A
partir del 21 de abril se exponen una quincena de ediciones de la obra
L.M.A.
-16 de abril de 2015 - El 21 de
abril se abrirá al público en el Museo de la Biblioteca Nacional de España la
exposición Alonso Fernández de Avellaneda en la BNE, que estará abierta hasta el
20 de septiembre.
Con motivo del quinto centenario
de la publicación de la segunda parte del Quijote cervantino, la Biblioteca
presenta una selección de alrededor de una quincena de ediciones y
estudios críticos de otra segunda parte del Quijote: la de Avellaneda.
Destacan entre ellas el único ejemplar localizado del texto identificado
recientemente como primer impreso original, acompañado del considerado
tradicionalmente el primero, junto con algunas muestras de la aventura
internacional de la novela (de la mano de Lesage) que se tradujo y adaptó al
francés, inglés, neerlandés y alemán, entre otros, y de las últimas ediciones
filológicas a partir de la de Martín de Riquer.
Gracias a la labor de los investigadores, en la
actualidad se dispone del Quijote de Avellaneda, depurado y rigurosamente
editado; una amplia anotación que nos permite entenderlo cabalmente, y
considerar con objetividad sus pretensiones y resultados estéticos, su sentido
social y literario, sus puntos de coincidencia y de divergencia con el modelo
imitado, y su decisivo influjo en la creación de la segunda parte publicada por
Miguel de Cervantes en 1615.
El Quijote firmado por Alonso Fernández de Avellaneda es,
a juicio de los expertos, uno de los
enigmas literarios y bibliográficos más debatidos de la literatura española. Se
conoce la existencia de dos ediciones, realizadas ambas en la imprenta tarraconense
de Felipe Roberto en 1614, con la misma portada, y la segunda
especialmente deturpada por un mayor número de erratas.
Está considerada una interesante novela, pero no puede
compararse a la del genio alcalaíno, especialmente en cuanto a diseño de
personajes, humor y estilo.
Hasta el siglo XIX y buena parte del XX las ediciones del
Quijote de Avellaneda tomaron el texto de la segunda entrega de 1614. En el XX
son destacables las ediciones de Martín de Riquer (1972),
defensor de la autoría de Ginés de Pasamonte, pero que sigue el texto
de la segunda edición, y, ya más modernamente, las de Luis Gómez Canseco (2000), Enrique Suárez Figaredo (2008), Alfredo Rodríguez López-Vázquez (2011)
y Milagros Rodríguez Cáceres y Felipe Pedraza (2014).
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