Ioana Zlotescu, escritora
Julia Sáez-Angulo
23.08.2021.- El Escorial.- Cuando la conocí en la juventud, su belleza, fundamentalmente su cabello rubio ondulado, me recordó siempre a una de las figuras de El nacimiento de la primavera de Boticelli -soy historiadora del arte y las analogías me funcionan por ese campo. Era una muchacha rumana veintiañera, bien instruida, perteneciente a la burguesía de su país. Se afincó en España cuando Rumanía, estaba sometida a la férrea órbita soviética de la URSS. Se sintió española muy pronto, porque fue bien acogida en los medios académicos e intelectuales por sus conocimientos en literatura, por su erudición y por su dominio perfecto de la lengua española, sin acento o ápice alguno de extranjera. Ni el profesor Higgins de fonética en Pigmalión hubiera sospechado que ella había nacido fuera de la piel de toro
Ioana Zlotescu (1946) ha traducido a numerosos autores del español al rumano y del rumano al español. Entre los primeros, Ramón Gómez de la Serna, Camilo José Cela, Miguel de Unamuno… y entre los segundos a Paul Celan, Micea Eliade, Emil Cioran, Norman Manea….
Su belleza también le ayudó, estoy segura, porque la belleza es siempre un activo en la vida, pero su juventud espantó a alguno de los escritores como Cela, que, cuando tuvo delante a la traductora de su obra al rumano, pese a su belleza, torció el gesto. No era posible que una jovenzuela como ella hubiera podido plasmar su compleja obra en otro idioma. Poco a poco, al conocerla y tratarla, fue suavizando su opinión.
Muy pronto la rumana fue calificada de hispanista, algo que a ella le agradaba, pero mucho más cuando alguien como el escritor Ernesto Jiménez Caballero la calificó de “hispanista y rumanista” en un foro literario. Aquel calificativo de rumanista le apasionó y sentía que la palabra no hiciera fortuna en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pues era muy precisa para expresar su dominio de la literatura rumana, al igual que en la española. (Tecla Portela también aspira a que la palabra "luxista", como experta en literatura portuguesa, haga fortuna)
Otro escritor, Francisco Umbral, calificó a Ioana de “viuda blanca de Ramón”, por lo mucho que ha hecho por el conocimiento y la divulgación del escritor madrileño, entre otras cosas, dirigir las Obras Completas del autor de las Greguerías.
Carmen Llorca fue realmente su hada madrina en España y así lo reconoce Ioana Zlotescu en todo momento, quien presume de que es española por carta de naturaleza y decreto real. “Es usted la primera rumana que no obtiene la nacionalidad española por matrimonio”, le dijo el funcionario del Registro Civil a la hora inscribirla.
-Yo nunca solicité la nacionalidad española, me la ofrecieron y acepté con gusto, explica la rumanista. El funcionario del Registro se permitió incluso traducir mi nombre como Juana.
A Ioana, me la presentó Mónica Nedelcu, una amiga rumana común, colaboradora del escritor y profesor Vintila Horia, que asistió a mi boda y que se nos fue muy pronto por un maldito cáncer fulminante. Ambas, Mónica y Ioana tuvieron que recurrir al socialista Enrique Tierno Galván para poder traer a sus padres a Madrid, donde ambas residían. El viejo profesor tenía mano entre los comunistas más allá del telón de acero, que se decía entonces, para influir en los políticos. Ambas aventuras no estuvieron exentas de riesgos reales.
Ioana cuenta que cuando su padre llegó a Madrid sentía urgencia de contar a su hija toda su vida. Era como si quisiera dejarle aquel legado de origen para que no lo olvidara. Ella, tontamente, no tomoó notas en ese momento. Su padre fue director de Banco y crear una Escuela de Comercio tras la II Guerra Mundial, lo salvó de las garras comunistas. Dos tíos suyos corrieron peor suerte, al desaparecer en las cárceles del régimen bajo la bota de la URSS.
-En Rumanía hay hoy gente visceral contra comunistas y socialistas en todas partes, porque les obligaron a serlo ellos durante muchos años, explica Ioana.
La rumanista sigue residiendo en Madrid, en lo que ella denomina “casa familiar”, porque en ella vivieron sus padres. Un piso alto sobre una plaza recoleta y con árboles, menos que en origen, pues le talaron unos cuantos, para llevar a cabo un aparcamiento subterráneo, lo que fue causa de su disgusto. La rumanista movilizó a varios autores, quienes se apresuraron a escribir en favor de aquellos árboles, lo que no impidió que los ediles permanecieran en sus trece, algo que disgustó profundamente a la rumanista y le costó en parte la salud de aquellos días.
Un fuego inmisericorde también arrasó en buena parte su vivienda y, lo que fue peor, muchos de los libros y enseres familiares que fueron devorados por las lenguas de fuego que hicieron pavesas los recuerdos.
-Había dedicatorias de libros tan intensas de amigos o colegas, que me produjo profundo dolor perderlas para siempre. Pero así fue. Entre ellas recuerda las de su amigo el escritor Jorge Semprún, al que invitó a dar una conferencia en el Instituto Cervantes de Bucarest, cuando ella fue nombrada directora del mismo.
-Fue una experiencia maravillosa para mí, volver a mí país Rumania en esa situación en el Instituto Cervantes.
Ella recuerda la conferencia de Semprún en la que dijo que cuando muere un dictador como Franco, con él se acaba la dictadura, pero cuando cae un sistema totalitario como el comunista, resulta imposible erradicar la dictadura, porque está entrañada en el sistema y permanece más arraigada durante años.
La rumanista sigue viviendo en su alto apartamento madrileño, con amplio salón desde el que se ven los árboles que quedan y ella ama. Vive en él, pese al incendio, pues en esa casa quedan ecos de la presencia familiar de sus padres.
-¿A dónde iría si no, en busca de raíces?
Ella cree en el destino y sabe que su país es España -sin dejar de amar a Rumanía- que la mayoría de sus amigos están aquí, que su casa es la elegida por las vistas a la recoleta plaza de árboles en Madrid, la Villa y Corte donde vivió Ramón, el escritor al que ha consagrado buena parte de su vida.
Clara Janés y yo le insistimos para que escriba sus memorias, pero se resiste en medio de su mala salud de hierro ("Tú eres muy fuerte", le repite Clara).
-Lo mío es la investigación literaria, no la narrativa de mi vida, contesta Ioana.
Quién sabe si algún día se anima.
Actualmente, la rumanista e hispanista prepara una intervención para los actos literarios en la próxima Feria del Libro de Madrid, que comienza -si Dios quiere- el próximo 10 de septiembre.
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