Julia Sáez-Angulo
Licenciado
en Geología, doctorado en Teología, sacerdote e historiador de la Iglesia, don
José Carlos Martín de la Hoz, que trabaja en la Oficina para las Causas de los
Santos de los Opus Dei y por tanto en la postulación de monseñor Álvaro del
Portillo (Madrid, 1914 – Roma, 1994), ha glosado ante los medios informativos
la figura del prelado del Opus Dei, que sucedió al fundador san Josemaría
Escrivá, así como las fases del proceso de su beatificación.
Monseñor Álvaro del Portillo
será beatificado en Madrid el próximo 27 de septiembre.
Martín
de la Hoz recordó que pasaron más de
cinco años desde la muerte para que se iniciara la causa de beatificación de
monseñor Álvaro del Portillo y que dos tribunales, uno en la Santa Sede y otro
del Opus Dei han trabajado conjuntamente para la causa de beatificación.
Informó que en Madrid ha habido más de
70 testigos -50 son suficientes- que declararon sobre el futuro beato y una vez
completado el proceso en 2008, el Santo Padre dictó un decreto de Venerable. Fue un proceso muy documentado por ser
universal y eclesial.
Además de los numerosos favores concedidos por Don
Álvaro, en 2013 se produjo el milagro de la curación inexplicable de un niño
chileno por su intercesión. Las gracias y favores las concede siempre Dios,
pero son los santos los que interceden, explicó Martín de la Hoz.
El sacerdote postulador de la causa destacó las
virtudes de Álvaro del Portillo como por ejemplo su gran paz, serenidad y gozo, fruto de la gracia de Dios
y de su esfuerzo personal. Era un hombre que no tenía aristas, subrayó, con
gran capacidad para darse a los demás. Era muy tímido, siempre lo fue, pero se
superaba con la idea evangélica de “lanzar la red”. Su formación de ingeniero de
Caminos le hacía tomar ejemplos de su profesión en la predicación como la
“ecuación de la gracia: “A más dificultad, más gracia de Dios” o cuando hablaba
de “embalsar para cuando llegue la sequía”.
Del Portillo viajó por distintos países, donde abrió
centros del Opus Dei y alentó diferentes iniciativas sociales y educativas. Se
preocupaba mucho por las personas cercanas. También supo ayudar a algunas
comunidades de religiosas como las de Santa María Inmaculada de Galapagar, que
le profesan un gran afecto.
El futuro beato fue el encargado de explicar el Opus
Dei ante la Santa Sede y llegó a consultor de la Congregación de la Doctrina de
la Fe. Cuando se implantó la prelatura del Opus Dei, Álvaro del Portillo alentó
la conexión de la Obra con los Obispos de modo natural. El representó la
fidelidad en la etapa de la continuidad tras la muerte de san Josemaría; fue
una fidelidad a la vocación recibida, explicó Martín de la Hoz. Del Portillo
fue “el báculo del padre”, al decir de
José María Hernández Guernica.
Durante el coloquio con los periodistas, don José
Carlos recordó que el papa Pablo VI le dio un buen consejo a Álvaro del
Portillo y el permiso para divulgarlo: que pensara en lo que haría el fundador
del Opus Dei a la hora de hacer algo. Ambos, monseñor Escrivá y Álvaro del
Portillo había trabajado frente por frente durante muchos años.
Dijo también que don Álvaro era más premioso hablando
que el fundador del Opus Dei, este último más ágil y vivo como buen aragonés.
La lentitud y suavidad de don Álvaro convenía a la hora de predicar en algunos
de los países orientales que visitó como Japón, Filipinas o Australia. Del
Portillo sintetizaba mucho, quizás por haber trabajado en la Congregación para la doctrina de la fe.
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