Leo en ABC, estupefacto, que en Estados Unidos, concretamente en la librería Left Bank Books de San Luis (Misuri), han decidido retirar los libros de J. K. Rowling de sus estantes. El motivo tiene que ver con varias polémicas surgidas alrededor de su opinión sobre el colectivo trans. Tiempo ha, la autora ya dejó clara su postura, afirmando que las personas transgénero no pueden ser mujeres. De aquellos polvos surgieron los últimos lodos, que fueron removidos ni más ni menos que por el propio Stephen King, quien le afeó en público su opinión a la escritora inglesa, alegando que «las mujeres trans son mujeres». Rowling no tardó en borrar tweets elogiosos hacia King, entre antorchas y vocerío hater. «La misma persona que había escrito historias tan inclusivas degrada ahora a sus lectores más oprimidos», explica la librera que retira sus libros.
"La propia librera que censura a Rowling lo deja claro en sus declaraciones: la obra es un canto a la inclusión, y la autora una vergüenza para el colectivo"
Pese a que mi opinión es del todo contraria a la que J. K. Rowling pregona, pese a que noto que sus palabras hacia el colectivo trans mezclan el conservadurismo rancio propio de las islas británicas con una falta de criterio vergonzante, y pese a que las mujeres trans, por supuesto y como dice King, son mujeres, retirar la saga de libros fantásticos más vendida de la historia por una opinión mal tejida me resulta aberrante. Primero, porque libro y autor viajan en naves distintas. La propia librera que censura a Rowling lo deja claro en sus declaraciones: la obra es un canto a la inclusión, y la autora una vergüenza para el colectivo, prueba irrefutable de lo distintos que son ambos mundos. Y segundo, porque prohibir una ficción nada panfletera por una mera opinión siempre es peligroso: las convicciones cambian, las escalas morales también.
"Retirar Harry Potter de las estanterías no le quita poder a Rowling, sino a su potencial lector"
Se dice que los artistas cuyas actitudes no se adecúan a lo que la moral dominante requiere deben ser prohibidos con el objetivo de no dar más poder al emisor de la obra. En el caso de la polémica que nos ocupa, retirar Harry Potter de las estanterías no le quita poder a Rowling, sino a su potencial lector: ¿cuántos niños se adentraron en el hábito de la lectura con sus historias? Además, las declaraciones de Rowling son un grano en el desierto de lo que supone el feminismo y sus derechos, mientras que su obra es un universo dentro de la literatura. Un universo plagado de matices, entre los cuales se halla, como digo, un sentido muy digno de la justicia. Por eso, supeditar el poder de una obra así a un, insisto, insignificante gesto a ojos de la historia me parece, cuando menos, una actitud simplista, ingenua. Mientras, los usuarios en redes jalean la desaparición del mago Potter de las librerías, del mismo modo que, a falta de caballos, el pueblo tiraba del carro de Fernando en el XIX. Un absolutismo sutil que, como entonces, no permite la presencia de nada que piense distinto a él y que, también como entonces, convierte a sus partidarios en orgullosos portadores de la censura: ¡Vivan las caenas!
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Las atletas dicen basta: no quieren competir con transexuales
Save Women’s Sports (SWS) es una organización que aboga por preservar el criterio del sexo genético para la admisión a competiciones deportivas para mujeres. A finales de abril envió una petición al Comité Olímpico Internacional (COI) para que, aprovechando la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio a 2021, suspenda unas normas adoptadas en 2015, que permiten a las mujeres trans competir en certámenes femeninos.
Las normas fijadas en el consenso de 2015, que permiten a los hombres que se identifican como mujeres entrar en las categorías femeninas, son inaceptables. Reducir simplemente los niveles de testosterona durante un año no anula la ventaja masculina sobre las atletas femeninas”, aseguran.
Entre las firmantes se encuentran las fundadoras de SWS: Linda Blade, excampeona canadiense de heptatlón y presidenta de Athletics Alberta, y la levantadora de pesas estadounidense Beth Stelzer. Pero se han sumado atletas de casi 30 países.
En su petición al COI, tildan la decisión de “irresponsable, negligente y peligrosa”, y señalan que el organismo deportivo ha abandonado su deber de proteger la seguridad y la integridad de las mujeres. Autorizar a transexuales a competir contra ellas es, dicen, “una rampante discriminación por sexo”.
La ciencia acude en apoyo de su petición. Una investigación del Karolinska Institute, publicada en septiembre pasado, se fijó como objetivo comprobar si las hormonas que se administran para el cambio de sexo tienen efecto en la función y el tamaño de los músculos de las personas receptoras. Participaron 11 mujeres trans (genéticamente hombres) y 12 hombres trans (genéticamente mujeres), y se demostró que, tras un año de tratamiento y reducción de testosterona al primer grupo, todavía mantenían la ventaja sobre las mujeres biológicas.
