Julia
Sáez-Angulo
El escritor vasco Pío Baroja eligió el tiempo de una guerra civil
española para situar su novela Zalacaín
el aventurero, una de sus preferidas.
Ediciones Cátedra ha publicado una nueva edición del citado libro de
Baroja, con estudio introductorio de Juan María Marín Martínez.
Zalacaín el aventurero, lleva como
subtítulo Historia de las buenas andanzas
y fortunas de Martín Zalacaín el
Aventurero.
Baroja
destacó muchas veces sobre otras de sus obras Zalacaín el Aventurero, subrayando siempre la rapidez con que la
compuso y su falta de ambiciones ideológicas o estéticas: “La escribí por
entretenimiento, para pasar el rato, y la terminé en unas pocas semanas”.
“Según
revela en sus memorias, concibió las
primeras ideas para componer su nueva obra en la primavera de 1907 , cuando
pasaba una temporada en Sant Jean Pied
de Port, pueblecito francés” (…) al que re recomendó su amigo el pintor Darío
de Regoyos.
“En
la génesis de la novela la influencia de Serafín Baroja (liberal, agnóstico y
anticlerical como su hijo) es indudable:
en las semanas finales de la guerra civil había visitado, como corresponsal,
diversos escenarios bélicos (Hernani, Fuenterrabía, Guetaria, Zarauz, el valle
de Eizondo, Ainhoa, Azpeitia, Cestona, Tolosa, Beasaín…) lugares desde los que
fue enviando a El Tiempo, el
periódico de Madrid, esas crónicas fechadas entre el 10 de enero y el 26 de
febrero de 1876, que fueron publicándose según llegaban a la redacción”, cuenta
Juan María Marín Martínez en el estudio de la amplia Introducción a la novela.
Esas
crónicas y unos dibujos a lápiz que hizo cuando se acercó a los frentes de
guerra se conservaban guardados en una carpeta en la casa de Itzea:
“Su
hijo Pío, cuenta Pio Caro Baroja- las debió pegar [las crónicas] sobre papeles
más grandes y ecribió de su puño y letra “Crónica de la Guerra Carlista, por
Serafín Baroja; tiene sesenta y una páginas con notas y apuntes de Pío y Serafín”,
concluye el editor.
En
suma la novela de un héroe vasco ansioso de aventuras y sediento de lances de
guerra para tener motivos de narración y crónica en su origen y acabar novelado
en una célebre obra de don Pío Baroja: “Zalacaín el aventurero”.
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