su isla natal se suceden a poco que se converse con ella.
Persona y lugar se funden en el origen de la tierra. Paisaje y paisanaje. Mallorca es
una isla con un rico cofre de tesoros mediterráneos, que los mallorquines han
sabido proteger y defender con orgullo y ahínco para no perder ni un ápice”, escribe
Julia Sáez-Angulo en el prólogo del libro.
“Juana, una de las primeras mujeres de este país que se
doctoró en Filología Clásica, impartió
una conferencia sobre Tradiciones
Mallorquinas en la Tertulia Literaria de Madrid. Una recopilación de tradiciones que, pasando por las navideñas
como el arcaico y misterioso Canto de la Sibila durante la misa de Navidad en la catedral y
otras iglesias de la isla y la grafidia
o recortes
de papel en forma de estrellas, cometas, Reyes Magos u otras figuras de
belén para ornar las casas, hasta la peculiar y sabrosa pastelería de los
obradores mallorquines. El singular Canto
de la Sibila fue declarado patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO
en 2010.
“ (…) Una interpretación antigua convierte a estas parteras
–las sibilas- en testigos femeninos del alumbramiento, puesto que en realidad
no son tales parteras sino las antiguas sibilas representantes de la gentilidad
recibiendo a Jesús en contraposición con el mundo judío”, explica Leticia
Arbeteta..
El
mundo de sibilas está sin determinar. Para algunos fueron doce como las doce
tribus de Israel, y para otros siete, refiriéndose a los siete planeta
conocidos. Las sibilas desempeñaban el mismo papel entre los judíos: señalar
los signos con que el Mesía será reconocido y anunciar su llegada. (1)”
Los belenes no podían faltar en la relación de tradiciones. Los
palacios, conventos y monasterios de Palma y otras ciudades o pueblos de la
isla albergan verdaderas joyas populares o cultas en este campo. El padre
Gabriel Llompart ha sido el gran estudioso de los belenes mallorquines y
trasladó este interés a los expertos Ayna Pascual y Jaume Llabrés, que siguen
investigando.
La
conservadora de museos Leticia Arbeteta, autora entre otros trabajos de la
magnífica obra Oro, Incienso y Mirra. Los
belenes en España (1) –libro importante para conocer bien el tema que nos
ocupa-, ha escrito sobre diversos belenes mallorquines, sobre todo de los
belenes-gruta que albergan las figuras del misterio sagrado del nacimiento de
Cristo, mientras que encima de la cueva se sitúan ángeles, pastores, animales o
la estrella de Oriente que guio a Melchor. Gaspar y Baltasar hasta el portal de
Belén donde posó para anunciar al Niño Dios.
Más
recientemente la profesora M. Dolores Gallardo ha trabajado sobre el belén napolitano, joya de la Fundación Bartolomé March Servera, que
se exhibe en el emblemático Palau March, cercano a la catedral de
Palma. Uno de los mejores -si no el
mejor, tanto por número como por la calidad de los cientos de figuras y finimenti que lo componen- de los
belenes de figuras vestideras que existen en España.
El belén fue adquirido por Bartolomé March en los años 70. “Consta de cientos de figuras
que reflejan las diversas clases sociales y los múltiples aspectos
de la vida de Nápoles en el siglo XVIII: clases nobles, artesanos de todo tipo,
campesinos con sus diversos animales, vendedores de pescado, de frutas, de
utensilios de cocina, etc. Todos ellos vestidos y adornados como
corresponde a la clase social a la que pertenecen. El detalle al que
descienden estas representaciones, es absolutamente maravilloso. Y
todo ello realizado con absoluta precisión”, explica Dolores Gallardo (2).
Elisa Sáez de
Slöcker, experta en Arte Sacro, de la Fundación Anima Artis, ha impartido
diversas conferencias en la madrileña Aula de San Ginés sobre particularidades
de los diferentes belenes en España, una actividad cada día más intgensa y
entusiasta entre los belenistas que aumentan de modo exponencial en numerosas
ciudades españolas.
Se atribuye a san Francisco de Asís la creación del primer
belén en 1223 en Italia, un belén de seres vivos, hombres, mujeres y animales
como la mula, el buey y los corderos de los pastores. A partir de entonces franciscanos
y clarisas siguieron representado la tradición del belén en sus conventos. El belén
de las figuras no llegó hasta el siglo XV y se extendió pronto por Italia y España.
El rey Carlos III que llegó de Nápoles introdujo los preciosos belenes
napolitanos en España y hoy se muestra, en Palacio Real de Madrid, el
espléndido Belén del Príncipe de estilo napolitano, es decir de figuras
vestidas con ricos textiles, en algunos casos maniquíes articulados lo que les
otorga cierta movilidad. En Nápoles hubo excelentes imagineros belenistas.
A Juana le gusta recordar el belén gótico del Cristo de la
Sangre en Palma porque ella lo visitaba con frecuencia siendo colegiala. Es el
conocido “Belén de Jesús”, que proviene del convento de Nuestra Señora de los
Ángeles de Jesús, está considerado el más antiguo de España pues data de 1480.
(Vaya como apunte que el nombre del convento Nuestra Señora de los Ángeles dio
nombre a la célebre ciudad norteamericana por mediación del evangelizador mallorquín
Fray Junípero Serra, el único español, al que se le ha levantado una estatua en
la National Statuary Hall (The Old Hall of the House), situado en el Capitolio
donde reside el poder legislativo de los Estados Unidos, lugar donde se
representan los próceres o representantes más ilustres en la historia de la
nación norteamericana). El Betlén de
Jesús está actualmente en una capilla subterránea en la iglesia de la
Anunciación del Hospital General -santuario del Cristo de la Sangre.
