Julia
Sáez-Angulo
La
profesora en la Unidad de Estudios Biográficos en la Universidad de Barcelona,
Anna Caballé, es la autora del libro Pasé la mañana escribiendo. Poéticas del diarismo español, editado
por la Fundación José Manuel Lara, en colaboración con la Fundación Cajasol.
Anna
Caballé (L´Hospitalet del Llobregat, 1954) esa autora de biografías de
personajes, muy bien analizadas y escritas como la de Francisco Umbral, Carmen
Laforte y otros. La escritura auto/biográfica es su interés intelectual e
investigador y en este campo es una autoridad.
En el
libro Pasé la mañana escribiendo. Poéticas del diarismo español, Premio
Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2015, aborda el tema de la escritura
íntima en los diarios de autores españoles, de la que es ejemplo y prototipo
Josep Pla.
El libro
comienza por un amplio estudio sobre la filosofía e intimidad del diario, su
utilización en España, capacidad de intimidad o no de los diarios… y
seguidamente comienzan los capítulos con el estudio y comentarios de diversos
diarios que han quedado para la publicación de la posteridad a su escritura.
El
desfile de diaristas comienza con José Antonio Agirre Lekube y termina con Luis
Felipe Vivanco. Entre medias de
numerosos nombres se encuentran: Carmen Martín Gaite, Gonzalo Torrente
Ballester, Llorenç Villalonga, Cesar González Ruano, Gerardo Diego, laura
Freixas, Emilio Prados, Dionisio Ridruejo, Jacinto Verdadguer, Delhy Tejero,
Emilia Pardo Bazán… Todos ellos se presentan dentro de una suerte de
diccionario en el libro, que facilita la búsqueda.
Menos
mujeres que hombres, en consonancia al espíritu de los tiempos poco favorables
a la escritura de la féminas. No sé si la tendencia sigue por este camino.
Desahogo,
neurosis, confidencialidad, deseos de permanecer en un futuro escrito… “Nos
vuelve muy defectuosos el hecho de no tomar en consideración nuestra vida”,
escribe Séneca y lo recoge Caballé.
La autora habla de dos formas: “el diario y la carta,
a pesar de compartir las dos escrituras un deseo de fijación de la vida
cotidiana, pues mientras la de una carta viene condicionada por la existencia de
un destinatario al que se responde, la del diario no trasciende, en principio,
la propia individualidad”.
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