Julia
Sáez-Angulo
Rosa Regàs es la autora de su libro de memorias de infancia y juventud,
titulado Amigos para siempre,
publicado por la editorial Now Books, sello de Ara Llibres SCCI, una
cooperativa federada en Barcelona.
Después
de leer Amigos para siempre, título que
trae a la memoria los ecos y canciones de la última Olimpiada en Barcelona en
1992, uno llega a la conclusión de que Rosa Regás Pagés (Barcelona, 1933) –dato
que no proporciona la biografía del libro- está encantada de conocerse, porque
se siente heroína de una aventura personal de libertad y liberación, que el
resto de las mujeres mortales españolas no fue capaz de arrostrar como ella.
Perteneciente
a la “gauche divine”, expresión de los franceses aireada en España por Joan de
Sagarra, en la que Rosa Regás se siente como pez en el agua, Amigos para siempre narra la vida de una
mujer burguesa, casada y con hijos que se aburre y decide ir a la Universidad,
donde descubre horizontes más allá de su mundo cerrado a la domesticidad.
En
esa etapa, donde faltan muchas fechas para situar mejor al lector, Regàs entra
en contacto con Miguel Barceló, Salvador Clotas y Paco Rico, donde lo pasa
bien con las “sobrasada parties” y las
noches clandestina del Potemkin. Todo muy divertido en medio del “dulce encanto
de la burguesía” en que se sigue desarrollando su vida, a la que se añaden los
riesgos de clandestinidad, porque se cuenta con buenos escudos.
En
este corte de memorias del libro aparecen también los nombres de Carlos Barral, Jaime Salinas, Manuel
Vázquez Montalbán, Guillermo Cabrera Infante, Marcel Duchamp, Salvador Dalí…
estos últimos en sus veraneos en Cadaqués. Lástima que el libro no lleve un
índice onomástico, indispensable en este tipo de recuerdos o memorias.
Siempre
es más ecuánime una buena biografía a la inglesa, como las que hace la gran
profesora de la Universidad catalana, Anna Caballé, que unas memorias para
mayor honra y gloria de la misma autora, ejecutoria de justificaciones y sobre
todo, algo que no se soporta: el hablar anatema contras los y las que no
piensen o hayan pensado como ella misma hizo o pensó en su momento.
Este
vicio de autosuficiencia, que lo tiene Rosa Regàs en todo momento, no lo puede
remediar, habla ex cátedra y anatema en todas y cada una de las presentaciones
de promoción de su libro en los distintos medios informativos en que se la
escucha. Le falta humildad y consideración ajena, lo que le ha traído más de un
disgusto en sus actuaciones políticas. resulta con frecuencia irritante o
estomagante.
Regàs
escribe bien y ha obtenido buenos premios, entre otros el conocido como pactado
Premio Planeta 2001. En su trayectoria está también su paso por la Casa de América y
la Biblioteca Nacional de España– en esta última terminó con un desafortunado
incidente de una pérdida o un robo de libros a la institución-, cargos que
obtuvo de la mano del presidente socialista Rodríguez Zapatero.
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