martes, 24 de marzo de 2015

«La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní», el libro preferido por Santa Teresa, epicentro de la Pasión de Cristo



"La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní". El Greco

L.M.A.

Estamos llegando a la Semana Santa, “semana entrañable”, verdadero “corazón” del año litúrgico. Santa Teresa de Jesús se imaginaba el rostro de Cristo, particularmente en aquellos momentos de la Pasión en los que Jesús estuvo más solo: allí —decía ella— podía ser admitida más fácilmente. 

El Huerto de los Olivos era uno de esos lugares “místicos” preferidos por santa Teresa. «La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní» es como el “epicentro” de la Pasión: allí —en intensa e íntima oración con el Padre— Jesús cargó con el rostro del pecado que ensucia la historia de la humanidad. Jesucristo sudó sangre: el dolor infinito que experimentaba con su Amor divino por las incontables ofensas a su Padre —por decirlo de alguna manera— no cabía en su voluntad humana. Cualquier otro hombre habría muerto allí mismo…

Allí, en Getsemaní, Jesús renueva ante Dios su ofrecimiento por nuestra salvación. «La expiación de Cristo por los pecados de la humanidad» supone mucho más que “pagar” por nuestros pecados. San Pablo, lo describe gráficamente recurriendo a la expresión más misteriosa del Nuevo Testamento: por nuestra salvación, Dios «lo hizo pecado» (2Co 5,21). En palabras de san Juan Pablo II, este “hacerse pecado” en Jesús es un misterio en el misterio, cuya profundidad nunca acabaremos de conocer.

En la «Muerte de Cristo» en la Cruz y en su sepultura se realiza aquel amor que llega hasta el extremo y surgió, entonces, el «nuevo culto anhelado» desde siempre: la humanidad, que no podía ser redimida con el sacrificio de animales, ha sido salvada con la Sangre del Dios encarnado, Nuestro Señor Jesucristo.


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