Tomás Paredes Romero, escritor
Julia Sáez-Angulo
Fotos: Mercedes Marcos
21/8/22.- Madrid.- Tomás Paredes Romero (Granada, 1946) estudió en el Colegio Alfonso XII de los Agustinos escurialenses y ese dato lo convoca en estas Crónicas. Sabe que tengo una casa en El Escorial y ello nos lleva a conversar de este lugar tan querido para ambos, que coincidimos también en ser licenciados en Derecho y críticos de arte. Es también licenciado en Historia Antigua y presidente honorario de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte y miembro de la Internacional. Es poeta, aunque no se prodiga en publicar. Ha escrito diversos libros e isagoges, amén de decenas de textos para catálogos de artistas contemporáneos y clásicos. Entre sus títulos: El retrato de sus sueños, Manuel Santiago Morato; Alcohol de Alfileres, Pedro Castro Ortega, o Carlos Albert, escultor… Ha comisariado decenas de exposiciones y ha sido miembro de otros tantos jurados de certámenes artísticos. Cree en el arte, pero no en todo el arte; sus juicios orales rezuman con frecuencia desencanto, ironía, talante crítico y su discurso resulta con frecuencia melancólico. Su cultura y erudición son asombrosas, al igual que su memoria. Escritor que adjetiva como nadie. Es una enciclopedia de consulta para los amigos. No falla. Artífice del lenguaje, su biblioteca particular rebasa los veinticinco mil ejemplares. Luce siempre pajarita en el cuello.
Cuando Tomás Paredes estuvo en el Colegio Alfonso XII y en la Universidad María Cristina, durante la década de los 60, en el Real Monasterio había congregación con gran número de filósofos, hebraístas, latinistas, helenistas, musicólogos, meteorólogos. Había Seminario agustino y se editaba la revista La Ciudad de Dios.
1. ¿Cómo antiguo alumno de los Agustinos en el colegio Alfonso XII ¿cómo contempla El Escorial? ¿Qué le trajo a instalarse?
A esa edad no te haces preguntas trascendentes. Yo quería aprender, tenía una curiosidad infinita de saber. En aquellos pasillos abiertos de piedra hacia un frío imperioso. Algunos estaban allí castigados, por conducta aviesa o malas notas- esto no lo conocía entonces-. Yo no, yo estaba para estudiar. A medida que ibas conociendo y te iban conociendo, para mi fue un paraíso. Recuerdo con gratitud lo que aprendí, al P. Benjamín Hernández, al P. Maurino que me hizo aprender y leer la literatura más consistente. Los PP. Modino, Villegas, Cuevas, Isaías, Ozaeta, Silvino…
Con el tiempo vas tomando conciencia y aquella mole cartesiana, macilenta, se agiganta y te acuna entre sus brazos de rectitud. El P. Paulino me llevaba al coro de la Basílica cuando ensayaba en el órgano de tres teclados. Y yo recostado sobre una misericordia oía a Bach, una y otra vez. El latín que sé, el griego, el francés, la música es una deuda con aquel colegio, donde había cine fórum, teatro, debates públicos, también castigos por leer a Dostoievski. Santiago Bernabéu era antiguo alumno y el Real Madrid se concentraba en el “Felipe II” y allí íbamos a ver a los jugadores más famosos.
2. ¿Qué es lo que más le atrae del Real Sitio y por qué?
El monasterio es un todo. Es una realidad material y una idea, una estructura descomunal de ideas donde la historia obedece al destino. Desde estudiantes escribíamos de El Escorial, publicábamos, con imprenta propia. Unamuno, Ortega, Marañón, Azaña, Ridruejo, Ghelderode, Montherlant, los PP. Álvarez Turienzo, del Estal, Difernán escribían, comentaban, comunicaban con nosotros. De El Escorial prefiero el carácter que imprime, la simetría, el orden, la profundidad, la grandeza. Es una acción de poderío para que el mundo tome nota. Vivir en esa geometría mágica y sólida. Ir a la imprenta, a la Biblioteca Real, al patio de los Evangelistas, sin salir, por dentro, como siguiendo a un guía incorpóreo. Entonces tenía una vida interna feraz, que hoy no tiene.
3. Al monasterio, unos le llaman “piedra lírica” y otros “mole de piedra”. ¿Qué opina usted?
El P. Saturnino Álvarez Turienzo publicó una antología con todas las referencias. Desde Góngora que la llama “Octava maravilla”, Quevedo “glorioso monumento”, pasando por los neoclásicos, los románticos, hasta el s. XX. “Gran piedra lírica” de Ortega; “clavada piedra de vuelo” de José María Alfaro; Lope Mateos, “esta piedra encendida y trabajada” del P. Félix García. Bergamín, Luis Rosales, Sánchez Mazas, Rafael Duyos, Pedro Laín, los hermanos Álvarez Quintero, Sánchez Silva, Ramón de Garciasol, Alonso Gamo, Octavio Uña, José María Suárez. Hay muchas interpretaciones, pocas brillantes; mucha hojarasca, escaso hurmiento.
4. Dentro del monasterio filipino, ¿qué subrayaría?
Una pequeña habitación, desgajada como meguez de esa inmensidad, desde la que Felipe II gobernaba el mundo. Parece irreal que, desde un monasterio al pie de Abantos, un hombre gobernara en cuatro continentes. Andar entre obras de Tiziano, Moro, Navarrete el Mudo, El Bosco, Cellini, El Greco, Rubens, Pantoja de la Cruz, no es baladí.
5. ¿Conoce el Monasterio de Prestado en el pueblo de El Escorial junto al Ayuntamiento? ¿Lo ha visitado alguna vez por dentro?
