-->
(La siguiente entrevista
con D. Darío Villanueva fue
realizada hace algunos meses habiéndose ido dilatando su publicación por
algunas cuestiones de ajuste, como el de querer incluir en la misma el tema de
la lengua inclusiva, lo que no pudo llevarse a efecto por problemas de agenda
del entonces Director de la RAE, quien el 4 de septiembre de 2018 manifestó su
deseo de no presentarse a su reelección. Finalmente el 20 de diciembre una
votación entre los miembros electos de la Docta Casa confió su Dirección al
jurista y experto en Derecho Público y en Derecho Administrativo cordobés, D.
Santiago Muñoz Machado, quien había sido elegido como académico el 13 de
diciembre de 2012, tomando posesión de su sillón el 26 de mayo de 2013 con su
discurso sobre “El itinerario de la libertad de palabra”.
Creemos que, pese a este
relevo en la dirección de la Real Academia de la Lengua, siguen siendo de
interés para todos las palabras de D. Darío Villanueva que ofrecemos a
continuación).
Darío Villanueva, académico de la RAE
14/2/19 .- MADRID .- Nacido en Villalba (Lugo) el 5 de junio
de 1950, Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la
Universidad de Santiago de Compostela, de la que fue Rector entre 1994 y 2002,
Darío Villanueva fue elegido Director de la Real Academia de la Lengua Española
el 11 de diciembre 2014, tras haber sido su Secretario desde el año 2009 como
Académico de Número, habiendo ocupado el sillón “D” desde 2007.
Su toma de posesión como
Director de la Docta Casa tuvo lugar el 8 de junio de 2015 con “El Quijote
antes del cinema”, discurso que fue respondido por el editor y poeta Pere
Gimferrer.
Su infancia transcurrió
en Luarca (Asturias) donde su padre era juez, estudió el bachillerato en Lugo y, en
1970, fijó su residencia en A Coruña. Lleva más de 40 años escribiendo en
revistas generalmente especializadas en literatura y, además, destaca su labor
como crítico literario en el suplemento “El Cultural” del periódico El Mundo.
Entre sus varias e interesantes publicaciones destacamos “El Jarama de Sánchez
Ferlosio: Su estructura y significado. 1973, 2ª edición
corregida , 1994, Universidad de Santiago de Compostela e “Imágenes de la
ciudad: poesía y cine, de Walt Whitman a Lorca, 2015, Ediciones Cátedra. En
2011 llevó a cabo la edición y prólogo de las “Obras completas de Elena
Quiroga”, publicadas en papel biblia por Biblioteca Fundación Castro de Madrid.
Ha sido Profesor
Visitante en la Escuela de Español del Middleby College (Vermont),1987, de la
Universidad de Boulder en Colorado en 1988 y 1993, formando parte de su
claustro como Catedrático Emérito desde 1989, y Profesor de la Universidad de
Borgoña (Dijon) en 1989 y 1991.
Es Presidente de la Sociedad
Española de Literatura General y Comparada, Asociación Internacional de
Hispanistas, Miembro de la Asociación Española de Teoría de la Literatura
(ASETEL), que presidió de 1996 a 2001, de la Asociación Internacional de
Hispanistas, la Sociedad Española de Semiótica y de la Twentieth Century
Spanish Association of América.
Ha recibido importantes
distinciones como la Insignia de Oro del Grupo Compostela de Universidades, la
de la Orden Nacional del Mérito de Ecuador en 2001 con Grado de Oficial y la
Medalla de Oro Castelao en 2005 y es Miembro de la Fundación Xaime Quesada
Blanco.
Nos parecía de interés
conversar con Darío Villanueva a fin de conocer de primera mano la labor de una
institución de tanta relevancia como la Real Academia Española de la Lengua:
-¿Cómo se elige y cuál es la función del director
de la Real Academia Española?
El Director de la RAE lo
elige la corporación entre sus miembros de número y su función es, simplemente,
presidir la Academia a todos los efectos.
-¿Qué futuro tiene una institución con más de
300 años de antigüedad y con un alto porcentaje de hablantes en todo el mundo?
La longevidad que
acreditan esos 304 años de vida, sin interrupción, mediando cambios políticos,
sociales e incluso guerras, promete un futuro que obligará, eso sí, a nuevas
adaptaciones, por ejemplo, a todo lo que significa la sociedad digital.
-¿Cómo se llevan las señoras y señores que
componen la RAE en el sentido de acordar criterios, crear
controversias positivas, aducir teorías diferentes en torno al uso del español,
la inclusión de nuevas palabras, etc.?
La RAE en su
funcionamiento interno hace gala de unas formas corteses y discretas para
discrepar. Si algún miembro de la corporación rompiera con esta cultura
académica, se encontraría solo en el intento.
-¿Qué criterios siguen los académicos para
ocupar los sillones que quedan vacantes?
Somos conscientes de que
el número de personas dignas de esa distinción es muy superior al de las plazas
disponibles. Por una parte, se ha de tener en cuenta el
currículo de los candidatos, que como reza el reglamento de la RAE deben
acreditar «una sobresaliente calidad en el uso de la lengua española» y méritos
destacados «por su creación literaria o por sus conocimientos científicos».
Pero también cuentan, y mucho, las necesidades de la Academia en cada momento,
para que el perfil de cada uno de sus miembros contribuya al cumplimiento de
los objetivos que la corporación se plantea.
-¿Obedece a algún motivo, o son simples cuestiones del
momento político-social del país, para la existencia o falta de académicos de
índole religiosa (como es la existencia de obispos), militar, empresarial,
política…?
En este momento hay
plazas cubiertas por académicos que cubren un amplio espectro de
especialidades, además de la militar y la empresarial que se mencionan. No
contamos actualmente, sin embargo, con académicos procedentes de la política o
de la Iglesia, pero no por ninguna razón de fondo, sino de coyuntura.
-Lo mismo cabría preguntar por las tendencias políticas de
académicas o académicos: ¿existe alguna prevención concreta en contra, o a
favor, a la hora de elegir nuevos académicos?
La respuesta a esta
pregunta es muy fácil: las tendencias políticas no tienen ninguna influencia en
la elección de los académicos. La RAE, en este sentido, está por completo al margen
de este tipo de consideraciones.
-¿Se ha dado algún caso, por motivos políticos o
de otro tipo, de suspender o anular la condición de académico a alguien a
través de la historia?
Sin duda. El régimen
franquista decretó que la RAE privara de su sillón a los académicos
republicanos en el exilio. No se hizo caso de tal imposición, de modo que se
mantuvieron dichos sillones sin cubrir hasta el regreso en democracia o el
fallecimiento de sus titulares. Caso excepcional fue el de Salvador de
Madariaga. Fue elegido académico en 1936 y tomó posesión de su plaza en 1976,
cuarenta años más tarde, una vez iniciado el proceso de transición hacia la
democracia. Falleció en 1978.
-¿A qué obedece la existencia de determinados
sillones, y no otros, en lo referente a su número, denominados con letras
mayúsculas o minúsculas?, ¿puede ampliarse, y en qué caso, ese número?
Obedece a las sucesivas
ampliaciones del número de académicos en función de las necesidades de la
propia Academia. Los fundadores fueron ocho. Enseguida se incrementó el número
para poder elaborar el primer diccionario, cuyo tomo inicial de los seis de que
consta la obra apareció en 1726, trece años después de la fundación. A cada
sillón se le dio una letra inicialmente mayúscula del alfabeto, y luego se
siguió con las minúsculas, que no están todas. Los primeros estatutos de la
corporación, que datan de 1715, fijaron en veinticuatro las plazas de la
corporación, designadas con letras mayúsculas del alfabeto. Las minúsculas
vinieron después, con la ampliación de las «sillas» en años posteriores. Las
plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no tienen —ni
han tenido en el pasado— representación en los sillones de la RAE: v, w, x, y,
z, Ñ, W, Y. El número se podría ampliar si los estatutos se cambiaran.
-¿Pueden convivir razonablemente, pongo por
caso, una catedrática de física con un corresponsal de guerra, un
novelista con un obispo (como fue el
caso de Tarancón), un poeta con un novelista o un catedrático de literatura…?
Claro, como conviven en
la vida misma.
-¿Existe un número suficiente de académicas o
académicos dedicados exclusivamente a la lexicografía, al estudio de nuevos
modismos, a los cambios gramaticales, etc.?
Así es. Todos los académicos
trabajan en diversas comisiones que examinan las propuestas de enmiendas y de
adiciones de vocabulario antes de decir sobre su aprobación e inclusión en el Diccionario.
Las comisiones tienen la misión de elaborar las propuestas que posteriormente
examinará el Pleno. Los académicos están divididos en las siguientes comisiones:
«Comisión Delegada del Pleno y para el Diccionario», «Comisión de Ciencias Sociales,
«Comisión de Vocabulario Científico y Técnico», «Comisión de Ciencias Humanas»,
«Comisión de Cultura» y «Comisión de Neologismos».
-¿Con qué aparato administrativo y de filólogos,
gramáticos, etc, cuenta la RAE para apoyar a las académicas y académicos?
La RAE cuenta con una
plantilla de ochenta y cinco colaboradores. Son filólogos, lingüistas,
bibliotecarios, periodistas, ingenieros informáticos, conservadores y personal
de administración.
-¿Cómo ha sido posible que desde 1713 las mujeres que han
ocupado sillones en la Docta Casa hayan sido tan escasas? Incluso en el último
siglo parece que ha habido una actuación de los varones limitando, o ignorando,
la entrada de féminas. En los últimos tiempos tal vez lo hubieran merecido, con
independencia de sus preferencias políticas, Emilia Pardo Bazán, Concha Espina,
Clara Campoamor, María de Maeztu, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite,
Mercedes Salisachs, Esther Tusquets. De
las autoras vivas todavía hay tiempo…
Esta observación es
absolutamente cierta. Sin embargo, las cosas empezaron bastante bien. En el
siglo xviii se incorporó a la RAE
doña Isidra Guzmán de la Cerda. Pero esta presencia lógica de la mujer no tuvo
continuidad. En el siglo xix,
cuando Gertrudis Gómez de Avellaneda solicitó entrar, con méritos sobrados para
ello, se le contestó con un argumento risible: que en los Estatutos de la RAE no se contemplaba la presencia de académicas.
¡Tampoco se prohibía! Lo malo es que, cuando, años después, una de las figuras
más importantes de la literatura y la intelectualidad española, Emilia Pardo
Bazán, se postuló como académica, recibió la misma respuesta. Una disculpa de
mal pagador. Fue en 1979 cuando entró la primera académica: Carmen Conde. Por
cierto, la primera mujer en ingresar en la Academia francesa fue Marguerite
Yourcenar un año más tarde, en 1980. En la RAE el último ingreso ha sido el de
María Paz Battaner. En la actualidad, son ocho las académicas, de las que seis
han sido elegidas entre 2010 y 2015: Soledad Puértolas, Inés Fernández Ordóñez,
Carme Riera, Aurora Egido, Clara Janés y la propia Paz Battaner.
-¿Existe una buena sintonía entre la RAE y el
Instituto Cervantes o instituciones afines como el Instituto de España, la
Academia de Roma, y las sedes en los diversos países de dichas instituciones?
La RAE pertenece al
Instituto de España junto a otras ocho reales academias. En este momento, el
director de la RAE es vicepresidente del Instituto de España. En cuanto al
Instituto Cervantes, la armonía es total, así como la complementariedad. Ellos
se dedican sobre todo al español donde no se habla español y nosotros nos
ocupamos del español donde se habla español.
-¿Qué relación tiene la Real Academia con los
conocidos como académicos correspondientes
de todo el mundo?
Recurrimos a ellos como
colaboradores en todo lo que la RAE precise, y los correspondientes están
informados de todo lo que la RAE hace y pueden participar en nuestros plenos
como los miembros de número.
-¿Y en el sentido, digamos, endogámico, cómo es
la relación real con las distintas academias de la lengua española?
La relación es excelente. Con la creación de la Asociación
de Academias de la Lengua Española (ASALE) en 1951, comienza a desarrollarse
una política lingüística que implica la colaboración de las veintitrés academias
de España, América, Filipinas y África, con el fin de fijar la norma común
sobre léxico, gramática y ortografía para todos los hispanohablantes.
-¿Y con las academias o instituciones de las
lenguas distintas al castellano como pueden ser no solo el euskera, gallego y
catalán y aranés, sino también con la llingua asturiana, el habla guanche, el
castúo, las variantes como el gallego del Bierzo, las de las Islas Baleares y
Valencia, el habla andaluza que defiende Vaz de Soto o utilizan los Álvarez
Quintero y Muñoz Seca, y las expresiones fronterizas con el idioma portugués,
tanto de Galicia como de León, Extremadura, Andalucía?
Fundamentalmente nos
relacionamos con las academias de lenguas cooficiales en el Estado Español. En
junio pasado, por ejemplo, firmamos un nuevo convenio con el Institut d’Estudis
Catalans, que es la academia de esta lengua.
-¿Existen contactos, digamos, constructivos con
las academias que tienen base o raíz latina como la italiana, brasileña,
rumana, portuguesa/brasileña?
Sí. Yo mismo soy
correspondiente de la Accademia della Crusca, la más antigua de las europeas
pues data del siglo xvii. Con los
rumanos intercambiamos sobre todo publicaciones. Y muy especialmente estamos en
contacto con la brasileña, que ya es una academia centenaria. La que la dirigía
cuando el centenario, la escritora de origen gallego Nélida Piñón, es
correspondiente nuestra. Y en fechas próximas nos visita en nuestra sede el
nuevo director, Marco Lucchesi.
-En ese mismo sentido, ¿cómo se asumen las
particularidades lingüísticas de las distintas autonomías, incluso las que
comporten el castellano en connivencia con su lengua propia?
Se asumen plenamente de
acuerdo con la Constitución española de 1978 y su desarrollo en los distintos
Estatutos de Autonomía y Leyes de normalización lingüística.
-¿Qué relaciones existen entre la RAE, la Casa
Real, el Congreso de los Diputados, el Senado, Gobierno, las diputaciones, autonomías,
ayuntamientos, la Bolsa de Comercio, el sistema bancario, las grandes empresas?
Con todas esas entidades
tenemos relación constante y fructífera. Sería prolijo explicitarlas todas.
Pero una mención especial merece la relación con la Casa Real, que viene de la
propia fundación de la Academia en 1713. Nació como una iniciativa de lo que
hoy llamamos «sociedad civil». No fue, pues, una iniciativa de la Corona ni del
gobierno (entonces, el Consejo de Castilla), sino de ocho ilustrados reunidos
en la casa del marqués de Villena. Pero cuando se comunicó al rey Felipe V,
este la puso bajo su protección en 1714. El rey ostenta según la Constitución
el patronazgo de todas las reales academias, de las que la primera fue la RAE.
Felipe VI preside la Fundación pro RAE que se constituyó hace veinticinco años gracias
al definitivo apoyo otorgado por don Juan Carlos I. El rey y la reina Letizia
presiden con frecuencia actos de la RAE y desde 2016 participan en un pleno
académico.
-¿Cómo ve la sociedad en general la función de
la RAE?
Quizá no sea yo la voz
más indicada para responder a esta pregunta, pues soy juez y parte. Como
director, tanto en España como en los países hispanohablantes, percibo que la
Academia tiene entidad de institución reconocida como tal, en lo que toca a un
asunto que concierne a todos: la lengua que hablamos. Por supuesto, esa misma
axialidad de la RAE suscita a veces críticas sobre sus decisiones.
-¿No sería posible que la Real Academia pudiera
tener capacidad coercitiva cuando se dan casos flagrantes de mala utilización o
mal uso intencionado del idioma por personas, grupos, instituciones, etc.?
Cuando en 1713 se creó,
se discutió mucho el lema. Triunfó el que pervive hasta hoy: «Limpia, fija y da
esplendor». Pero con él compitió otro que tiene que ver con esta pregunta. Era,
ni más y menos, «Aprueba y reprueba». Por suerte no triunfó. Faltaba más de un
siglo para la creación de la Guardia Civil… Discúlpeseme esta ironía: una academia
solo tiene la fuerza del estudio y la argumentación, nunca de la coerción que
con toda legitimidad exigen las leyes civiles y penales.
-¿Existe una buena relación entre la RAE y
sectores como el cine, el teatro, el deporte, la política, la diplomacia o la
prensa, por ejemplo, con independencia de que existan, o no, académicas o
académicos de alguno de estos sectores?
Sí. Tenemos convenio con
la Academia española de la Publicidad. Contamos con la Academia de Artes y Ciencias
Cinematográficas para el premio Borau-RAE al mejor guion escrito en español.
Las relaciones con la prensa son especialmente intensas. Y el director de la
RAE, que preside a la vez la Asociación de Academias de la Lengua Española
(ASALE), viaja siempre con el apoyo de nuestras embajadas y el Ministerio de
Asuntos Exteriores y Cooperación. La AECID es colaboradora fundamental de la
RAE y la ASALE, así como también la Fundación Carolina.
-¿Cómo se comportan los jóvenes, los universitarios, los
adolescentes, los deportistas, etc., ante la actuación de la RAE: la conocen,
acuden a sus actos, estiman sus decisiones, acatan su normativa, aprecian su
labor social?
No puedo contestar con
criterio: no conozco a todos los jóvenes.
-¿Existe preocupación en la Real Academia por temas que
afectan a los novelistas, lingüistas, profesores en general, comentaristas que
tienen a la lengua como protagonista, en el sentido de apoyarles, proteger sus
derechos, darles una visibilidad social?
Sin duda. Un ejemplo:
apoyamos totalmente las gestiones de CEDRO, que preside la académica Carme
Riera, para regularizar las pensiones de los escritores, intelectuales y
académicos que perciben a la vez ingresos por derechos de autor.
-¿Cómo se ve desde la RAE la labor de profesores,
educadores, padres en el inicio del aprendizaje de los niños y jóvenes del
español, tanto en España como en los países que hablan nuestra lengua?
Es fundamental. Siempre
que puedo, como ahora, insisto que la fuerza de las academias a favor del
idioma es menor que la de la educación y los medios de comunicación.
-Sigue existiendo una confusión entre la denominación de
español y castellano, al menos en determinados países de la América hispana,
¿cuál sería la más adecuada y por qué?
La Real Academia
Española considera que son sinónimos los términos castellano y español
para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y
que también se habla como propia en otras partes del mundo. Según se explica en
el Diccionario panhispánico de dudas,
el término español puede ser más recomendable por carecer de ambigüedad,
ya que se refiere de modo unívoco a la lengua. Asimismo, es la denominación que
se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo,
etc.). El término castellano inicialmente se refería al dialecto
románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media. La Constitución
de 1978 resolvió el asunto con una fórmula muy sutil: «El castellano es la
lengua española oficial del Estado», para no discriminar las otras lenguas
cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el
gallego o el vasco.
-¿Puede influir la RAE en las nuevas tendencias, modificaciones
lingüísticas, habla popular, etcétera?
Los dueños de la lengua
son sus usuarios, sus hablantes. La RAE y la ASALE hemos contribuido
históricamente a su estudio y a la elaboración de los grandes códigos de la
lengua, que han permitido hasta ahora mantener su unidad esencial en todo el
ámbito hispanohablante: diccionarios, gramáticas y ortografías. Esta misión de
las academias, compartida por las veintitrés corporaciones que forman la
Asociación de Academias de la Lengua (ASALE), se ha plasmado en la llamada «política
lingüística panhispánica», que ha dado grandes frutos y con la que seguimos
comprometidos.
-¿Siguen habitualmente las prescripciones de la Real
Academia los periodistas, profesores de todo tipo, conferenciantes, novelistas,
poetas?
Los periodistas,
profesores, conferenciantes, novelistas y poetas, que usted menciona, conceden
importancia al buen uso de la lengua y a la correcta aplicación de las normas
ortográficas.
-En ese sentido, ¿es útil la Fundación del Español Urgente
como medio para detectar nuevas palabras que sean susceptibles de incluirse en
el Diccionario o la adaptación de
extranjerismos diversos en el habla corriente, como es el caso reciente de la
inclusión de aporofobia?
Con la Fundación del
Español Urgente BBVA (Fundéu), que, como director de la Academia, tengo el
honor de presidir, colaboramos permanentemente en el asesoramiento a los medios
de comunicación. También realizamos esta labor, pero dirigida a un público más
amplio, no solo a periodistas, a través de nuestro Departamento de «Español al
día», que responde a diario a cientos de dudas y consultas lingüísticas
planteadas a través de las redes sociales (Twitter) y nuestra página web.
El Departamento de «Español
al día» asesora a los usuarios en la adaptación de extranjerismos al español y
resuelve diariamente sus dudas lingüísticas, muy frecuentemente sobre palabras
nuevas en el español. Asimismo, la RAE ha creado una comisión de trabajo que
estudia los neologismos.
-¿Puede, o debe, influir la Real Academia en las nuevas
tendencias del uso del idioma como las que están teniendo lugar en los medios
tecnológicos, tabletas, ordenadores, lectores Kindle?
A pesar de los temores que
despiertan las nuevas tecnologías, nuestro mensaje es de tranquilidad. Hemos de
asumir que nunca se ha había escrito tanto como ahora, bien y mal, y esto se
debe en gran medida a la aparición de unos medios como las tabletas y los
teléfonos inteligentes, que se han convertido en soportes para la escritura. Es
cierto que en ellos se escribe con abreviaturas y se utilizan códigos propios,
pero siempre que seamos capaces de distinguir el contexto en el que escribimos
no existirá peligro alguno. Hay que pensar que cuando en el siglo xix irrumpió el telégrafo, los
telegramas se escribían también con muchas licencias inaceptables en una
escritura formal.
- ¿Y en las innovaciones lingüísticas del habla popular de
las periferias, de determinadas profesiones, del hampa, los migrantes, los
deportes de masas….?
El Diccionario de la lengua española (DLE) tiene 93.000 lemas y 200.000
acepciones. La lengua española tiene muchas más palabras, pero el diccionario
no dispone de más espacio mientras no sea elaborado sobre una base
absolutamente digital, como estamos ahora haciendo. La lengua fluye a su ritmo;
hay palabras globo, que suben muy rápido, y luego se deshinchan. El Diccionario siempre irá por detrás, e
incorpora los lemas en virtud de un doble criterio: frecuencia de uso y
dispersión geográfica. Una jerga propia de un grupo local no tendrá cabida en
el DLE, pero eso no desacredita esa
vigencia entre sus usuarios.
-¿Qué actos privilegia la RAE como institución capaz de
promocionar determinadas acciones culturales o literarias, además de la simple
cesión de sus salas o salones para presentación de libros, conferencias u otros
actos de interés?
Los actos de ingreso de
los nuevos académicos y otras iniciativas, como por ejemplo la «Convención
académica del judeoespañol» que vamos a realizar entre el 19 y 20 de febrero.
También hemos hecho una jornada sobre el uso del español en los mensajes
publicitarios, en colaboración con la Academia española de la Publicidad.
-¿Hasta dónde tienen valor las propuestas que la Real
Academia envía a la Academia sueca, a los premios nacionales de Literatura, al
Premio Cervantes, al Princesa de Asturias o a las instituciones que soliciten
la colaboración de la Docta Casa o de alguno o algunos de sus miembros?
Unas veces acertamos,
otras no. Por ejemplo, el último Premio Cervantes, el escritor nicaragüense
Sergio Ramírez, era una propuesta de la RAE. Y todos los años, en octubre, la
Real Academia Sueca nos reitera el privilegio de que a título personal cada uno
de los académicos de la RAE pueda hacer propuesta de un candidato al Nobel de
Literatura.
-Por el contrario, ¿puede darse el caso, como ocurrió con
Benito Pérez Galdós o tal vez en alguna ocasión en la época franquista, de
negar su apoyo o retirarlo estando en trámite la concesión de algún premio u
honor concreto de escritores o intelectuales concretos?
No me consta tal cosa.
-Terminamos: ¿podemos hablar de números, de acepciones
actuales del Diccionario de la RAE,
de este como producto comercial, de las consultas en la Red, de los sectores en
que más simpatía despierta….?
En 2017 el DLE en la red ha tenido 750 millones de
consultas. En marzo de ese año alcanzamos el techo de 82 millones. Tenemos ocho
millones de visitantes únicos. Proceden las consultas de todos los países. Primero
España, luego México, Colombia y Argentina. En Estados Unidos se consulta cada
vez más. Los meses de vacaciones educativas detectamos un leve descenso de las
consultas.
Manuel Quiroga Clérigo
quirogaclerigom@gmail.com
Biblioteca de la RAE
No hay comentarios:
Publicar un comentario