MORANTE DE LA PUEBLA
Temple, maestría, arte, poderío…
Largos naturales, verónicas, chicuelinas,
medias cordobesas, revoleras, faroles…
Una buena larga cambiada.
Capote y muleta al compás de la mente,
la mano que guía los pasos.
Toreo de clase, de altura;
el hombre y la bestia frente a frente,
Ligerito muestra nobleza de casta,
trae el bravío de la ancha dehesa.
Belleza y riqueza taurina, El riesgo
del uno medido ante el otro,
metáfora viva de la incierta vida.
Estocada cierta, diestra y definitiva.
Morante de la Puebla, en traje de luces,
turquesa bordada, se erige en príncipe
de la tauromaquia, del arte de Cúchares.
Logró la perfección que no existe.
Lo sublime.
Silencio y mirada en la tarde de arena,
música de pasodoble para el maestro,
faena de antología en el albero,
arrebato de aplausos y olés en el tendido.
Tarde grande en la Real Maestranza,
tierra firme de docta tradición taurina.
Dos orejas y un rabo, trofeos de triunfo.
Lágrimas de emoción en el tendido.
Son las nueve de la tarde en todos los relojes
Morante de la Puebla sube al trono de hombros
y de hombres. Atraviesa el Paseo de Colón.
Sevilla está exultante, esperaba este día
después de cincuenta años de sequía.
Julia Sáez-Angulo
Mayo, 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario