L.M.A.
Se
han presentado dos libros de María Antonia García de León Desde mi torre de adobe en La Habana y Cernuda, el pájaro pardo, la guacamaya, mi
abuela Umbelina y yo. (Desde mi torre de adobe en México). En el acto tuvo lugar en la Casa de Castilla La
Mancha, fue abierto por Olga Alberca, coordinadora cultural, y en él
intervinieron los escritores: Julia Sáez-Angulo,
Matías Barchino Pérez, Ernesto Sierra y el editor de Sial Pigmalión Basilio
Rodríguez Cañada. La rapsoda Rosario de la Cueva leyó algunos poemas de la autora.
La
periodista Julia Sáez-Angulo dijo entre otras cosas:
“Los
escritores españoles que se acercaron a Hispanoamérica y al castellano de
América, se vieron desbordados por la exuberancia de una tierra, para la que
necesitaron un nuevo vocabulario sonoro que les permitiera denominar, entre
otras cosas, los árboles, las plantas y los frutos de una fertilidad nueva o desconocida
hasta entonces. Don Ramón María del Valle Inclán con su lenguaje modernista,
trató de acercarse al habla hispana en sus célebres Sonatas, exactamente en la sonata de Estío, cuando seduce a la
mexicana “Niña Chole”.
Algo
parecido suele sucederles a los escritores latinoamericanos que llegan a
España, que sin perder la cadencia del idioma de origen han de insertar en él
nuevos vocablos o expresiones que les ayuden a una cercanía y comprensión con
los españoles. Gabriel García Márquez contaba como deseaba conocer los chopos,
árboles junto al río Duero, de los que habla el poeta Antonio Machado, porque
no los conocía en América.
El Diccionario
de la RAE contiene, al igual que los localismos, los americanismos, que hay que
conocer y aprender. El prologuista Ernesto Sierra habla de los americanismos de
la autora con un párrafo jugoso: “Cuando el hablante lírico recrea la geografía cubana,
insular, caribe, latinoamericana, el lenguaje se puebla de flamboyanes,
“lagarto verde”, palmas reales, tocororos, mar, océano, trópico, árboles
(“bóvedas verdes / Capillas Sixtinas de América”), brisa blanca sobre el mar,
guacamaya, Nuevo Mundo. Cuando pasea por
la ciudad el lenguaje vuelve a ser concreto, directo, connotador, sin
dudas, del locus: el Vedado, ciudad de las columnas, la Habana, el
Malecón, Hotel Habana libre, cocotaxi, jinetera, almendrón, Bellas Artes (el
Museo Nacional de Bellas Artes), Avenida de los Presidentes, Hotel Presidente.
Sucede lo mismo al hablar de la dimensión épico-histórica: General Mambí,
sacarocracia, plutocracia, Fidel, Che, Camilo Cienfuegos, Revolución, Sierra
Maestra, Hombre Nuevo, Marx, Anti-Düring”.
La
América hispana cuenta con unas élites culturales que hablan con elegancia el
español –el castellano como lengua romance hace tiempo que dejó hablarse-,
aunque en España lo citamos para distinguir el español de otras lenguas, romances
o no, también españolas, que se hablan y escriben en determinadas regiones de
la península ibérica.
Pero
aparte de esas élites culturales, en general, el pueblo hispano habla el
español con donosura, al decir del escritor José María Merino. Donosura es
donaire y gracia, precisión grata, según el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua.
Todas
estas reflexiones me han venido al leer el poemario de Antonieta García de León
y asombrarme de su admirable capacidad poética para apropiarse con elegancia y
donosura del español de América, concretamente del español de Cuba, de La
Habana, desde su torre de adobe de La Habana o desde México.
Suenan
muy bien las nuevas palabras americanas en sus versos; ella sabe conferirles la
sonoridad adecuada y su capacidad de sugerencia en el lector o en el oyente.
Sus citas culturales aluden a los maestros de la poesía cubana como Alejo Carpentier,
José Emilio Pacheco, Dulce María Loynaz –galardonada con el premio Cervantes
1992- Gastón Baquero, que pasó sus últimos años en España y murió en Madrid…
Antonieta
García de León late también con otros poetas de todas las épocas, como San Juan de la Cruz, García Lorca, Valle
Inclán, Gil de Biedma, Luis Cernuda, Octavio Paz al lado de:
las serpientes Pitol,
los encadenados de Cadenas.
los embargos de Vargas,
los manantiales de Fuentes.
¡Más
madera es la literatura
América,
Hispanoamérica, es la asignatura pendiente de muchos españoles. Cuba, nuestra
última joya en aquel solar, atravesando el Atlántico, sostiene un especial
magnetismo para los españoles. México, como envidiable nación patriótica, Antonieta
García de León ha estudiado bien esa tierra, la ha visitado, la ha observado y
ha escrito sobre ella con admiración y amor, porque se necesita la primera para
el segundo. Cuba y México la han empapado con su cultura y sus distintos sones.
Le ha inspirado un bello poemario que todos ahora podemos leer y disfrutar.
García
Márquez hablaba del olor de la guayaba para describir el aroma de su tierra;
García de León alude a los flamboyanes como exóticos árboles y flores que invaden
y subyugan.
Cuba,
La Habana, el Vedado, México…han sido lugar y objetivo de un viaje que le ha
llevado al conocimiento, al asombro, a la amistad y a una lengua matizada, que
parece brillar siempre con la sonoridad del modernismo. Nada ha escapado a la
poesía de la autora que contemplaba todo desde su torre de adobe. Cada lengua
refleja una filosofía, una manera de vida. La lengua española en América, con
su capacidad de adaptación, supo plasmar con holgura un nuevo mundo y Antonieta
García de León no ha escapado a la seducción de sus imágenes y sus palabras. De
su poesía”.
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