La
importante donación económica de este filántropo anglo-latino da lugar a la
creación del ‘endowment’, el fondo monetario
del Museo Universidad de Navarra
Retrato de Frederick Melville durante su última estancia en Pamplona.
Foto realizada por Raquel Arilla, para el Museo Universidad de Navarra
L.M.A.
Pamplona,
4 de enero. “No hubiera existido un escultor como Miguel Ángel si
no fuera por los mecenas, los impulsores del arte. Hoy día ese papel lo
realizan centros de arte como el Museo Universidad de Navarra”, aseguró Frederick Melville
tras la reciente firma del contrato de su donación al Museo Universidad de
Navarra. Sin embargo, reconoce que cada vez hay menos mecenas quizá porque la
figura del “potentado” está desprestigiada en la sociedad. “Mis razones de la A
a la Z son que veo original este Museo porque invierte los papeles,
convirtiéndose en el promotor de artistas buenos”, explicó. Este empresario filántropo
prefiere no desvelar el importe total de su donación, pero el hecho de que lo
destine a crear el “endowment” del
Museo, da pistas sobre la importancia de la cuantía. A partir de ahora, las
aportaciones que se incluyan en este el fondo de capitalización de recursos de
donaciones generará unos intereses anuales que se destinarán a financiar parte
de los costes que generan la creación y producción artísticas y la programación
del Museo.
Tras estudiar un posgrado en la London School of Economics
(LSE), Frederick Melville sirvió durante siete años en las Fuerzas Armadas
británicas. Solía practicar paracaidismo. Con 74 años y cinco operaciones de
columna vertebral, afirma en un perfecto castellano: “Uno se cree inmortal,
pero luego le pasan factura todas las ‘barrabasadas’ que hizo cuando era
joven”.
Su faceta empresarial la desarrolla en Guatemala. Empezó
trabajando en Progreso, la primera cementera de todo Latinoamérica que conforma su empresa
familiar. Recuerda que, al salir de la universidad, tenía “la cabeza hinchada
de teorías”. Sin embargo, su padre le dijo: “Aquí se te olvida todo, porque vas
a empezar pegando sellos”. Frederick sostiene que “ha sido de todo en la vida”,
pues aprendió el negocio pasando por las diferentes etapas de tratamiento del
hormigón. Ejerció como molinero y como hornero, también cubrió turnos de noche.
Tras el acto de la firma del contrato de su donación, en la Sala de Juntas de Patronato del Museo. De izda. a dcha.: Ángel Gómez Montoro, presidente del Patronato del Museo Universidad de Navarra; Frederick Melville, donante; Jaime García del Barrio, director general del Museo.
Foto realizada por Manuel Castells, Universidad de Navarra
Ahora, cinco décadas después, combina su labor de directivo
con el mecenazgo cultural. También guarda estrecha vinculación con el mundo
universitario, por lo que fue impulsor de la Universidad del Istmo, en
Guatemala, y actual presidente de su Asociación de Amigos. Melville defiende
que cada creación artística expresa cómo una persona ve el mundo bajo el prisma
de la belleza. “Cada uno, en su forma de ser, expresa. Eso es parte de la raza
humana y no lo tenemos que olvidar”, señala. Concibe el arte en cuanto
expresión de la humanidad, y explica que la mayoría de los museos exponen el
pasado. Para él, el Museo Universidad de Navarra “no es un museo así entendido”,
ya que “el Museo Universidad de Navarra enseña el pasado mostrando el presente
y, además, fomenta la creación, el futuro de las artes”.
Por este motivo decidió apoyar al Museo Universidad de
Navarra, que pretende salir adelante a través de donaciones de obras y un fondo
económico o ‘endowment’. La contribución
generosa del empresario ha sentado esa base que permitirá desarrollar el
programa de exposiciones, espectáculos y actividades creativas. “Doy una ayuda
no para pagar gastos fijos o una deuda que se tenga, sino para fomento
exclusivo de las artes”.
Por último, Melville quiso compartir su experiencia vital y
profesional para ofrecer un consejo a los jóvenes emprendedores: “Uno piensa
que en 80 años ya ha hecho todo lo que le tocaba, pero uno debe atreverse a
servir y a no ser servido. Es mucho lo que está en juego, en contraposición a
solo una vida”, concluye.
El Museo Universidad de Navarra es
un centro de arte creado en 2015, en Pamplona (Navarra), que se pretende
financiar con aportaciones económicas que de forma altruista realizan
particulares, empresas e instituciones. Estas ayudas hacen posible la construcción del edificio y la
programación artística. Con la puesta en marcha del ‘endowment’, el Museo se acerca a uno de los objetivos económicos
que se fijó desde el principio: crear un fondo económico que, en el medio y
largo plazo, permita la financiación de la actividad artística. “A partir de
ahora, esperamos ir sumando nuevas donaciones a este fondo para, en un futuro,
ser capaces de asumir el coste total
anual que generan nuestros programas de creación artística. Para ello, aún
quedan muchos pasos que dar y nuevos mecenas y patronos que acoger, pero desde
hoy hemos iniciado el camino”, asegura Ángel Gómez Montoro, presidente del
Patronato del Museo Universidad de Navarra.
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