Julia Sáez-Angulo
05/01/18 .- MADRID
.- No cree que la naturaleza imita al
arte, sino que está convencida de que el arte siente la llamada permanente de
la naturaleza. La pintora María Luisa Valero confiesa que la naturaleza le
atrae “por su fuerza, su perfección, su belleza y pureza cuando no está
contaminada. En resumen, la naturaleza es la creación de Dios y por eso el arte
siente su llamada para imitarla”. "La Naturaleza es poesía en sí".
María
Luisa Valero Espinosa (Madrid 1948) estudió Arte y Decoración, con una marcada
vocación hacia la pintura, a la se consagró, con paréntesis puntuales en la
docencia de la misma en colegios o en su estudio -durante 30 años-, donde transmitió a sus alumnos el
entusiasmo por la naturaleza y la figura humana, sobre todo del desnudo. Los
profesores Joaquín de la Puente y Francisco Echáuz le dejaron “la mejor huella
artística” en su formación profesional.
Su
primera exposición tuvo lugar en los 90 en Austria, país en el que residió largos años por
matrimonio. Después expuso en 1995 en la madrileña galería de Santa Bárbara;
allí presentó cuatro grandes bodegones de 90 x 81 cm. con cajas de acelgas y
otros vegetales. “Me inspiré mirándolas en un pequeño mercado”, explica. También hizo una
gran exposición en el Centro Cultural Gloria Fuertes de la isla canaria El
Hierro, sobre los volcanes de su orografía. “El Hierro es un pequeño continente
donde se dan todos los paisajes, pese a sus solo 40 km de largo. Es el lugar que más
me impactado gratamente”, asegura la artista.
En su
obra pictórica domina el paisaje y los elementos naturales como las raíces y
troncos retorcidos, así como las hojas de los árboles. “Habré pintado más de
cuarenta cuadros con hojas volanderas, porque me gusta su libertad en el
aire, en el espacio pictórico. Son la mejor metáfora de la libertad y la
forma”, dice la pintora madrileña. En la paleta de la artista dominan los
verdes, el azul pindado, los amarillos y los rojos. En realidad maneja toda la
paleta cromática. Su material estrella es el óleo, "el más resistente en el tiempo", al que con frecuencia mezcla
con polvo de mármol y diversas tierras.
Para
M. Luisa Valero, la base de la pintura está en el dibujo, “solo con el dibujo
se logra la esencia de la pintura. Hay que dibujar y crear con el color. Cuando
dibujo las raíces y los troncos de los árboles, acaban por salir en sus nudos ojos
y bocas, como si tuvieran vida y existencia humana. Me gusta utilizar distintos
lápices, algunos de ellos grasos, para lograr las texturas que busco” explica
la autora.
M.
Luisa Valero también ha pintado bastantes retratos, "siempre por encargo". Y
recuerda con especial orgullo su cuadro titulado “La japonesa”, retrato de una
mujer, en la que quiso representar a la gueisha, a la mujer sumisa, en un
formato muy grande de 190 x 80 cm.
La
pintora se siente orgullosa de que su hija Mónica Mittendorfer haya estudiado
Bellas Artes y lleve a cabo una “obra expresionista muy creativa en la que
abunda la técnica mixta”.
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