L.M.A.
25/06/17.-
NOJA. Cantabria .- La crítica de arte Julia Sáez-Angulo ha pronunciado una
conferencia en el Simposio Internacional de Artistas en Noja, SIANOJA, dirigido
por Manuel Sánchez-Messía que tiene lugar del 22 de junio al 1 de julio de 2017
en el palacio del marqués de Albaicín. La conferenciante, entre otras cosas,
recordó:
“Estamos
celebrando el 80 aniversario de la gestación del cuadro Guernica, de Picasso con una buena exposición en el Museo Reina
Sofía titulada Piedad y terror en
Picasso. El camino a Guernica,
pues bien, un cuadro que durante los últimos años del franquismo circulaba
libremente como un testimonio de libertad y contestación al régimen de la dictadura.
El régimen franquista, sin embargo no permitía conferencias o una bibliografía
amplia sobre dicha pintura, como si la imagen fuera más inocua que la palabra.
Conviene tomar nota: el discurso del lenguaje
de la palabra suele tener más
impacto inmediato o directo, o resulta menos polisémico que la imagen. De hecho
se prohibían conferencias sobre Picasso o el Guernica, pero sí se permitía divulgar la imagen del cuadro, que
circuló profusamente como icono de
resistencia sobre todo en ambientes universitarios de los 60 y 70 del
pasado siglo XX. Una mesa redonda organizada en su día, en la que participaban
los profesores Víctor Nieto Alcaide y Alfonso Pérez Sánchez sobre el Guernica
fue vigilada por la brigada político social del régimen franquista y cuando
ellos alegaron un homenaje de silencio a Picasso, les fue también les fue
prohibido como testimonio callado pero elocuente, que no admitía dudas sobre su
significado.
Esta
situación de la imagen y la palabra como distintos lenguajes trae a la memoria
la afirmación del crítico de arte de la revista Time Robert Hughes, quien sostiene que el lenguaje de la palabra es
más inmediato, claro y directo que el de la imagen, por eso sirve mejor para
una revolución política inmediata, pero el lenguaje visual –sigue diciendo- es
más prolongado en el tiempo, porque lleva cargas de profundidad, porque afecta
con más arraigo a la sensibilidad del individuo y por lo tanto se hace más
sutil y permanente en su ánimo.
No olvidemos, volviendo al Guernica que el franquismo reclamó la
propiedad del cuadro del Guernica por primera vez en 1968, –cuadro pagado por
el Estado Español en tiempos de la República en 1937- según cuenta con
documentación el libro de la historiadora Genoveva Tusell, publicado por la
editorial Cátedra con el título de El
Guernica recobrado. Picasso, el franquismo y la llegada de la obra a España. Un
libro recomendable a todos los interesados en el tema, porque narra la relación
de Picasso con el franquismo, cuadro solo se había estudiado la somera
militancia del pintor con el Partido Comunista francés, lo que llevó a decir a
Dalí su célebre boutade en una conferencia: Picasso
es comunista. Yo tampoco.
Centrándonos
ahora en el cuadro Guernica: la
escena de sufrimiento y desconcierto,
que Picasso muestra en él, ha perdurado como emblema de la guerra, a lo largo
de ocho décadas. “Guernica se ha
convertido en la escena trágica de nuestra cultura”, recuerda el comisario de
la exposición en el museo Reina Sofía. Michel Leiris escribió sobre el cuadro
que había transformado el mundo moderno en “un cuadro amueblado en el que
todos, gesticulando aguardamos la muerte”. La presión exterior sobre la
población civil horrorizada es evidente en el cuadro. La barbarie y el bruto
entran y destruyen la paz. La situación presente en la guerra de Siria alberga
parámetros similares.
Guernica, emblema de las nuevas
realidades bélicas de guerra aérea, muerte a distancia y destrucción de
poblaciones inocentes, se ha expandido y transmutado a la imagen por
antonomasia del terror y el sufrimiento humanos en el interior, por la presión exterior que entra por las
ventanas. También hay piedad en el Guernica,
esa virtud romana que conlleva el respeto y la compasión por el prójimo: la
madre protegiendo y llorando a sus hijo muerto. “La mujer como máquina de
sufrir”, que diría Picasso más adelante al unísonos con los cuadros que la
representan entre lágrimas.
Llegada a
España en 1981
El
Guernica llegó a España en 1981,
siendo ministro de Cultura Íñigo Cavero, director general de Bellas Artes,
Javier Tussel y colaboradores Miguel Ortega y Álvaro Martínez Novillo. La
intervención del diplomático Joaquín Tena fue decisiva para “arrancar” de una
vez el cuadro al Museum of Modern Art de Nueva York, MoMA, que albergaba al Guernica, después de cierta itinerancia
del mismo por distintas ciudades. El MoMA parecía excusarse de continuo en las
reclamaciones de los distintos miembros de la familia Picasso sobre la
situación política en España, país que ya había aprobado una Constitución y
vivía en democracia.
Toda
gran obra de arte es un espejo en el que se mira cada generación en busca de
interpretaciones renovadas, actualizadas. Hay que saber contemplar el arte: los
cinco primeros minutos son para ver una obra y los diez siguientes –al menos-
para mirar, contemplar y dialogar con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario