Julia Sáez-Angulo
14/11/22.- Madrid.- La vida y obra de Vintila Horia (1915-1992), escritor rumano, nacionalizado español, va a ser objeto de estudio y homenaje al autor, en una jornada que tendrá lugar el día 16 de diciembre en la Universidad de Alcalá de Henares, institución en la que él fue docente de Filosofía y Letras. En esta Universidad se celebró el centenario del nacimiento del escritor hace dos años. Cristina Horia, hija del escritor estará presente en el homenaje, al que concurren diversas conferencias, comunicaciones y artículos. En este caso, más que conmemoración de la muerte de V.H., es por el 30 aniversario del libro: La Reconquista del Descubrimiento.
Cuando leí el libro Dios ha nacido en el exilio del escritor rumano Vintila Horia (1915-1922), siendo yo una joven veintiañera, quedé deslumbrada, impactada. Esa novela de Ovidio como protagonista, sobre el exilio de un escritor clásico, que llega a intuir y rozar la llegada del cristianismo, era fascinante. Una escritura que rezuma belleza. Uno de esos libros que enganchan como lector a la creatividad sucesiva de un autor, a estar pendiente de la salida de sus nuevos libros.
La novela llegaba con el marbete de premio Goncourt 1960, el premio francés más prestigioso, concedido por un prestigioso jurado francés, premio que Vintila acabó renunciando por la persecución de los inquisidores que le reprochaban su pasado político joven, cuando ellos mismos apoyaban precisamente un totalitarismo del que habrían de apearse, avergonzados con el tiempo, a partir de los 70. El diario comunista L´Humanité encabezaba esta campaña furibunda contra Horia. Para compensar aquella infamia, un año más tarde, en 1961, Horia recibió el premio El Conciliador en Milán. El premio Dante Alighieri se le concedió en Florencia en 1981.
Oh tempora, oh mores!, que diría Cicerón. Pese a todo, siempre se ha citado a Vintila Horia como premio Goncourt, bien merecido y concedido por un jurado de pro, no por gritos sectarios e interesados.
El libro Dios ha nacido en el exilio fue escrito en español en Madrid y después en francés: Dieu est nè en exile. V. Horia se había instalado en París de 1960 a 1964, pero regresó de nuevo a la capital de España donde fijó su residencia.
Siempre me han interesado los libros de Vintila Horia, por su valor literario, su escritura culta, preciosista, recreada en personajes históricos, en su mayoría con el denominador común del exilio, incluido el de Cristo como Dios Hombre, circunstancia que el mismo autor había sufrido en su vida, con destinos sucesivos en Austria, Italia, Argentina y España. Una vida errante. Fue en ese último país, España, donde se radicó, para fortuna de españoles, porque ganamos la presencia de un gran escritor, erudito y narrador excelente, que llegó a ser profesor de Literatura en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, para gozo y disfrute de sus alumnos. Y seguidamente catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras en Alcalá de Henares.
“A través del idioma que escribo […] yo hoy no considero tierras extrañas a las que me acogieron, sino tan mías como lo puedan ser de cualquier nativo”, dijo Horia tras su libro España y otros mundos. Vintila Horia falleció y está enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid.
Sus personajes de exilio, entre otros, además de Ovidio, han sido Platón en La séptima carta (1964 en francés y 1967 en español), Radu Negru, en El caballero de la resignación (1962); Boecio en Perseguid a Boecio (1983) o el Greco fundamentalmente en Un sepulcro en el cielo (1987), su última novela. Una constante en su obra, como si quisiera subrayar el sentimiento y, a veces, el sufrimiento del desarraigo. Una experiencia traumática. Para Horia, un exilio geográfico, existencial, arraigado en su espíritu y escritura. El exilio como camino de redención. Siempre queda la nostalgia del origen o el deseo del eterno retorno. Al autor le gusta meterse en la piel y la mente de personajes históricos para perfilarlos bien con la libertad creativa de la ficción. Sus protagonistas están muy bien esculpidos con las palabras de su escritura; sus monólogos nos permiten conocer un pensamiento interior que se desarrolla con precisión y veracidad en su manifestación. Captan al lector.
Ovidio, exiliado en Tomis, hoy la Constanza rumana; Platón, viajero accidenta por Oriente y sur de Italia; Radu Negru, príncipe rumano del siglo XIII-XIV; El Greco, venido de Creta, a través de Italia… cuatro personajes exiliados -hay más es la narrativa de Horia- bien perfilados para una tetralogía singular y hermosa sobre el exilio, que sufren tantos hombres, incluido el mismo Cristo niño en Egipto.
Algunos de los libros de V. Horia tuvieron varias ediciones, e incluso, en varias editoriales en las que él publicó, desde Planeta a Ciudadela de los Libros, pasando por Destino, Dyrsa, EMECE, Plaza y Janés, Austral…
Resulta interesante saber que V. Horia preparó a la célebre agente literaria Carmen Balcells en la agencia literaria ACER, que él mismo creó y dirigió. Y fue profesor de la periodista y escritora Marta Portal en la Escuela Oficial de Periodismo.