Para SWS, el COI ha abandonado su deber de proteger la seguridad y la integridad de las mujeres
“El volumen muscular guarda estrecha relación con la fuerza. (…) Los niveles absolutos de volumen muscular y de fuerza de extensión de las rodillas después de la intervención, todavía favorecen a las mujeres trans. Conclusión: El tratamiento con hormonas de sexo contrario incide notablemente en la fortaleza, tamaño y composición de los músculos en los transexuales. A pesar del notable incremento de la masa muscular y de la fuerza en los hombres trans, tras 12 meses de tratamiento las mujeres trans aún son más fuertes y tienen más masa muscular”.
Según los investigadores suecos, estos resultados “pudieran ser relevantes cuando se valore la admisión de las mujeres trans a competir en la categoría femenina”.
Más ventaja que el “doping”
Según las normas del COI de 2015, las mujeres trans pueden tomar parte en eventos femeninos si sus niveles de testosterona –normalmente entre los 7,7 y los 29,4 nanomoles por litro (nmol/L)– están por debajo de 10 nmol/L durante no menos de 12 meses. Pero SWS señala el sinsentido, pues para la mayoría de las mujeres, el rango de esa hormona no suele estar más arriba de los 3 nmol/L.
A lo que parece, la petición al organismo internacional no es mero capricho ni “fobia a la diversidad”. Hablamos sobre el tema con Linda Blade, cofundadora de SWS:
— ¿Qué problemas implicaría aceptar a mujeres transexuales en las competencias femeninas?
— Las mujeres trans son hombres, por eso es injusto, ilógico y carente de ética. Un estudio publicado el 12 de mayo pasado (“Mujeres transexuales en categorías deportivas femeninas: ¿La supresión de la testosterona suprime la ventaja en el rendimiento deportivo del hombre?”, de un equipo del Karolinska y la Universidad de Manchester), muestra que los hombres tienen una ventaja sobre las atletas de entre un 10% y un 50%, según del deporte del que se trate. ¡Es una ventaja mayor que la del doping!
— ¿Por qué el organismo deportivo decidió cambiar las reglas?
— El COI no ha aportado otro argumento para explicar su prisa por modificarlas que no sea este, ya presente en el Consenso de 2015: “Desde el Consenso de Estocolmo de 2003 sobre la reasignación de sexo en el deporte, ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de la autonomía de la identidad de género en la sociedad, como lo reflejan muchas leyes en varias partes del mundo”.
Pero esta prisa por ser “inclusivos” no es característica del COI. Es un misterio. A partir de los documentos citados, se puede sospechar que la decisión tuvo más que ver con ciertos códigos de derechos humanos en Europa que con cualquier principio biológico. Es realmente sorprendente que el COI tome tal decisión sin investigar en profundidad, sin consultas. Si consideramos que se tomó 84 años (de 1900 a 1984) para “permitir” que las mujeres corrieran el maratón, uno pensaría que sus miembros se tomarían al menos unos pocos años para determinar si las atletas podían ser colocadas en posición de desventaja o en peligro, al autorizar a hombres que se declaran mujeres a participar en competencias femeninas.
El COI, al rincón de pensar
— El Karolinska Institute demostró recientemente que las mujeres trans ganan más masa muscular y resistencia que las mujeres biológicas. ¿Le parece que esto pueda tomarse en cuenta para modificar nuevamente las reglas?
— En el Documento de Consenso, de 2015, artículo 1 G, referido a “Líneas de actuación sobre transexuales”, se estipula que dichas normas “son un texto vivo y serán sujetos a revisión a la luz de cualquier desarrollo científico o médico”. Con esta declaración, el COI se garantiza una “puerta de escape” en caso de promulgar una decisión perjudicial. Y claramente, tanto la investigación del Karolinska como la otra mencionada ofrecen razones de peso para replantearse este asunto.
El COI puede y debe aprovechar la oportunidad y suspender las normas de 2015, de cara a los Juegos de Tokyo. Debe hacer un esfuerzo mayor y consultar con expertos en deporte femenino, como parte de un cuidadoso proceso para hallar una solución a la participación de los atletas trans e intersexuales, porque es insultante que el Comité utilice la categoría femenina como un “cajón de sastre”.
Para asegurar la justicia según el principio de la “ausencia de ventaja competitiva”, la categoría masculina debería ser la que sirviera como “categoría abierta”, mientras que la femenina debería restringirse para, únicamente, las personas biológicamente femeninas.
