08.09.17 .- Conocimos las pinturas de Luís
Coquenão (Lobito, Angola, 1953) a través de su galería de arte de Portugal,
concretamente de Braga, Mário Sequeira, con quien lleva trabajando desde
finales de los años noventa. Llamó nuestra atención la forma de evocar la
naturaleza (exterior e interior) a través de una pintura muy fluida y
transparente que, como ocurre con la acuarela cuando humedece el papel, va
generando formas más o menos precisas, más o menos imprecisas; mediante
manchas, gestos apenas vislumbrados, espacios, luz. La obra, al final, conforma
un paisaje entre soñado, imaginado y evocado que contrasta con la
artificiosidad que desprende la utilización de colores (verdes, magentas,
rojos) propios del diseño y la impresión. La pintura, así, actúa en favor de un
movimiento de ida y vuelta. Construye imágenes que conectan con las asimiladas
y reconocidas por el espectador al tiempo que resalta las cualidades intrínsecas
de la propia pintura.
El trabajo de Luís Coquenão, su lenguaje, su sentido, su visión,
conectaban con otros artistas de nuestra galería que también podrían tener como
referencias originarias a los artistas que proceden de lo sublime romántico.
Ahí están las exposiciones de Alberto Reguera o de Rosa Brun. Pero Coquenão
también conecta con otros artistas españoles del expresionismo abstracto tan
habituales de nuestra galería. El dropping
que emplea en algunas de sus obras, que tanto incide en la tensión de la obra,
y en su desactivación representativa, cuántas veces lo hemos visto en artistas
vinculados a la galería, como Manolo Millares o Gustavo Torner, artistas, como
Coquenão, especialmente sensibles tanto al arte asiático como a la escuela
norteamericana.
En el catálogo que se ha editado con motivo de la exposición, el editor,
crítico y comisario de exposiciones gallego David Barro, buen conocedor del
panorama artístico portugués, en su análisis sobre el artista y su obra,
comenta que "Luís Coquenão entiende la pintura como un acto de tiempo,
extremadamente débil. La imagen despliega su propio tiempo y para el espectador
ninguna imagen es captada en la primera mirada. Juega sí con los márgenes de la
visión y los fragmentos, con desórdenes, hasta llegar a un interesante estado
de ‘suspensión’". “En cierto modo,
los paisajes de Coquenão también se consumen, se erosionan hasta tornarse
definitivos, precisamente cuando el vacío se torna un ente activo. Lo que se
pinta, efectivamente, es la distancia, que se nos entrega como una visión
movediza, que unas veces gotea y otras se escurre, pero que en todo caso
siempre se abisma. De ahí lo acertado del título: paisajes de tinta."
La distancia de la que habla David Barro nos recuerda las palabras de
Th. W. Adorno, filósofo afín a Coquenão, autor de una imprescindible
"Teoría estética" y gran valedor de la idea de "autonomía del
arte". Para Adorno el arte demuestra ser tanto más "social"
cuanto más se aleja de la sociedad. Y Coquenão parece alejarse en busca de
otros territorios, menos evidentes, más casuales y azarosos, tratando, como
decía Baudelaire, "de extraer lo eterno de lo transitorio".
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La exposición se inaugura el próximo jueves, 14 de septiembre, con la
presencia del artista. Y finalizará el 28 de octubre.
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