Sí, Sí, hace mucho tiempo y de mala forma. No guardo una idea clara. Nunca nadie se ha empeñado en devolverle lo que fue.
6. De la génesis histórica del monasterio, ¿qué episodio o paisaje le llama más la atención?
La decisión de Felipe II de construirlo, la elección del espacio, la voluntad de levantar un monumento que le representa como símbolo del poder, de la cultura, de la Iglesia, de la música, de la arquitectura, de la ciencia. La intervención asidua del monarca, revisando cada plano de Fray Antonio de Villacastín y de Juan Bautista,
7. ¿Cree que debe reivindicarse la figura de Felipe II de la leyenda negra?
Es de obligada decencia intelectual. Hay quien miente traicionado por su ira ideológica, la mayoría lo hacen por ignorancia. Cánovas del Castillo decía que no fue superado por otro mandatario. El retrato que hace Braudel, es sobrio y contundente. No estamos hablando de un santo, sino de un hombre, que tuvo una responsabilidad brutal. Un hombre serio, distante, pero conociendo las cuatro esquinas de sus reinos. Uno de sus lemas: “para lo bien hecho nunca es demasiado tarde”. Falta pensamiento y sobra verborrea. Sus retratos de Tiziano, Sofonisba Anguissola, Sánchez Coello, Pantoja, Moro…lo definen.
8. De los bosques que rodean el monasterio ¿Cuál prefiere y por cual pasea?
El monte Abantos. ¡Aquellos paseos por Abantos con el P. Gregorio de Andrés buscando el lugar desde donde Rubens pintó el Monasterio! Allí todo era aprender, en las aulas, en los paseos, en la Biblioteca, en los conciertos.
En 1628, Rubens viaja a España para entrevistarse con Felipe IV. Pasa en Madrid nueve meses y conoce a Velázquez, que le acompaña en su visita a El Escorial. Suben juntos a Abantos, que entonces no se llamaba así, queda prendado del paisaje y pinta una vista del Monasterio con Abantos pelado, en masas ocres, porque sólo se reforestó en el s. XIX y XX. El cuadro fue un presente para el Rey y pienso que está en el Museo del Prado. Hay una placa con la ubicación concreta, en la ladera de Abantos, o la había.
9. De la inmensa bibliografía de El Escorial ¿qué libros le interesaron más?
La Fundación del monasterio de Fray José de Sigüenza; Historia del Real monasterio del P. José Quevedo; Los verdaderos artífices de El Escorial de Amancio Portabales Pichel: los ensayos de los PP. Agustín Antolínez, Zarco Cuevas, Luciano Rubio, Ángel Custodio Vega. Los estudios dedicados a El Escorial de Gaya Nuño, Chueca Goitia, Antonio Bonet. Las páginas de Azaña y su Jardín de los Frailes, tal un poema en prosa.
10. ¿Cree que debieran unirse los dos municipios -ya unidos en su continuidad: El Escorial y San Lorenzo?
En mi tiempo de residencia allí, había mucha rivalidad. Hoy, no creo que eso tenga sentido. Pero, tampoco solucionaría nada importante.
11. ¿Qué le falta o que le sobra al Escorial?
Ni le falta, ni le sobra, lo que ves es. En todo caso, vendría bien una pedagogía de su historia y de su significación. Se ha glorificado a Herrera, en forma corta y pega, cuando el mayor artífice es Juan Bautista de Toledo y sus aparejadores. Pero en un país donde se celebra la ignorancia, esto es peccata minuta. Dos ministras del actual Gobierno ni conocen la numeración romana, ni conocen El Monasterio.
12. ¿Ha escrito o piensa escribir sobre El Escorial?
En la Universidad de María Cristina, yo fui director de la revista Nueva Etapa y allí publicamos numerosos textos míos y de otros sobre El Escorial. Avelino Folgado, José María López Ríocerezo, el P. Licinio, Honorato Largo, Federico Castejón, Prometeo Cerezo de Diego…son nombres que recuerdo con un inmenso cariño y agradecimiento.
Universidad María Cristina. San Lorenzo de El Escorial
Cruz de Rubens, cerca del Monasterio de El Escorial
Cruz en el monte Abantos, desde donde Rubens divisaba el Real Monasterio para pintarlo.
5 comentarios:
Me ha encantado la mirada de Tomás Paredes: clara, concreta y bien documentada, la cruz del monte Abantos, tan visitada por Rubens, en aquella época, para satisfacer los deseos de Felipe IV, pintando su Monasterio.
La fotografía que aporta sobre el lugar con la cruz, es magnífica. Paredes ha sabido dar un encanto cargado de fuerza, vitalidad y belleza a una mirada profunda y consciente de esta lugar, que para mí es magnífico, tú lo sabes, el Monasterio me conmueve y la naturaleza que le rodea me enamora.
Desde cualquier punto que se le vea, su imagen es Grandiosa, espectacular y sensacional, digno de un Rey, que supo mirar al presente unido sin lugar a dudas, al futuro, del que disfrutamos nosotros, por la menos yo, de una manera Inconmensurable. Mercedes Marcos
Estupenda entrevista querida
Julia de Tomás Paredes...
Evaristo Guerra
Excelente descripción del sitio y del espíritu de El Escorial.
gracias por tus Crónicas Escurialenses.
La magnífica entrevista a nuestro querido Tomás Paredes, tanto las certeras preguntas como las respuestas ilustradas y vividas de Tomás, hacen que su lectura sea un lujo para los que te seguimos.
Águeda de la Pisa
Hemos leído la entrevista de Tomás y nos ha gustado mucho. Nos perdemos con los nombres, no tenemos su erudición. Nos han entrado ganas de volver al monasterio. Es una maravilla.
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