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Julia
Sáez-Angulo
14/07/18.-
MADRID .- Fue el primer milagro de Cristo, el de las bodas de Caná que el
escritor Alejandro Fernández Barrajón, toma en singular para ofrecernos un
libro muy particular de reflexión y pensamiento: La boda de Caná, publicado por la editorial PPC.
Israel
y el Líbano se disputan la localidad de Caná, porque ambos Estados cuentan en
su territorio con una localidad de tal nombre. No olvidemos que el Líbano es
también Tierra Santa, porque el Maestro, el Mesías, Jesús de Nazaret estuvo
también en aquellas tierras.
Sea
donde fuere, Fernández Barrajón explica que este libro “surgió al escuchar la
hermosa interpretación de los símbolos que aparecen en el relato de la boda de
Caná. Jesús no escogió una cátedra, ni una escuela oficial, ni el Templo para
manifestarse a sus discípulos y comenzar su vida pública y el anuncio del
Reino. Escogió una boda, un encuentro festivo de amigos. Algo estaba cambiando
de manera sustancial. Una nueva mentalidad se abría paso en nombre de Dios:
aquella que necesitaba contar con lo humano para no descuidar lo divino. Un
estilo que muchos, ayer y hoy, no le perdonarán.
Ser
el primer milagro de Jesucristo en su vida pública y a petición de la Virgen
María, su madre, ha dado lugar también a muchas interpretaciones, lo mismo que
la respuesta, aparentemente seca de Cristo a su progenitora, cuando le dice: “Y
a ti y a mí, ¿qué nos importa mujer?”. Ciertamente el Salvador no había venido
al mundo para convertir el agua en vino, pero a petición de su madre hace aquel
milagro, que de no hacerlo hubiera hecho pasar un mal rato a los novios.
El
vino bendecido por Cristo, como elemento importante para el gozo y la alegría de
los hombres, que habría de tomar después como materia para su sangre, en la
creación del sacramento de la Eucaristía.
El
libro La boda de Caná, de 183
páginas, es una hermoso relato de aquel acontecimiento que encontramos resumido
en el Evangelio. El libro se abre con una hermosa cita de Chesterton: “la Iglesia
no es la asamblea de los puros, sino el hospital de los pecadores”.
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