Julia Sáez-Angulo
27/9/19
.- Madrid .- Guarda con celo las obras de su marido el escultor Manuel Marín en
su casa/estudio de Alhaurín de la Torre (Málaga), donde vivieron 30 años, entre
soberbios pinos, naranjos, macetas, arriates floridos y un laurel. Las grandes
esculturas del artista se distribuyen al aire libre poniendo movimiento, gracia
y color al viento y la brisa, dando cuenta de su gran ligereza; la más grande
junto a la entrada del estudio; al final de la escalera que asciende la ladera
de la montaña aparece otra gran escultura con alusiones figurativas a un toro. “Los días de más viento, es impresionante ver
girar la gran escultura de Manuel que tiene un mecanismo específico para poder
hacerlo”, explica la viuda, Mónika Rabassa.
Algunas de las esculturas tienen vagas referencias a animales. "Esta que alude a un perro, la hizo Manuel para mí, cuando perdí a uno de mis perros más queridos, con la intención de consolarme", cuenta su viuda.
Algunas de las esculturas tienen vagas referencias a animales. "Esta que alude a un perro, la hizo Manuel para mí, cuando perdí a uno de mis perros más queridos, con la intención de consolarme", cuenta su viuda.
Dentro de la casa las hay esculturas
más pequeñas y hasta diminutas, junto a pinturas de Warhol, Miró y otros
autores que Manuel coleccionó en vida. Mónika custodia este valioso legado y de
vez en cuando cede algunas piezas a los coleccionistas que se interesan por ellas.
Tres perros, Nala, Lenon y Chocolate la acompañan y protegen, amén una veintena
de gatos –animales profilácticos donde los haya- que campan a sus anchas hasta
las nueve de la noche en que Mónika les sirve la gran comida del día; si aluna
vez se retrasa, la reclaman con un buen concierto de maullidos.
Mónika Rabassa (Santo Domingo,
República Dominicana, 1956) desciende de familia sefardita con familia griega, afincada en la isla
caribeña desde los años del presidente Rafael Leonidas Trujillo. Cuando ella tenía ocho
años, sus padres se trasladaron a vivir a Nueva York, ciudad en la que conoció
a Manuel Marín cuando ambos compraban fruta en una tienda. El hecho de hablar
español los unió con facilidad. “Manuel tenía muy buen carácter, siempre estaba
de buen humor y dispuesto a la risa”, declara Mónika, quién también cuenta la
gran nostalgia del escultor por regresar a España, por lo que acabaron en su
país a mediados de los años 80. Vivieron juntos y se casaron en 1990, cuando
ella esperaba su primera hija.
Manuel Marín Fernandez (Cieza, Murcia, 1942 –Alhaurín de la Torre, Málaga, 2007), viajó a Inglaterra
muy joven y, con 17 años, comenzó a trabajar en el taller de Henry Moore. Más
adelante, en 1964, se traslado a los Estados Unidos, donde trabajó como restaurador de arte y
comenzó a construir sus esculturas, siguiendo el lenguaje de Alexander Calder y
Joan Miró. Su relación con los artistas americanos de su tiempo como Andy
Warhol, Basquiat y tantos otros le
proporcionó un buen mercado en de sus piezas en los Estados Unidos, algunas de
ellas se subastaron con buenos resultados en Sothebys o Bonhans. “Manuel
mantuvo una cierta relación con Henry Kissinger y los Kennedy, que le compró varias esculturas
y yo con Liza Minelli, desde que nos conocimos en un evento. Fueron muchos años”,
comenta Mónika.
Emprendedor y
reinventor de sí mismo, Manuel Marín abrió una galería de arte indio, la American Indian Art Gallery, porque así
se lo pidió Andy Warhol, buen aficionado a este arte. “Nosotros lo visitábamos
con frecuencia en su establecimiento de La Fábrica”, cuenta Mónika.
En Málaga situó
esculturas móviles al aire libre en el aeropuerto y en el pueblo Alhaurín de la Torre donde
se le reconoce y mima su memoria; allí se le hizo un notable exposición
retrospectiva, Además sus obras móviles figuran de en numerosos jardines
privados que se ornan con ellas en toda España. El empresario Mario Saslovsky
ha sido el más reciente comprador de una de sus esculturas móviles de interior.
Un cáncer de
colon acabó con la vida del escultor Manuel Marín a los 63 años. Mónica Rabassa
eligió permanecer en España tras su fallecimiento, aunque sus hijos residan
fuera del país. “Aquí están las obras de Manuel y yo las tengo que situar en
colecciones privadas de interés y lugares públicos adecuados”, explica. “Son
todas obras únicas; Manuel no trabajó nunca con múltiples. “Todas las piezas
están unidas con remaches y no con soldadura, porque resultan más estéticas”,
concluye Mónika.
Manuel Marín recibió este año la Medalla de Oro Mayte Spínola a título
póstumo.
https://www.grabadosylitografias.com/manuel-marin-esculturas.html
http://esculturasmanuelmarin.blogspot.com/2015/09/biografia-de-manuel-marin.html
Mónica Rabassa y Adriana Zapisek
http://esculturasmanuelmarin.blogspot.com/2015/09/biografia-de-manuel-marin.html
Mónica Rabassa y Adriana Zapisek
1 comentario:
Hermosas obras.. .Me encantan
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