martes, 14 de abril de 2015

Tito Lucaveche, Sueños y realidades en la Pintura Naif








Julia Sáez-Angulo

         El artista Tito Lucaveche ha presentado el gran libro sobre su obra, titulado Tito Lucaveche, en el que cuenta su trayectoria dentro del género de la pintura naïf o ingenuista. En el volumen hace una introducción E. Domínguez.

         Tito Lucaveche  Moreno (Santiago de Chile, 1942), residente actualmente en Marbella, es uno de los nombres más reputados en la pintura naïf en España. Su trayectoria es la historia de una maestría y superación en el tiempo, que lo ha situado en la primera fila de su género.

         El propio artista cuenta la génesis de su trabajo: “Todo comenzó en Madrid cierto día de 1976, en casa de un amigo me encontré con todos los materiales, óleos, pinceles, lienzos, etc… Estos me eran totalmente familiares por ser mi ehermano mayor, hoy ya fallecido, un reconocido pintor. Pedro Lucavecky firmaba sus obras”.

         “Nada es comparable a la sensación de pintar por pintar”, concluye el autor chileno.

La iconografía de Tito Lucaveche recorre todos los registros temáticos, con cierto regusto por el pasado, finales del XIX o principios del XX, con el art decó o nouveau como referentes. Amor y humor se detecta en su pintura, llena de ironía.



Escenas domésticas familiares que hacen sonreír, fiestas con multitudes abigarradas, palcos de ópera o teatro, subastas de arte, carruseles de feria, procesiones, ferias, gatos y otros animales, tiendas, prostíbulo, billares, pueblecitos, pistas de patines…

El mundo se queda corto para la representación de Tito Lucaveche, que desciende a los detalles y rincones del ámbito representado, como si fuera una narración larguísima. Su dibujo es ingenuo pero maestro al mismo tiempo; su color refinado y vivo a la vez.


Este artista chileno ha descubierto su profesión de pintor – que llevaba en los genes- y ha esparcido adlegría y sonrisas por doquier. Entre la comunidad artística de pintores naïf, él es uno de los primeros y eso se sabe.


1 comentario:

El Deme dijo...

Los cuadros de Tito desprenden amabilidad e ironía. Presentan un mundo tranquilo y ordenado donde, a la vuelta de la esquina, detrás de una pared o debajo de una mesa, surge una sorpresa que rompe la aparente serenidad que muestran. Son los cuadros de la alegría (y el barullo)de la vida.