Por Julia Sáez-Angulo
28/09/17.- Cuatrocientos religiosos
catalanes han suscrito un manifiesto a favor del referéndum catalán, olvidando
la máxima evangélica de “a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del
Cesar”, mientras que otro manifiesto de los directores de los museos catalanes
han suscrito otro, diciendo que sus instituciones son centros de debate y
reflexión sobre las distintas opiniones y que los temas políticos han de
debatirse en instancias políticas.
España, con buen criterio ha
protestado al Estado Vaticano y la conferencia episcopal ha refrendado al Estado
democrático constitucional frente a la secesión facciosa catalana, que arrasa
sin miramientos, con adoctrinamiento y la propaganda de posverdad. El cardenal
Omella baila en la cuerda floja de uno y otro lado, con esa palabra “dialogo”,que
en confrontación máxima de poco sirve, a menos que cambien los protagonistas.
Pero ¿tan difícil es entender que
los curas a lo suyo, que la doctrina de Cristo es la que deben predicar y
no la de Puigdemont? ¿O es que no van a decir misa ni dar la comunión a los
catalanes amedrentados por un secesionismo incívico al que esos curas sectarios
se suman.
Da pena pensar que Montserrat, donde
se debiera venerar –que nunca adorar- a la madre de Cristo- es un nido, caldo
de cultivo de independentismo unilateral y sectario, de adoctrinamiento catalanista
independiente y no de teología mariana con sus cuatro dogmas.
Tenemos demasiado cerca la
experiencia de la asesina ETA y el pudridero sangriento de algunos seminarios
vascos, donde crecía esa serpiente del mal que trajo casi mil asesinatos y
miles de víctimas ¡para nada!, con acólitos de Deusto transmutados en PNV, expectantes
actuales de lo que sucede para aumentar su insolidaridad con el resto de
españoles.
Ya está
bien de curas trabucaire en la Historia de España. Recordemos que el
diccionario de la RAE define trabucaire como: “antiguo faccioso catalán armado
de trabuco”. Toda una metáfora de lo que hoy vemos en la amada Cataluña.
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