Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek
13/1/22 .- Buenos Aires.- No pudo haber una despedida más grata que la de Sol Durini y Miguel Nougués a Adriana Zapisek, Mario Saslovsky y Julia Sáez-Angulo. El matrimonio parte de vacaciones a Punta del Este (Uruguay) -Mario para pescar pejerreyes- y yo regreso a España. El encuentro tuvo lugar en un almuerzo en el Yacht Club Argentino, a la salida del río hacia el Plata, por donde se desliza hermoso y solemne el buquebús Francisco -en honor del Papa argentino-, que llega de Montevideo, cargado automóviles con sus correspondientes propietarios que llegan del mar.
Miguel Nougués y García Uriburu, diplomático fino, pertenece a todos los clubs privados de alta gama en Buenos Aires y no pudo elegir el mejor en este caso, para una comida al aire libre, en una mesa bajo un ceibo escultórico centenario, al borde del agua, viendo pasar veleros y barcos.
"La flor del ceibo fue declarada flor nacional por un decreto, pero hubo un tiempo en que se disputaba ese honor con la "estrella federal", también roja que en España se llama la flor de Navidad o de pascua", explica Sol Durini y Adriana asiente.
El Yacht Club Argentino se fundo en 1883 y es el primero de América Latina. Allí figura un trofeo de Uriburu, abuelo materno de Miguel. Al diplomático lo hacen socio vitalicio el año que viene en el Yacht Club, porque cumplirá 60 años en el mismo. Entró con once años.
Sol Durini, Sherezade porteña, nos narró amenas y diversas historias del pasado y del presente, con Miguel como red, en caso de duda o vacilación sobre un dato, un nombre o una fecha.
La primera historia, más bien referida hacia mí, porque doy por hecho que los otros argentinos ya la conocían, fue la de Nuestra Señora de Bonaria, protectora de navegantes desde la localidad italiana de Cagliari, en Cerdeña, donde se le da culto. Se sabe que la imagen de la Virgen en madera llegó a la localidad sarda por mar y que los conquistadores españoles, con Don Pedro de Mendoza a la cabeza, conocieron la imagen, su poder milagroso y su apreciado culto, por lo que le pusieron ese nombre (Bon Ayre) a la capital argentina en su primera fundación en 1536, continuada más adelante, en la segunda, por Juan de Garay en 1580.
La isla de Cerdeña pertenecía entonces al reino de Aragón, y por tanto a España: el santuario de Cagliari era del siglo XIV, al que siguió una basílica del XVIII y XIX. La capital argentina también cuenta con una basílica de nombre Nuestra Señora del Buen Aire, en el barrio de Caballito.
De lo sacro, pasamos a lo profano y Sol Durini contó la historia de la escultora tucumana Lola Mora (1866-1936) -nombre de bailaora flamenca-, de estilo clasicista, que hizo obras importantes para la ciudad de Buenos Aires como la Fuente de las Nereidas, más conocida como la Fuente de Lola Mora. Mujer adelantada en su época, escandalizó con sus figuras femeninas de senos al aire y fue censurada por ello.
Al mirar las nereidas recordé el célebre libro renacentista el Sueño de Polifilo, de Francesco Colonna, en el que un joven recorre los jardines en las noches de luna, para besar los labios de las bellas estatuas greco-romanas. La cultura libresca nos pierde y podemos acabar como Don Quijote.
No se permitió que la Fuente de las Nereidas fuera instalada en el centro de Buenos Aires y se trasladó hacia las afueras del río, donde todavía se encuentra, bien protegida con una valla contra el vandalismo. Se supo en Buenos Aires, que Lola Mora, fue amante del presidente Julio F. Roca, al que le hizo un busto de su figura. La escultora estudió en Roma, de ahí su gusto por la mitología y el clasicismo con alguna tendencia abstraizante. Su obra en mármol de Carrara ha quedado sembrada por toda Argentina y su autora es modelo de feminismo audaz en el país.
El Congreso de la Nación Argentina instituyó el “Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas” el 17 de noviembre, fecha del natalicio de Lola Mora.
Cerca de la Fuente de las Nereidas, se encuentra el Paseo de Gloria con la hilera de esculturas en recuerdo u homenaje a los atletas argentinos célebres: Guillermo Vilas (tenis), Luciana Aymar (hockey), Gabriela Sabatini (tenis), Hugo Porta (rugby), Roberto di Vizenzo (golf), pascual Pérez (boxeo), Juan Manuel Fangio (automovilismo). Todo un recorrido por la Costanera sur, que hicimos en automóvil, después del almuerzo y recorrer las estancias del Yacht Club Argentino..
Continuamos después por delante del Museo de la Inmigración, antiguo Hotel de los Inmigrantes, donde Adriana cuenta que estuvieron sus padres, durante una semana al llegar de Italia en 1946. Su mamá italiana, su papá polaco, ella argentina de primera generación. Lo cuenta la pintora, no sin emoción. En los Registros figuran los nombres.
Resulta grato compartir tiempo y palabras con Sol Durini y Miguel Nougués, con Adriana Zapisek y Mario Saslovsky. Queda mucho por ver, por recorrer. Sol y Miguel volverán a Capilla del Señor, porque “a mí me gustan los pueblos más que los countries (urbanizaciones)", insiste Sol. "Me gusta la gente local y asistir a procesiones y fiestas costumbristas de gauchos vestidos de cuero y plata, que se celebran dos veces al año".
Los gauchos, como los toreros, son muy ceremoniosos en el vestir. Tanto Borges como Victoria Ocampo decían que ya no quedaban gauchos en el sentido genuino de aquellos hombres, jinetes solitarios, centauros que recorrían la Pampa, ataviados con bombachas, sombreros o boinas, pañuelos al cuello, espuelas y facones afilados al cinto.
Al hablar del placer de la comida, me permitir contar el chiste malo de:
-Señor, ¿le gustan los niños?
-Yo como de todo.
Al menos Sol se rió.
Sol Durini rio piadosamente el chiste. Ella y su esposo cuentan con un apartamento en Marbella y viajan con frecuencia a España. Por medio de Isabel Padilla Borbón, ex directora del Museo Larreta, conocieron a la Infanta Doña Margarita, que siempre cuenta cómo su hija mayor fue concebida en Argentina, pero el padre de la Infanta, Don Juan de Borbón, le hizo viajar a España, para que la niña naciera allí. La realeza es así.
Vimos otra vez al buquebús Francisco. Partía hacia Uruguay, solo tarda dos horas y media en llegar. Va a buena velocidad, con las ventanas cerradas. Es un ferry catamarán de alta velocidad construido en 2012. En dos días lo tomarán Adriana, Mario y su Jaguar rumbo a Punta del Este. Los pejerreyes esperan.
¿Por qué el Papa Francisco no habrá visitado Argentina todavía, desde que tomara posesión del Vaticano en 2013?
Buenos Aires, 14 de enero de 2022
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