domingo, 20 de septiembre de 2020

Florencio de la Fuente: El Quijote del Arte. Memorias (III) Museo de Arte Contemporáneo de Huete en el gran convento de La Merced



 Florencio de la Fuente en el centro

 Museo de Huete en el antiguo convento de La Merced



Trascripción y redacción: Julia Sáez-Angulo

            21/9/2020 .- Fue el primer museo de arte contemporáneo que se creó con buena parte de mi colección en 1993, por eso le tengo un cariño muy especial. Era como ver un sueño cristalizado. Además, era el refectorio en un edificio soberbio como el es el antiguo Convento de Jesús y de María, más conocido por Convento de la Merced, lleno de historia para la ciudad de Huete, una localidad con casi tres mil habitantes en la comarca de La Alcarria, a 54 km. de Cuenca y a 120 km. de Madrid por buena carretera. Huete era la capital natural de mi pueblo Guadamejud, el partido judicial de la comarca.
El edificio de La Merced –algunos lo llaman El Escorial de La Alcarria-, ocupa el solar de una antigua mezquita hispano-árabe, a su vez sobre una vieja ermita, que fue construido entre 1668 y 1684. Pertenece al Ayuntamiento desde la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX y estuvo destinado a múltiples usos, pero nunca cuajó en uno definitivo hasta que llegó mi colección de arte contemporáneo. Es una mole inmensa de tres plantas y varios sótanos, construido en piedra de sillería, con una escalera de honor de tipo imperial, con dos tramos, y una iglesia situada en el ala este. El claustro barroco fue diseñado y construido por Cosme de Peñalacía y la sala capitular se atribuye a José Martín de La Aldehuela en el XVIII. Se ha hecho una gran restauración en todo el convento para que pudiera adaptarse mejor a la nueva función de museo.
Mi colección se distribuye a lo largo de los espacios más significativos: la sala Capitular o sala de Columnas, el Refectorio y otras estancias cercanas.
Todo empezó con una exposición temporal de mis obras en el citado convento mercedario y las obras lucían tan bien en aquel lugar, que las ofrecí al Ayuntamiento en 1987. Hay personas, como el arqueólogo Manolo Osuna, cordobés afincado en Cuenca (él hizo las excavaciones de Ercábica y de Segóbriga) y Manuel Osuna que me ayudaron en los contactos. El entonces alcalde de la ciudad, don Romualdo Martínez Pérez acogió la idea con decisión y más tarde hizo lo mismo toda la corporación municipal. Se creó la Fundación Florencio de la Fuente con el consiguiente patronato para regir el museo. Más adelante, en 1993, se creó la Asociación de Amigos del Museo de Arte Contemporáneo Florencio de la Fuente en Huete.
El alcalde de Huete, Martínez Pérez, en su discurso inaugural el 19 de septiembre de 1990, habló de la importancia de aquel día para todos los optenses, también para mí, porque había logrado un sueño acariciado en los últimos años. Huete era ya una ciudad hecha al arte, a través de la herencia de sus ricos monumentos, ahora se sumaba el arte contemporáneo del XX y XXI. Fueron unas palabras concisas y entrañables. “El discurso, siempre breve”, sentenció el primer edil, siguiendo el consejo del doctor Vallejo-Nágera.
El coste total de la reconstrucción y habilitación del edificio de La Merced se elevó en aquel momento, según publicó la prensa, a veinte millones de pesetas financiados íntegramente por el Ayuntamiento de Huete. La Diputación Provincial de Cuenca ofreció trescientas mil pesetas, pero el Ayuntamiento no las aceptó por considerarlas insuficientes. Nuevo Diario publicó que la colaboración de las instituciones oficiales había sido mínima, más bien nula, diría yo. Todavía no debía valorar el proyecto, el patrimonio histórico-artístico que enriquecía a la localidad. Hay instituciones que con una cantidad insignificante y ridícula quieren figurar con su logo grande en los proyectos y publicaciones. Eso es picaresca institucional.
La colección se compone de más de casi doscientas obras con las firmas de los artistas españoles más representativos del siglo XX, que es el período en que yo he hecho principalmente la colección. No podía faltar el gran renovador de la pintura en eses siglo: Pablo Picasso, que está representado con una litografía, Caballero de la mano en el pecho; y del surrealista más afamado: Salvador Dalí, con otra litografía titulada Sputnik. Curiosamente las dos piezas me las regalaron: la primera fue el director de la Galería madrileña Círculo 2, a la que yo había comprado bastantes obras. El hombre, sabedor de mi entusiasmo y sacrificio al mismo tiempo por el arte, quiso recompensarme y una tarde me dijo:
-Florencio, llévate esto a tu casa y no lo abras hasta que no llegues allí. Y no se te ocurra devolvérmelo, porque me enfado de veras y no te hablo más.
La obra de Dalí me la dio la esposa de Mario Armero hijo, a cambio de una pieza de Oswaldo Guayasamín, porque yo tenía varias de este artista ecuatoriano, al que había tratado mucho en Madrid. En realidad, más que un regalo fue un intercambio.
Algunos artistas han sido también generosos conmigo. Después de haberles comprado algunas obras, me han regalado otras o me dejaban las siguientes a mejor precio. Es el caso de Guayasamín, con el que sostuve una intensa relación. El pintor estaba empeñado en que yo fuera a visitarle a su país y me invitó varias veces, ofreciéndome más cuadros si viajaba a su magnífico taller en Ecuador, pero no me decidí nunca a cruzar el Charco hasta su país.
He pasado muy buenos ratos con los artistas, me han hecho reír al tiempo que disfrutar de su arte, como por ejemplo con Antonio Villa-Toro o Henri Dechanet, que me han acompañado siempre en los contactos con las autoridades institucionales. A veces yo me quedaba embelesado con la maestría de algunos para dibujar, como en el caso de Ismael Berkane. ¿Qué facilidad y qué belleza! La de preparación y maestría que hay detrás, para trabajar de esa manera tan sabia y tan rápida. Guardo de él un cuaderno entero de dibujos, una serie muy coherente y muy bella, de la que me permití regalar dos ejemplares al Gabinete de Dibujos y Grabados de la Biblioteca Nacional de España, un lugar donde los artistas tienen ocasión de donar sus dibujos con la garantía de una buena conservación. Las funcionarias al cargo de este departamento, Isabel Ortega y Carmen Rodríguez, fueron rigurosas y atentas. Cada tres años se hace una exposición con las donaciones recibidas y vale la pena estar representado en la prestigiosa institución, donde los dibujos duermen al lado de los de Velázquez, Goya y Rembrandt.
Ismael Berkane, con el que hablo por teléfono de vez en cuando, me dice que prepara una amplia exposición de su escultura para Ibiza y que va a dedicármela como un homenaje. Siempre me conmueve la gratitud.

