Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek
8/11/23 .- Madrid .- M. Dolores Gallardo -Lola-, profesora jubilada de Latín en la Complutense, gusta de convocar de vez en cuando a una Cena de Damas en su casa, a la que acudimos con gusto las elegidas, por su persona y su cocina. No hay nada que haga y fomente más el encuentro, la palabra y la amistad que el ágape; quien convoca tiene todo el mérito, porque supone amor, desprendimiento y generosidad de tiempo y dedicación.
Los pasajes de la Sagrada Escritura están llenos de comidas o banquetes en el Antiguo y el Nuevo Testamento, desde las Bodas del Cordero, a las de Caná, pasando por el banquete que Zaqueo ofreció a Jesús de Nazaret cuando lo conoció, las comidas en la casa de Lázaro, Marta y María en Cafarnaún o la Última Cena, con que el propio Cristo se despidió de sus discípulos en el cenáculo. Los ejemplos son muchos.
Y no olvidemos el hermoso verso de san Juan de la Cruz: “la cena que recrea y enamora”. También los masones celebran el llamado ágape, después de las sesiones en el templo, para que los “hermanos” se conozcan, disfruten y departan sus asuntos.
Hay anfitriones generosos que no sienten pereza en organizar meriendas y cenas para que los amigos se encuentren y conozcan. Es el caso de Mayte Spínola, fundadora del Grupo pro Arte y Cultura, que convoca con frecuencia a los artistas para que conversen y surjan nuevos proyectos expositivos o culturales entre ellos.
Volviendo a Lola Gallardo, buena cocinera -en su tiempo tuvo también un restaurante vía consorte- nos ofreció buenos aperitivos de salmón marinado, tortilla de verduras y hojaldre de pimientos rojos y verdes. El plato contundente fue el rollo de bonito, una especialidad delicatessen de Asturias, que ella aprendió hace tiempo y llevaba meses sin hacerlo. ¡Exquisito! En el postre no faltaron los buñuelos de esta temporada de Todos los Santos, en sus tres variedades de nata, chocolate y crema. Los vinos: Lagunilla para las que pedían blanco y Cuné para las que requerimos tinto.
Y no hay que olvidar, sobre el mantel blanco y encaje, la vajilla blanca con cenefas griegas en oro, propia para una Doctora en Filología Clásica, la mejor experta en Mitología greco-romana, sobre la que ha escrito dos libros. Otras veces Lola nos ha puesto la vajilla inglesa de las mil rosas o la isabelina de grifos y roleos, porque la Doctora cuida siempre alhajar la buena mesa.
Entre las invitadas, Alicia Esteban Santos, otra Doctora en Clásicas, que lleva años haciendo teatro alternativo sobre los infinitos dioses del Olimpo y sus descendientes en la tierra: héroes, ninfas, sátiros, centauros... Ella escribe las obras, dirige y ensaya con los actores jóvenes, a veces niños, e incluso compra las telas adecuadas para hacer los peplos, túnicas y togas necesarias para la actuación. Una mujer todoterreno, voluntariosa y llena de talento, que nos tenía a todas encantadas y atentas a sus proyectos teatrales.
Lola Gallardo acababa de llegar de Alemania, donde estuvo veinte días y fue ex profeso para visitar el Museo de Pérgamo en Berlín, porque va a cerrar -ya lo ha hecho- por obras durante quince años. No sé lo que van a hacer, pero debe de ser algo tremendo para necesitar tanto tiempo de cierre en nuestros días de inmediatez y prisas. Lola vino también maravillada de las espléndidas colecciones egipcias de todas las épocas que tiene Alemania en sus diversos museos, así como de la luz natural que emite la cúpula del Parlamento en Berlín, a base de sucesivos espejos que la llevan hasta la mismísima sala de sesiones. Para terminar, Lola nos habló de su embeleso por los paseos otoñales junto al río Rhin en Colonia, donde estuvo al final de su viaje.
No hay mayor placer que la conversación con amigas cultas, eruditas, viajeras y comunicativas. Lola Rodríguez de Casanova, Mercedes Ballesteros, Adriana Zapisek y yo que escuchábamos, también hablamos, pero eso queda para otro día.
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