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Julia Sáez-Angulo
21/9/19 .- Madrid .- Dirigida por
Mireia Gabilondo en el Teatro Español, la obra teatral El sirviente de Robin Maugham es todo un thriller psicológico entre
criado y señor. Ciertamente no es lo que nos tiene acostumbrados la idea del
mayordomo servicial y fiel a su señor en Inglaterra, sirvientes o mayordomos
que vienen de escuela y saben ayudar y no perder nunca la compostura. De ello
hemos visto películas –y no precisamente tópicas-, incluido a Igman Bergman.
Algunos señores y mayordomos recitan conjuntamente a Shakespeare, lo que habla
de la cultura de esos servidores domésticos, ciertamente consejeros en muchos
casos
El sirviente de esta obra de teatro
adolece de cierta chulería y hasta malos
modales de midle class, por no
decir clase baja desde el principio, por lo que choca un tanto. Cuesta ver esa
progresión o corrupción que llega hasta el dominio del señor. Manners before moral (modales antes que
moral) dice un aserto inglés.
Cierto que en la clase alta inglesa se
encuentran ejemplos de degeneración, decrepitud, sumisión y costumbres morales
degeneradas, probablemente procedentes de los internados masculinos donde los
castigos de palos en las nalgas y la homosexualidad en tiempos adolescentes
desvían las inclinaciones naturales de esos muchachos.
El señor de El sirviente llega de la guerra en África y solo busca comodidad y
confort a su vida de reino animal -comida, limpieza, tranquilidad y sexo- metido
en sociedad; solo necesita un sirviente que le de gusto en este campo y no le
altere, pero desde el comienzo, demasiado al principio el sirviente se rebela
como mandón y dispuesto a llevar la batuta dominando psicológicamente a su amo,
llevándolo hasta las bajas pasiones. La degradación es un hecho y el espectador
sigue la tensión, con lo cual la obra no es fallida, aunque le falte fineza y
matiz. El gesto de la mano del sirviente pidiendo “aire” es tan vulgar que no
responde a ningún buen mayordomo o sirviente inglés que se precie.
La fisonomía de Pablo Rivero en Tony responde al estereotipo, y Eusebio
Poncela, pese a su voz pastosa y baja, cumple su misión, aunque falle en los
matices por una dirección defectuosa.
La puesta en escena es funcional y
ágil.
Ficha artística
Dirección:
Mireia Gabilondo
Reparto:
Sandra Escacena
Carles Francino
Lisi Linder
Eusebio Poncela
Pablo Rivero
Carles Francino
Lisi Linder
Eusebio Poncela
Pablo Rivero
Ficha artística:
Traducción Álvaro Del Amo
Ayudante de Dirección Alexandru Stanciu
Diseño Escenografía y Vestuario Ikerne Giménez
Ayudante Escenografía y Vestuario Lua Quiroga
Diseño de Iluminación Miguel Ángel Camacho
Diseño de Imagen, Fotografía y Arte Visual Facundo Fuentes De La Oca, Sheila Pay
Composición Musical Fernando Velázquez
Productor Ejecutivo Lope García
Directora Producción Carmen Almirante
Jefe Producción Hugo López
Ayudante de Dirección Alexandru Stanciu
Diseño Escenografía y Vestuario Ikerne Giménez
Ayudante Escenografía y Vestuario Lua Quiroga
Diseño de Iluminación Miguel Ángel Camacho
Diseño de Imagen, Fotografía y Arte Visual Facundo Fuentes De La Oca, Sheila Pay
Composición Musical Fernando Velázquez
Productor Ejecutivo Lope García
Directora Producción Carmen Almirante
Jefe Producción Hugo López
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