Julia Sáez-Angulo
29/3/21.- Madrid.- Viendo la obra teatral “La señorita Margarita” del brasileño Roberto Athayde me venía a la memoria la idea de libertad de cátedra, donde cada profesor suelta su pensamiento e ideología, cuando no “paridas”, a los alumnos. Esta es una vivencia personal para cada uno que haya asistido a la escuela, colegio y universidad pública y/o privada.
Doña Margarita es una profesora de octavo de la ESO, a la vieja usanza -la nueva no es que haya mejorado mucho- en que va desgranando sus conocimientos en medio de su estilo entre simpático, inane y autoritario. La libertad de cátedra se contradice con frecuencia con la libertad de escuela, un derecho de padres y alumnos frente a esa libertad de cátedra desde la que se enseña con impunidad reaccionarismo o marximo leninismo (vaya ud, a algunas facultades de Ciencias Políticas españolas), por poner algunos ejemplos vivos de nuestra historia reciente, actual y vivida. ¿Cuál de ambos derechos es más importante? Elegir el ideario educativo es una vieja aspiración frente al Estado Leviatán.
“Doña Margarita” -Petra Martínez- es simpática, graciosa, egótica hasta hablar en tercera persona sobre sí misma, está como una chota, con sus antecedentes personales variopintos que inevitablemente vierte en sus clases sin venir a cuento, con una gracia o una brutalidad que provoca la hilaridad del espectador, aunque a veces, ese mismo espectador lamenta que la caricatura no sea una crítica más seria y profunda de lo que se vierte en los alumnos por mor de la libertad de cátedra o los corsés de los programas estatales donde abunda hoy lo políticamente correcto velis nolis. Donde la libertad es herida siempre.
Educar con sentido crítico es educar, porque el “Ego Magister dixit” solo cabe para los mesías. Por cierto, la expresión latina “motu proprio” no lleva la preposición “de”, como se dice en el texto del escenario sin ánimus iocandi.
En suma, una obra paródica para reír y establecer una lejana crítica a la educación, la escuela, el colegio, la Universidad, los profesores…donde parece ausente la inspección de rigor necesaria -así nos va- y el respeto a la libertad de todos. Algunas secuencias o gags resultan algo prolongadas, como la de imprecar a los espectadores en la repetición de unos logos. La parodia a veces resulta excesiva o reiterada.
La coda final de Petra Martínez es un monólogo sobre su vida privada y no un diálogo con los espectadores. Pero la actriz es tan simpática…
Una producción de La Estampida con la colaboración de Nara.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: JUAN MARGALLO
TEXTO: ROBERTO ATHAYDE
REPARTO: PETRA MARTÍNEZ
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: LETICIA L. KARAMAZANA
DISEÑO DE SONIDO: JUAN MARGALLO
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: ALESSIO MELONI (AAPEE)
FOTOGRAFÍA Y VÍDEOS: SUSANA MARTÍN
ILUSTRACIONES: QUIQUE SANTANA
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: AÍDA DE LA ROCHA
UNA PRODUCCIÓN DE LA ESTAMPIDA CON LA COLABORACIÓN DE NARA
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