Las mujeres “trans” conservan la ventaja en fuerza muscular propia de los hombres
— ¿Ha conversado sobre este tema con mujeres atletas? ¿Cuál es la opinión dominante?
— Como presidenta de una asociación atlética, y como preparadora de cientos de atletas, desde la base a la élite, durante 30 años, puedo asegurarle que están preocupadas. Sí, he hablado con muchas. Los atletas varones piensan que todo esto es injusto, pero ellas tienen temor por dos razones: una, tienen miedo a hablar y que el COI las sancione, y dos, temen que se les obligue a competir contra cuerpos masculinos.
Además de ellas, también muchos funcionarios y entrenadores tienen reservas para expresar sus opiniones. En Canadá es posible que hacer la pregunta equivocada sobre la identidad de un atleta en una competición sea penalizado por la ley. Si ellos renuncian, dirigir el deporte se volverá difícil. Todos los atletas, mujeres y hombres, sufrirán las consecuencias. Te digo más: incluso los padres de chicas atletas me dicen que quitarán a sus hijas del deporte si no aseguramos las categorías por sexo.
El COI no ha se ha dado cuenta del efecto que sus normas de 2015 están teniendo en todo el sistema deportivo, desde la base hasta la élite. Espero que encuentren la sabiduría y el sentido común antes de que sea demasiado tarde.
“No tenemos oportunidad de ganar”
Hay quejas en Canadá y en otros lugares. Las voces contra la participación de transexuales en pruebas femeninas van desde las de deportistas de élite, como la extenista Martina Navratilova, las corredoras Dame Kelly Holmes y Paula Radcliffe, y la nadadora Sharron Davies, hasta las de un grupo de adolescentes norteamericanas que han llevado su caso a los tribunales.
A raíz de la decisión de la Interscholastic Athletic Conference de Connecticut (CIAC) de permitir a atletas trans participar en pruebas femeninas, desde 2017 dos transexuales han ganado 15 campeonatos de pista que antes habían sido conquistados por 10 muchachas.
Por tal motivo, tres corredoras, alumnas de enseñanza secundaria, han presentado una demanda contra la organización deportiva por infringir el Título IX de la Ley de Derechos Civiles, que estipula que nadie puede ser sujeto a discriminación por su sexo en ninguna actividad o programa financiado con fondos federales.
Una de las jóvenes, Selina Soule, dijo al Wall Street Journal que la política de la CIAC es “frustrante y decepcionante, porque todas nosotras entrenamos muy duro para restarle solo unas fracciones de segundo a nuestros tiempos, y esos atletas pueden hacerlo con la mitad del trabajo que hacemos (…). No tenemos oportunidad de ganar”.
“Las chicas no deben quedar reducidas a ser espectadoras de sus propios deportes –afirma por su parte la asesora jurídica Christiana Holcomb, de Alliance Defending Freedom, que apoya a las jóvenes atletas–. Permitir a los varones competir en categorías femeninas no es justo y perjudica las oportunidades de las deportistas. Los hombres siempre tendrán ventajas físicas inherentes sobre mujeres con aptitudes y entrenamiento similar. Las creencias de un hombre sobre su género no eliminan esas ventajas”.
4 comentarios:
No hay nada más incongruente que ser censor en nombre de la libertad. Algunos y algunas deberían leer a Voltaire que decía que siempre defenderá el derecho de los otros a opinar de forma diferente a la suya.
La libertad de pensar lo que quieras, expresar lo que has pensado y publicarlo es el corazón de nuestra cultura. Los censores del pensamiento atacan al corazón de la civilización
A veces pienso que a la raza humana no le satisface este maravilloso “diseño natural”, en el que fuimos colocados, e intenta imponer un nuevo “diseño” creado por nosotros mismos. Me parece un gesto de perversa soberbia, y de engreimiento infinito, al mirarnos un ombligo que es tan vulnerable como mortal.
no son buenas noticias las que anuncian que los horizontes se achican, independientes de su naturaleza.
Hay muchos precedentes, como Mia Merrill, J. William Waterhouse, sobre el cuadro Hilas y las ninfas, el cambio exigido a Leo Muscato en Florencia, en ópera Carmen, o Steven Pinker o al Nobel Hunt, y desde muy distintas consideraciones.
Empiezan a salir publicaciones muy documentadas sobre el tema , pero no creo que sean muy revisadas, como La Neo Inquisición, de Axel Kaiser, que estoy leyendo estos días. Primero debemos documentarnos ( verdades, medias verdades, datos erróneos …que circulan libres ) y una vez informados decidir la dirección de nuestro pensamiento.
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