Julia
Sáez-Angulo
La
pintora Alicia Pardo ha viajado a España desde América para participar junto
con el Grupo pro Arte y Cultura dirigido por Mayte Spínola, en la exposición
que dicho grupo lleva a cabo en el Palast Hohenems de Austria. Artista
defensora del medio ambiente y activista de su protección, afirma que arte y
naturaleza son caras de una misma
necesidad para el hombre.
Pinta
al óleo flores silvestres diminutas llevadas a gran escala en los lienzos,
queriendo poner de relieve su valor e importancia lenitiva, curativa o
alimenticia. En el tríptico que la pintora muestra en el Palast, ha
representado rosas, “porque es una flor hermosa que nos acompaña con frecuencia
en la vida, al nacer, en las bodas, cumpleaños y hasta en la muerte”, explica.
Como
defensora de la naturaleza pertenece a The Long Brun, organización creada por
Johan Zeitz, con los objetivos de cuatro “c”: conservación, cultura, comunidad
y comercio justo. “Cada uno de estos capítulos merece una conferencia y los
cuatro se complementan”. También pertenece al B Team, fundado por el mismo Zeitz y Richard Branson. “La tarea que
hay por delante es ingente”, dice.
Alicia
Pardo Lastra (Buenos Aires), oriunda de familia santanderina espera en breve su
nacionalidad española –doble con la argentina. Estudió Historia del Arte en Brasil, país donde
residió con su familia algún tiempo y aprendió el portugués, para seguir
aprendizaje de pintura en el taller de la señora Levi en los Estados Unidos,
para proseguir estudios de Bellas Artes. Se casó con un norteamericano y tiene
dos hijos y un nieto.
El
arte fue su ocupación y trabajó en el directorio del Guguenheim de Nueva York y
en la Aixon Gallery and Gardens en
Menphis, Tennesee. Paulatinamente se dio cuenta de que arte y naturaleza eran
un binomio complementario y comenzó su interés por la naturaleza y el medio ambiente
amenazados en el planeta, hasta el punto de involucrarse como férrea activista defensora de la Naturaleza.
Por
citar sólo algunos casos en los que intervino: en 1997 defendió con la razón,
uñas y dientes el Maneqinho Lopes de Sao Paulo, un gran parque de Sao Paulo en
una ciudad con enormes carencias de zonas verdes, al que van todas las clases
sociales a esparcirse y descansar; allí se quería especular con la
construcción. Su activismo fue luchador junto a otros artistas. Más de uno le
advertía: “te estás enfrentado a peces
gordos”. Así era, pero ella dio la cara y siguió adelante: “Soy muy batalladora
cuando me empeño y la clave es no mostrar miedo alguno con los poderosos en el
enfrentamiento, aunque lo sientas”, explica. Ganaron la causa.
Años
más tarde en los Estados Unidos, el Centro de Conservación de la Marina y el
Instituto of Health en Washington la convocaron para que se uniera en la
protesta ante el Congreso, porque iban a cambiar una ley de protección de medio
ambiente y lucharon para que no se hiciera. ¡Ganamos!” dice satisfecha Alicia
Pardo. “Soy muy justiciera ante una causa agresiva”, añade.
Un
tercera campaña de actuación tuvo lugar en las Bahamas cuando supo que se
estaba rompiendo a golpes un valioso arrecife de corales en Clifton Bay por una
empresa que, mal aconsejada, pretendía vender arena. Aquello era un desastre brutal
para naturaleza y la humanidad. Alicia llegó a entrevistarse con el primer
ministro de Bahamas y se cortó el ataque.
Un amor que
viene de infancia estanciera
“Mi
amor a la naturaleza viene desde mi infancia, cuenta la pintora Pardo. Mis
padres eran estancieros y conozco su amor a la tierra y al medio ambiente. Mi
madre era paisajista. La tierra, el horizonte y el cielo so algo indisoluble
que no debe interrumpirse. Desde niña me ha gustado abrazar a los árboles,
transmiten una energía singular”.
Actualmente,
en su amplia propiedad en la Patagonia, denominada El Santuario, no lejos del pequeño municipio de La Angostura, Alicia
Pardo sueña con llevar a cabo una presencia periódica de algunos artistas de la
tierra, del movimiento Land Art, que
funden sus obras en la naturaleza.
“El
Santuario es una propiedad privada que tiene un alto valor de conservación,
porque es bosque templado lluvioso, de los que no quedan muchos en el planeta y
menos en América. Está dentro del parque nacional de Naihuel Huapi, clave para
la biosfera, con árboles muy antiguos de distintas especies, como cipreses o
ñaries, un humedal soberbio para aves migratorias y una fauna muy particular
con algunos animales en peligros de extinción, como el pájaro carpintero gigante,
que solo existe en aquellas latitudes. “Mi hijo Nicolás Winegardner tiene
censados más de cien especies”. Mi nieto Alexander Winegardner ha fotografiado
toda aquella belleza de modo magistral.
“Me
da pena que se cierren algunos negocios en La Angostura y que la gente no tenga
empleo en ciertas épocas del año, por
eso me gustaría que la zona conservara su medio ambiente al tiempo que
ofreciera atractivos como el arte junto a la naturaleza, para que la comunidad
viva y se sostenga mejor. La ventaja de esta zona es que se encuentra bien
comunicada: a una hora del aeropuerto y
a media hora de Chile.
Está
todo soñado y hay mucho por hacer. Cuando le pregunto a Alicia Pardo de qué
artistas de la tierra le gustaría obras ver en su singular propiedad boscosa,
cita una serie de nombres de primera fila, entre los que se encuentra Anish
Kapoor, con quien estuvo hablando recientemente en un encuentro de trabajo en
Versalles.
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