La enumeración de todos los artistas del M. A. C. Florencio de la Fuente en Huete podría ser tediosa, pero baste citar, entre los pintores, a Luis Gordillo, Cristino de Vera, Úrculo, Bonifacio Alfonso, Gregorio Prieto -con un cuadro titulado, Limón, precioso-, Gerardo Rueda, Francisco Mateos, Nicolás Sauquillo, Pilar Salmerón, Oscar Estruga, Vaquero Palacios, Cristóbal Toral, Joan Ponç, José María Labra, Carlos Mensa, Ramón Canet, Miquel Navarro, Francisco Rojas; Consuelo Chacón, Javier Mariscal, Álvarez Ortega, Altman, Solana, Lucio Muñoz, Manolo Aragón, Herrera, Corot, Bárbara Weil, Guinovart, Joaquín Peinado, Benjamín Palencia, Francisco Bores, Pepi Sánchez, Pepe Caballero, Rufino Tamayo, Zapata, Wilfredo Lam, Henri Dechanet, Antonio Saura o Gonzalo Torné. También está representado el arte naïf con un cuadro de La Chunga, la bailaora que hace una pintura plana muy graciosa. Entre los escultores: Jaume Plensa, Seixas, Manuel López o Planell.
Junto a estas piezas está una serie de obras de mi padrino, el pintor Pedro de Matheu, especialmente dibujos, junto a los retratos que le hicieron Vázquez Díaz y Álvarez Ortega. Junto a ellos, mis retratos que algunos artistas han querido hacerme gentilmente como Juan Gomila, Ángel Muriel o Manuel Aragón.

Conseguí mi objetivo, para que los demás, la gente, el público en general, disfrutara con mi colección lo mismo que yo lo hacía. Compartir un goce es disfrutar el doble.
En principio he tenido cierta preferencia por la pintura, porque yo me inicié en las artes viendo y contemplando pintura en el Museo del Prado y en el estudio de mi padrino Pedro de Matheu. La pintura me hacía volar, elevar la imaginación, pero poco a poco mi disfrute se fue extendiendo a la escultura, el dibujo, el grabado… Las artes plásticas están todas relacionadas unas con otras, son ramas de un mismo árbol.

Jesús Calle es hoy el director del M.A.C. de Huete, un profesional bien preparado para llevarlo.
Nunca he pedido nada a cambio de mi donación artística, si bien los Ayuntamientos, tanto de Huete como de Requena, han sido generosos al facilitarme una casa donde puedo alojarme cuando viajo a cualquiera de las dos localidades para atender alguna misión de los museos. Suelo ir con frecuencia a la casa de Huete, casi todos los fines de semana, porque es un chalet con jardín y eso me gusta. Además, me resulta muy bien comunicado –mejor que Villanueva de Guadamejud- por transporte público, ya que no dispongo de coche, porque no sé conducir un automóvil.

Datos del Museo
Situación: Convento de la Merced,  Plaza de la Merced, 1.
Telef.: 969 371 326
e-mail: 
turismohuete@hotmail.com
Horario: Preguntar y concertar en la Oficina Municipal de Turismo, en ese mismo edificio.
Entrada: Gratuita.

* Mañana: Florencio de la Fuente: El Quijote del Arte. Memorias (IV). Museo de Arte Contemporáneo de Requena




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