El belén del Ayuntamiento de Palma tiene fama de ser uno de
los más divertidos en la combinación de figuras que representan viejas escenas
de la vida mallorquina. El espíritu ingenuo, naïf, de algunos belenes forma parte
de su encanto.
El belén de las
Capuchinas
En el céntrico barrio de Sant Jaume está el antiguo convento
de la Concepción del siglo XVII conocido por Caputxines, que cuenta con ocho
belenes y quinientas figuras en total. Hasta 1996 no se conocieron, pues
permanecían en la clausura de las monjas. Uno de estos belenes, napolitanos del
siglo XVIII es monumental y se articula en torno a un centenar de piezas, que
fueron donadas al convento por el médico de las religiosas. El belén está
declarado Bien de Interés Cultural, BIC, por el Estado.
Al Niño de las
Capuchinas de Palma se le atribuyen numerosas leyendas y milagros en la
ciudad. Un Niño andariego y trotón, que a veces se escapa de su cuna para ir a
salvar a desvalidos náufragos que llegan a las costas en pateras, aunque
siempre regresa al convento para dar vida a la representación del Dios
encarnado.
Auténticas obras de arte, rico patrimonio histórico para la
isla, estos belenes mallorquines, a veces con cambio de escala en las figuras,
llevan un montaje curioso de materiales como textiles, encolados, papeles, conchas
o cáscaras de huevo para emular la nieve. Son numerosos expertos y asociaciones
de belenistas que viajan a Palma para conocer los belenes y son muchos los
visitantes que se acercan y hacen colas para contemplarlos. La ruta de los
belenes en Palma es una realidad más viva cada año, impulsada por la Asociación
de Belenes. Muchos de ellos no se desmontan hasta pasada la fiesta de san Sebastián
el 20 de enero o hasta la Candelaria, el 2 de febrero. La asociación de
belenistas de la isla recuerda que un ermitaño, un frare, figuraba en los belenes de la tradición de la Mallorca y
recomiendan que se siga practicando en la actualidad, colocando esa singular
figura del frare.
Los
mercadillos de Navidad instalados durante este tiempo ofrecen multitud de
figuras de Belén en barro o poliéster, unas de “estilo tradicional”, a la
manera del murciano Salzillo, y otras de tipo “mallorquín”. Uno de los talleres
más reconocidos de Mallorca en lo que a fabricación de figuras de Belén es el
de Mestre de les Verges Roses.
Casas-palacio de Palma
En
su citada conferencia sobre tradiciones mallorquinas, Juana Pericás recordó algunas que se referían a las casas-palacio,
tan abundantes tanto en Palma como en toda la isla. Ejemplo de ellas es la de
la novela La sala de la muñecas, de
Llorens de Villalonga que, interpretada por Fernando Rey y Ángela Molina con gran éxito, fue llevada a la pantalla con el
título de Bearn.
Durante
el período de Adviento y de Navidad, Juana Pericás engalana su casa con un
soberbio árbol y el belén; para ella no hay contradicción entre el árbol que
ensalzan los salmos y el belén que instaló san Francisco. Ambos conviven en su casa con armonía, máxime después de las
explicaciones de Benedicto XVI en sus audiencias y escritos; magnífico su libro
La infancia de Jesús (1).
Un
gran abeto ornado de espumillón, cintas, bolas, lazos y regalos al pie en un
rincón del comedor. No muy lejos, junto a la chimenea del salón, el belén
familiar con las figuras de barro que lo habitan y que se encuentran en la casa
desde que sus hijos eran niños. Esas figuras son las que inspiraron a la autora
los cuentos, que hoy quiere dejar como legado a sus nietos.
El
célebre Cuento de Navidad (1843) de
Dickens es una narración corta en la que se relata la avaricia de Scrooge, un
personaje hosco y tacaño que cambia ante la llegada de la Navidad, tiempo de
paz y alegría por la llegada del Niño Dios, capaz de transformar los
corazones. La alegría y la solidaridad
le llevan a Scrooge a disfrutar de la vida.
Los
Cuentos de Navidad de Juana Pericás
son una recreación tierna y poética pensada para sus hijos en los años 50 ante
las figuras del belén familiar. Cada una de las piezas le inspiró a la autora unos
sentimientos, una historia y con cuidado las fue mecanografiando para pasarlas
más tarde, en 2013, a ordenador siendo ya una mujer octogenaria. Los tiempos
cambian, pero el misterio del nacimiento de Cristo de una Virgen Madre en el
portal de Belén, sigue permanente. Su mensaje de amor es universal, por eso en
Navidad se pactan treguas y se busca la paz que trajo el Mesías enviado por
Dios a Israel para salvación de todo el género humano. Unas humildes figuras de
barro o de trapo dan vida visual a la historia narrada en los Evangelios, que
disfrutan niños y mayores.
Los
cuentos de Juana Pericás se abren con un versículo de San Lucas, el llamado “el
evangelista de la Virgen” porque narra el relato de la Encanación de Cristo, de
la infancia de Jesús como ningún otro: “Hallareis al
Niño envuelto en
pañales y reclinado en
un pesebre”. (Lucas 2:12)”.
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