Julia Sáez-Angulo
16/4/21.- Madrid.- “Casa de muñecas es un clásico del feminismo, entendido este como un manifiesto en favor de los derechos de la mujer, algo tan noble como decir de los seres humanos, de la condición humana y su libertad. El escritor noruego Henrik Ibsen tiene en su haber literario una obra teatral, pionera y magistral sobre un alegato en favor de la libertad de la mujer y el descubrimiento de las máscaras sociales sobre ella.
La editorial Cátedra nos ofrece una nueva edición de la obra teatral “Casa de muñecas de Henrik Ibsen (1828-1906) en edición de Gabriel Mas, quien ofrece un estudio introductorio interesante.
Nora es la gran protagonista de “Casa de muñecas”, un personaje que se ha convertido casi en arquetipo literario, por perfilar un tipo de mujer que vive en jaula de oro, bajo la apariencia de un matrimonio burgués y feliz, hasta que sus anhelos rompen contra la hipocresía y los roles impuestos. Los entresijos de la situación revelan su falta de libertad y la imposibilidad de alcanzarla, a menos que rompa con buena parte de esa situación inane y asfixiante de su casa de muñecas.
Ibsen se inspiró en la historia real de la escritora noruega Laura Petersen. Las ansias de volar, de trabajar fuera de casa, haciendo una tarea que le atraía más que la vida doméstica, hacen de Nora un prototipo de mujer que desea volar por el mundo, más allá de las ataduras familiares en una casa cómoda y cuidada. El mundo en ancho y lo quiere recorrer.
El marido de Laura, Viktor Kieler, enfermó de tuberculosis y los médicos le prescribieron un viaje al sur, para que intentara cuidarse en un clima más benigno. Por el delicado estado de salud de su marido, Laura cargó con la responsabilidad de conseguir el dinero, pidiendo un préstamo a espaldas de estén para conseguirlo. Viajaron a Italia y Kieler se recuperó, pero a la vuelta, al no poder pagar el préstamo, Laura falsificó un cheque para intentar engañar al Banco, esto provocó un gran escándalo y Kieler, en vez de tratar de ayudarla, repudió a su esposa, quitándole la custodia de sus hijos. Laura sufrió una crisis de ansiedad y fue ingresada durante un mes en una institución psiquiátrica. Sin embargo, a diferencia de Nora, finalmente acabó volviendo a casa.
La obra dramática de Ibsen analiza los comportamientos y los traduce en las palabras que van articulando el drama interior de los personajes. Nora sale airosa en medio de esa casa de muñecas que es su hogar.
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