J.S.A.
3/5/24.- Madrid.- Al Padre Cruz Goñi, párroco honorario de la iglesia madrileña de Nuestra Señora del Dolor en La Guindalera, le pusieron su nombre, porque nació el Día de la Cruz, por eso, lleva con resignación que la Santa Madre Iglesia cambiara la festividad del día y colocara en su lugar a dos apóstoles ilustres, que está bien, pero la Santa Cruz, parece más importante.
Y todo ello, porque ya hay otra fiesta de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, si bien una contemplaba la invención de la Santa Cruz por santa Elena, y otra, la exaltación de la Santa Cruz, dos aspectos distintos. Lo hecho, hecho está.
Y como bien sabemos, la festividad del 3 de mayo está todavía muy arraigada en la tradición de numerosos pueblos de España e Iberoamérica, que es donde se conservan las tradiciones acendradas y siguen levantando cruces floridas en mayo, en la plaza mayor, en las iglesias, los campos… Hasta las coplas cantan aquello de “Cruz de mayo sevillana…” Moralzarzal (Madrid), sin ir más lejos, sigue celebrando la Cruz de Mayo, así como toda Córdoba y buena parte de Andalucía.
El origen de la fiesta de las Cruces que se celebra el 3 de mayo en muchas ciudades de España tiene su origen en la Edad Media, cuando se construían cruces para celebrar la victoria de las tropas cristianas sobre los musulmanes.
La Fiesta de la Cruz de Mayo y la cantería han ido de la mano hasta que el oficio ha dejado de existir en Moralzarzal. La tradición era que los empresarios invitaban a comer a sus trabajadores siempre el día 3 de mayo.
Cosas de “liturgos”, dice el padre Cruz Goñi Paternain (Guirguillano. Navarra, 1939) con resignación y palabra nueva, que brinda al diccionario de la RAE. Pues bien, aunque ya no se puede celebrar el santo del padre Goñi el día 3 de mayo, como lo había hecho toda la vida, sí celebramos su cumpleaños muchos de sus feligreses, incluso antiguos, venidos de otras parroquias, como el que se acercó a felicitarlo, procedente de Santa María Reina del Cielo en el barrio de La Estrella.
Como siga aumentado así el número de asistentes a la misa el día 3 de mayo en Santa María del Dolor, el cura Goñi va a tener que reservar un respetable salón de bodas para acoger a los feligreses que le queremos tanto. A mi familia nos bendijo la casa, cuando la adquirimos en la colonia de Madrid Moderno, y más adelante casó a mi hija. El número de bodas que ha bendecido el Padre Goñi, se cuenta con ceros.
El párroco honorario nos invita a todos, siempre, a un café en la cafetería Gómez -buen obrador, deficientes camareros-, frente a la iglesia, y las damas, piadosas y generosas, aportan la bollería a base de bizcochos (Inés), pastel de cabello de ángel (Cesi), pestiños (no recuerdo quien), rosquillas, croisants, donuts… auténticos manjares, prohibidos a los diabéticos.
El pintor Paco Bertrán, que reside en el barrio, se acercó a saludar al padre Goñi y le recordó que estudió el bachillerato en el Colegio Caldeiro, regido los capuchinos terciarios. El cura Goñi le dijo que buscaría su expediente.
Después de todo lo expuesto, digamos que celebramos litúrgicamente la santa misa con la festividad de los santos apóstoles Felipe y Santiago, como mandan los cánones. En la mañana, yo me apresuré a felicitar a S.M el rey Felipe VI (onomástica en privado), quien -nobleza obliga- responde siempre, a través de la Casa Real dándome las gracias. También felicité a mi pariente Felipe Bárcena y Varela de Limia, conde de Torrecedeira, que tiene uno de los pazos más bellos de Galicia.
Hostelería “manifiestamente mejorable”
Se quejan los hosteleros de que es muy difícil encontrar buenos camareros. Y de ello damos fe más de uno -Javier y yo, por ejemplo-, que lamentamos el mal estilo, descaro, desconsideración y burdas contestaciones de muchos de ellos, nativos, iberoamericanos o del Este. Da igual. Les falta una preparación para un trabajo de paciente cara al público. Ellos el último eslabón visible de la empresa de hostelería y por tanto su auténtico escaparate. Su conducta nos lleva a algunos a cambiar de sitio o no volver, para no tener que aguantar a ciertos elementos maleducados. “Manca finezza”, que dirían los italianos. Faltan modales “manifiestamente mejorables”, que se diría en lenguaje diplomático.
Pero si no están preparados profesionalmente para servir, al menos podrían los dueños o gerentes de la hostelería dar a los camareros una pequeña teórica sobre las formas, y recordarles aquello tan antiguo de que “el cliente siempre tiene razón”, “lo siento señor, o señora”, “no hay problema, se lo cambio”, “discúlpeme que hoy andamos algo desbordados”, “como lo siento”… y frases por el estilo. “Maners before moral” (las maneras antes que la moral), dicen los ingleses (una es políglota y no lo disimula). Hay que saber compensar a los clientes con pequeños gestos. Pablo, toma nota.
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