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Julia Sáez-Angulo
Cuando
uno estudia la historia antigua y ve el dominio de facto de los clanes, observa
con igual estupor como las sociedades actuales se mueven igualmente por grupos
clientelares, que son los que se reparten la chance de ocupar el poder y
repartirse las prebendas que conlleva su tarta. Por muy democráticas que sean
estas sociedades, la partitocracia es tan cerrada en sí misma, arrastra consigo
tales actuaciones y pautas de comportamiento que dejan a la ciudadanía sin otra
alternativa que la de obedecer a sus actuaciones, procedentes incluso de las
minorías, que aliadas evitan el gobierno de la mayoría votada, tanto en el
Gobierno del estado como de las comunidades autónomas.
¿Cómo
quieren que la ciudadanía respete a los políticos si los ven como dinámicas
clientelares y reparto de sueldos? Digamoslo alto y claro, los partidos
políticos españoles de hoy por hoy soy simples clanes que se reparten el poder
como lo hicieron los clanes familiares en la historia antigua, como pueda hacerlo la mafia en Italia, sin que cuenten para nada los intereses
generales sino la ocupación de las poltronas. La Moncloa es hoy, más que nunca,
un ejemplo palpable de ese juego de clanes, que hace reír del “juego de tronos”.
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