La compañía Teatro Noctámbulo se instala en la Sala Roja de los Teatros del Canal con nueva adaptación de Tito Andrónico. Dirigido por Antonio C. Guijosa y versionado por Nando López, el elenco lo encabezan José Vicente Moirón y Carmen Mayordomo, en una trama que explora la razón y el ingenio ocultos tras la violencia.
Dicen que no hay nada más temible que el propio ser humano. Un ente cuya luz puede apagarse en cualquier momento y dar rienda suelta a sus más oscuros instintos. De entre todos ellos, ninguno es más destructivo que el de venganza. Así lo intentó plasmar William Shakespeare cuando en 1593 estrenó su opera prima, Tito Andrónico, que ahora regresa en nueva adaptación tras su paso por el Festival de Mérida. Conspiraciones y sed de sangre componen una trama que explora el ingenio y la razón que a veces se ocultan detrás de actos tan impulsivos como la violencia.
Dirigido por Antonio C. Guijosa, el montaje está protagonizado por José Vicente Moirón (Tito) y Carmen Mayordomo (la reina Tamora). Ambientado en la última etapa del Imperio Romano, momento en el que se encontraba en su mayor decadencia, la obra se inicia cuando el general Tito Andrónico regresa victorioso de su guerra contra los godos. Aunque su mayor deseo es recuperar la paz en su país, las constantes tensiones políticas y los desgraciados eventos que traerán consigo desatarán su lado más temible.
Adaptado por Nando López, la producción corre a cargo de la compañía extremeña Teatro del Noctámbulo. Fundada en 1994, el grupo ha incluido a Shakespeare en su repertorio desde sus comienzos, empezando por El Sueño de una noche de verano para el Festival de Teatro Clásico de Mérida en 1999 y dirigida por Denis Rafter. En 2008, estrenaron Sólo Hamlet solo, una versión innovadora escrita por Miguel Murillo y bajo las órdenes de Jesús Manchón.
OBSERVACIONES CRÍTICAS
por Julia Sáez-Angulo
31/1/21.- Madrid.- El banquete final de Tito Andrónico, la obra más feroz y truculenta de William Shakespeare es uno de los más terribles de la literatura. La condición humana llevada al extremo por el escritor británico se hace patente en esta obra, que habla de la crueldad, la muerte y la venganza como un deus ex machina, que desencadena pasiones sin fin, imposibles en apariencia de cortar, donde cada cual tiene cierta responsabilidad en los hechos llevados en sus consecuencias al paroxismo, máxime cuando se recuerdan las cosas como pudieron ser y no fueron, porque se renunciaron a ellas.
La venganza es un plato muy sabroso si se sirve frío, parece recordar Shakespeare en la obra puesta en escena en los Teatros del Canal, pero sus frutos son amargos y dolorosos. Si no se corta la cadena de la venganza, el horror es imparable. La frontera entre la vida y la muerte transcurre en cuestión de una decisión voluntaria o caprichosa a partir de una humillación que encadena otras y otras…
Shakespeare sabe hurgar en el poder, sus celos y consecuencias. Y en Tito Andrónico lo lleva a sus máximas ponencias, no solo de la muerte por asesinato, sino por violación, mutilación, desgarro y más, reservado para el final, en suma, la barbarie extrema del hombre dejado levar de sus pasiones y el disfrute del poder.
Roma, cuna del Derecho occidental, tenía una devoción cruenta en sus leyes, dentro de un mundo en que Religión y Derecho conformaban la misma justicia, más allá de los sentimientos de los hombres. Tito Andrónicus cumple la ley y también la barbarie que incluían sus normas, más allá de lo descrito por Antígona de que hay leyes en el corazón de los hombres, en la conciencia, en definitiva, por encima de la ley positiva. Los tiempos traerían la piedad, la compasión y la magnanimidad, que en muchos ámbitos de la “civilizada” Roma no existían.
Tito Andrónicus es un espectáculo y una reflexión literaria y filosófica y cívica sobre el mundo de los valores entre los hombres. La degradación progresiva de los personajes alerta sobre la condición humana.
2 comentarios:
No leí esta obra pero creo que el "encuentro" entre ley positiva y ley natural no es cuestión que haya pasado de moda.
Saludos,
Raúl
javier villán zapatero:
Y la más brutal e insidiosa…VOMITIVA
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