Conocí a Vintila Horia, aunque no lo traté mucho, a través de la profesora rumana Mónica Nedelcu, con la que yo tenía una amiga común: Joana Zlotescu. Mónica colaboraba con Horia y era patente su admiración por el escritor compatriota. Esta cercanía me facilitó que él me firmara los ejemplares suyos que yo tenía en mi biblioteca. El escritor se me antojó un hombre, un caballero formal y afable al mismo tiempo.
Mónica Nedelcu (permítanme decir que fue una amiga que estuvo en mi boda) hizoun excelente trabajo crítico del libro de V. Horia Une femme pour L´Apocalypse (1968), sobre el paisaje español y la topología metafísica en esta obra.
Por otra parte, yo recibía en el despacho el periódico Tribuna médica en el que Vintila Horia colaboraba haciendo, según recuerdo, unas largas entrevistas en sus páginas de tamaño tabloide a distintos pensadores. Recuerdo una de ellas, con el arzobispo ortodoxo de Corinto, un personaje interesante con el que yo también me entrevisté en mi viaje a Grecia.
En suma, haber leído la narrativa y conocido a Vintila Horia ha sido un placer en mi vida. He disfrutado con su literatura refinada, exquisita y elegante, porque he percibido en la lectura, que su autor es un erudito ameno, un intelectual europeo de pro, y, sobre todo, un gran humanista.
6 comentarios:
Jaime Siles Ruiz:
Julia, te agradezco mucho este artículo tuyo sobre Vintila Horia, con el que coincidí en la Universidad de Alcalá de Henares en el año 80, al haber ganado yo por oposición en 1979 la plaza de profesor titular numerario de Lengua y Literatura Latinas en aquella Universidad, donde estuve hasta 1982, en que gané, también por oposición, la cátedra de la misma materia en la Universidad de La Laguna. Lo recuerdo como una persona de trato muy afable, cultísima y encantadora. Cordiales saludos, Jaime Siles
María Tecla Portela Carreiro
"Un sepulcro en el cielo" es uno de los libros más maravillosos que he leído nunca... Lo conservo subrayado y lo tengo como una reliquia...
Deberían reeditar los libros de Vintila Horia, pero sí, le hicieron mucha propaganda política en contra, gente a la que se le salía la envidia por las costuras... Una pena.
Yo también lo conocí personalmente, pero lo traté poco, y buena pena tengo.
Espléndido artículo y reivindicación de una gran figura literaria que hizo de España su hogar y su refugio de vida. Fué vecino en sus últimos años, de mis padres, q,e.p.d. y mi padre me hablaba de él, cuando yo era un adolescente, como de un gran escritor al que conocía de saludarle en el ascensor e intercambiar algunas palabras. Y al que había leído y admiraba, como yo también hice al leer su obra, hace años. Este homenaje que haces en La Mirada Actual trae a la luz recuerdos de otro gran escritor y amigo, Jaime Siles y, curiosamente, también míos. Vintila Horia merecía esta entrada. Gracias, Julia. Siempre al rescate del presente y el pasado.
Estimados amigos
Gracias por tan bello artículo y por los comentarios. Me han traído el recuerdo de un gran escritor... y de un gran país. No conozco toda Rumania pero he visitado algunas ciudades. Verdaderamente Bucarest es la París del este y el rumano es nuestro hermano lejano. Es impresionante la difusión de la lengua española allí. Esa gran difusión se basa sobre todo en los culebrones latinoamericanos. Así es la vida: en un envase quizá no tan bueno... hallamos un gran tesoro. Nuevo agradecimiento,
Raúl
Carmen dijo...
Julia, ¡gracias por este artículo, espléndido! Leí yo también muy joven, a instancias de mi padre, las obras que Vintila le regaló y dedicó: se conocían por el trabajo de ambos en Radio Nacional. Y son lecturas inolvidables, que he disfrutado más de una vez, sobre todo, Dios ha nacido en el exilio, Perseguid a Boecio y La séptima carta, siempre admirada por su enorme belleza literaria, por la hondura de su pensamiento, por su concepción del ser humano, sus circunstancias, su conciencia y su acción en los transcursos de la vida... Lo dicho: ¡Gracias, Julia! ¡Una alegría leer este artículo!
Un abrazo, Carmen Pallarés
Que precioso Julia este artículo . Pasaba los veranos en su casa de Polop de la Marina . Era un gran admirador de Gabriel Miro y formaba parte de las tertulias veraniegas que mi abuela Pilar de Valderrama convocaba en el estío polopino . Lo recuerdo muy bien y con mucho cariño . Una gran persona ,muy agradable y con una exquisita educación .
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