martes, 11 de noviembre de 2014

Matias Goeritz, La invención de la arquitectura emocional en el Museo Reina Sofía



Matias Goeritz


Julia Sáez-Angulo


         Quedó claro en la rueda de prensa que la exposición “El retorno de la serpiente. Mathias Goertz y la invención de la arquitectura emocional” era un encargo muy concreto de la dirección del Museo Reina Sofía al comisario mexicano Francisco Reyes Palma, quien en un momento dado pidió un poco más de expansión para tocar el tema de la presencia de Goeritz en España y su importancia en la escuela de Altamira.

         El hecho conecta con una de las conclusiones que se debatieron en el reciente congreso de Arte Político, organizado por la Asociación Española de Críticos de Arte, AECA,  que ha tenido lugar en el mismo Museo Reina Sofía. Son las élites de los museos los que diseñan y dirigen el contenido de las exposiciones de principio a fin. Ellas por tanto, las responsables totales de sus contenidos, a la vista de la reciente polémica en el propio Museo Reina Sofía sobre imágenes que ofenden a los cristianos (el comunicado del Reina Sofía, poco menos que anónimo resultaba patético y de explicatio non petita, acusatio manifesta en alguno de sus puntos). En cualquier caso, leña al mono, que con los cristianos se pueden atrever; exhibir las caricaturas de Mahoma sería más arriesgado.



         Dicho esto, Matias Goeritz (Danzig, Alemania, 1915 – México DF, 1990) es un artista de origen alemán importante dentro de la historia del arte de España y de México, más allá del disparadero del mercado de sus obras y la coincidencia con la exposición, como sobrevoló igualmente en la rueda de prensa. Su influencia en la escuela de Altamira, después de la guerra civil española es algo muy patente, bajo el influjo del escultor español Ángel Ferrant y la obra de Joan Miró.

200 piezas entre esculturas, pinturas, bocetos...

         Más de doscientas obras entre dibujos, bocetos, mauqetas, fotografías, esculturas y cuadros sobre tabla ponen de manifiesto el carácter experimental analítico y lúdico del trabajo de Goeritz, de facto pionero de la pintura monocroma con sus dorados sacros, ant4es que los azules de Yves Klein, del que se muestra una obra del propio museo Reina Sofía.

         La arquitectura emocional de Goertiz, explicada por el autor artista en un artículo con el mismo título, publicado en 1954, fundamenta su teoría estética en el diseño de edificios, pintura, escultura y grafismo y hasta la poesía visual. Goeritz apelaba a la necesidad de crear espacios, obras y objetos que causaran al hombre moderno una máxima emoción, frente al funcionalismo, al esteticismo y la autoría individual.

         El recorrido va desde el Museo Experimental El Eco; la Guerra Fría Cultural; Señales urbanas y desarrollo inmobiliario; La Ruta de la Amistad; El Centro del Espacio Escultórico; El Laberinto de Jerusalén; Nuevas Vanguardias Europeas; Los Hartos; las pirámides y los murales; poesía visual; la torcedura de la serpiente y el corte, el doblez, el pliegue y la arruga.

Cuadro abstracto dorado

         Discursos transversales, diacronías y sincronías en el planteamiento de esta exposición, en la que conviene adivinar las claves de este artista: ruptura de mitologías; renovación de la luz y lecturas encontradas. No hay desconexión entre la etapa española y mexicana de Goeritz, un artista con pasado en el régimen alemán nazi hasta los 30 años, una historia que se recoge en el cuaderno de bitácora del autor, todavía desconocido en su contenido, si bien se muestra por una página inocua en la documentación de la muestra expositiva.

         En la exposición que será itinerante por dos museos mexicanos, estuvieron presentes Daniel, el hijo de Goeritz, y Lily Kassner, profesora de Universidad, que trabajó junto a Goeritz largo tiempo para escribir los dos libros sobre el artista y a la que Goeritz donó formalmente su fototeca. “Era un hombre muy generoso, que regalaba obra en todas las partes donde estuvo”, declara la profesora, ligeramente enfadada por el hecho de que no se hiciera constar el origen de las fotos  -de su fototeca- en la muestra del Reina Sofía.

        



        


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