miércoles, 21 de diciembre de 2016

NAVIDADES EN PERSENBEUG. Recuerdos de infancia de Andrés Salvador Habsburgo, Archiduque de Austria


            A petición de “La Mirada Actual”, Andrés Salvador Habsburgo, Archiduque de Austria, nos ha facilitado sus recuerdos de Navidad cuando era niño en el palacio de Persenbeug  


Castillo de Persenbeug


Archiduque Andrés Salvador


Por Andrés Salvador de Habsburgo-Lorena y Salm Salm


            Para una familia con trece hijos de una sola madre y de un solo padre, que viven en el campo, ‎las Navidades tienen una especial relevancia. 

            Ya con la llegada del Adviento empezaban  las preparaciones febriles para la llegada del Niño Jesús en la vivienda. Para el ama de casa era la preparación de las galletas y dulces que se cuelgan en el árbol de Navidad. Cada casa austriaca tiene hasta 50 recetas diferentes para los dulces navideños. Son en su mayoría productos de harina, miel, azúcar, almendras, canela, vainilla, jengibre, nuez moscada y clara de huevo. Muchos  ‎de ellos son fabricados con un agujero central para ser colgado por medio de una guita en las ramas del abeto rojo, blanco u otra conífera. Otros dulces son envueltos en papeles de seda de colores, para ser colgados de un hilo dorado o plateado entre los adornos del árbol de Navidad. 

            En cambio el dueño de casa se iba al bosque y con ayuda de un forestal elegía un árbol de los miles  que hay en el  bosque. Mediante anteojos escogían la copa equilibrada, bonita, tupida y recta de un abeto. El forestal iba en busca del árbol de unos 20 a 30 metros de altura y, meneándolo, deslizaba la nieve de las ramas, de esta manera iba tanteando uno y otro hasta dar con el escogido. Una vez determinado el que iba a decorar la casa, una pareja de leñadores talaban ese ejemplar de unos cien años de edad. No era solo el hecho de cortarlo, sino que el trabajo era encontrar un espacio entre los demás árboles sin que se rompiesen las ramas o la punta de aquel. La caída de un árbol de este tamaño siempre es un espectáculo. Empieza con el grito "¡árbol va!" y un quebrar de madera; la velocidad de la caída aumenta y, como con un sonido de látigo, cae al suelo haciendo temblar la tierra del bosque levantando una mezcla de nieve, ramas secas y hojas verdes de coníferas. Una vez a salvo, entero y sin daño o rotura alguna en el suelo, sería desramado, descuartizado y troceado, hasta el tamaño deseado de aproximadamente 3.750 milímetros del tronco a la punta. Con sumo cuidado se transporta del bosque al patio de la casa y unos días antes de Navidad, el árbol será llevado a la habitación de la inminente fiesta navideña, mientras los niños duermen y no se dan cuenta de las preparaciones.  

            ¿Y que preparativos habían de hacer los hijos?‎ Pues los niños debían de portarse especialmente bien. Según su comportamiento, podían colocar en el pesebre una, dos o tres pajas cortadas al tamaño de la cuna, colocándolas para que el Niño Jesús tuviera un pesebre mullido y cómodo. Y con qué ahínco se tomaban los hijos en serio este ejercicio.  Desde San Nicolás hasta el 24 de diciembre, van dieciocho días, lo que equivale a ‎un máximo de 234 pajas. 

            Mientras los hijos, andan ocupados en portarse bien, el ama de casa se entretiene ‎con los preparativos de las galletas y dulces de diferente composición y receta, que requieren cada vez nuevos recipientes, moldes y formas para hornear a distinta temperatura. 

  El amo se ocupa del árbol y del despesque del estanque, para reunir los peces necesarios, tanto para su familia como para la numerosa servidumbre, ya que en las familias tradicionales es la costumbre ayunar el día de Nochebuena. Los hijos habían entregado sus cartas al Niño Jesús y los padres habían ido adquiriendo los regalos según los intereses de la prole.   


Castillo de Gmünd, Austria, residencia actual del Archiduque

            Poco a poco se iban concentrando los diferentes ‎materiales, antes en la casa y después en una habitación. Según se iba llenando el pesebre de pajas, aumentaba el nerviosismo y la excitación de los hijos. En la tarde,  después de un escaso almuerzo por lo del ayuno, los hijos se ponían los trajes de domingo y poco a poco se encontraban todos en una habitación como antesala al lugar del gran evento. En un momento suena el suave y agudo sonido de la campanita de plata, que utilizaba la madre siempre para el cambio de plato. Se abre la doble puerta y todos los asistentes ven un salón oscuro, donde solo en una esquina brillan las muchas velas de cera encendidas en el gran árbol que termina en una estrella dorada que toca el alto techo. A su pie el pesebre con el Niño rubio de brazos abiertos y aureola en la cabeza, así como sus padres, María y José, junto a la mula y el buey.

            La madre se arrodillaba y leía el Evangelio, mientras todos miraban las mesas de los regalos. Por suerte estaban tapados con grandes manteles, pero no podían tapar las ruedas de los triciclos o las cunas de las muñecas que quedaban a la vista. La ceremonia continuaba con la felicitación de todos los familiares entre sí, así como con la servidumbre según su rango. Una vez terminada esta parte de la tarde se encendían las grandes luces. Los hijos recibían los regalos según sus edades y con un largo tubo se apagaban las llamas de las velas del árbol. El embrujo de las navidades se cumplía una vez más. (*)

            El intercambio de regalos y de comentarios continuaba; solo quedaban los embalajes, cajas y envoltorios de los regalos. ‎El padre estaba contento, porque ni el cubo de agua, preparado detrás de la puerta, ni el extintor de fuego habían sido necesarios. FIN

            El lugar que el autor describe es el castillo de su infancia, Habsburg Lothringen´sches Gut Persenbeug, que el Emperador Francisco José regaló a su hija pequeña Valerie y que más adelante pasó al padre de Andrés Salvador Habsburgo Lorena y Salm Salm (Persenbeug, Austria, 1936). El castillo lo heredó su hermano mayor  y actualmente pertenece a su sobrino.

     S.A.I.R. Andrés Salvador de Habsburgo – Lorena y Salm Salm (Castillo de Persenbeug, Austria, 1936), Archiduque, Príncipe de Toscana, de Hungría y de Bohemia, Gran Maestre de la Orden Internacional de San Huberto, Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro y de la Orden de Calatrava. Es asiduo visitante de España, principalmente de Madrid, Mallorca y Extremadura. Tiene tres hijos.

http://www.habsburg.at/


Andrés Salvador Habsburgo, Archiduque de Austria



Paisaje a los pies del castillo de Persenbeug

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doy las Gracias al Archiduque D, Salvador. por su Humildad y demostración en la Fe que fue educado y formado.
Lepido que siga creyendo profundamente en la Fe y que la Natividad de Jesús le culmine sus deseos e ilusión de Felicidad en toda su vida.