Julia Sáez-Angulo
2/9/24 .- El Escorial.- A partir del mes de septiembre, el monte Abantos amanece cada día con una boina de niebla, que se va deshaciendo a media que los rayos de sol avanzan. “Mañanita de Niebla, tarde de paseo”, dice el refrán popular. Los ingleses me enseñaron -en los dos años de juventud que conviví con ellos- “Foggy at seven, sanny at eleven”: “Nublado a las siete, soleado a las once”. No falla.
Los días se acortan y anuncian la melancolía del otoño, la estación más preciosa de las ciudades en general -ciertamente en Madrid-, pero no así en los lugares de veraneo, donde el bullicio de jardines y piscinas se va apagando en los del centro, al igual que en las playas y costas. Recordemos el fin del verano en la bellísima película “Muerte en Venecia”, en la que el director plasma poéticamente el paulatino abandono y la soledad del Lido, entre ráfagas de viento ya otoñales.
En la sierra de Guadarrama comienzan a aparecer la tormentas con aparato eléctrico -¡que expresión tan terrible! En la capital se dice: “El viento de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil”. Y en las costas el viento desagradable de levante o poniente sopla y barre arenas y chiringuitos.
Un camarero argentino, que trabajaba en Menorca, me contó que se quedó un invierno en la isla porque se enamoró de una menorquina, pero quedó asustado por la tristeza alternada de la continua lluvia, el viento, y el gris de los cielos durante toda la estación. No volvería a repetir la experiencia, dijo. Trabajaría en verano a pleno sol, pero huiría del invierno duro de las islas, en las que hay que refugiarse en la madriguera.
Después del verano llega la recapitulación, para los que nos gusta hacer cierto balance. Ahora ya pasamos del amor y la canción del verano, para pensar en los buenos ratos que pasamos, que son los “eternos” en el recuerdo. Y también en las cosas que aprendimos, porque como señala la UNESCO, el aprendizaje y la educación permanente se prolonga durante toda la vida. Los maestros van desde los amigos a la cajera del supermercado. Hay que ser sociables y la vida se hace más sabrosa.
Las conversaciones, a poco amenas y sustanciosas que sean, sirven para aprender cosas prácticas del día a día. Carmen Valero me indicó que, a falta de un bote ambientador contra los mosquitos -a El Escorial no ha llegado que yo sepa el terrible mosquito del Nilo- sirve el tarro de Vicks Vaporub, con la tapa abierta. El mentol ahuyenta los insectos, algo que le enseñaron a mi amiga en la República Dominicana. “Allí utilizan el mentol para todo”.
Patricia Larrea, escultora ecuatoriana, me habló con pasión del “marfil vegetal”, ahora que no se puede ni debe explotar el marfil de los elefantes. Se trata de la tagua, también conocida como yarina, nuez de marfil o marfil vegetal, es el nombre común que se le da a las semillas de varias especies de palmas Estas especies están distribuidas en los bosques húmedos tropicales del sur de Panamá y hasta Bolivia. Patricia las trabaja en joyería, a veces engarzada en plata. “Es de una dureza asombrosa”.
Pilar R. Laserna me ha enseñado que hay un autobús en El Escorial, para subir a San Lorenzo, más frecuente que el que uso habitualmente. Ha sido el aprendizaje más útil. Gracias Pilar. Y también a Cuqui Valero que me ha informado de una nueva lavadora con un magnífico programa de 15 minutos en frío. Aprendizaje útil.
Conchita López me ha puesto en pista de un escritor estupendo, un griego crecido en Suecia, que escribe muy bien de su Grecia de Origen: Theodor Kallifatides. Ha publicado más de 40 libros de ficción, ensayo y poesía, traducidos a varios idiomas. Nació en Grecia en 1938, y emigró a Suecia en 1964, donde consolidó su carrera literaria. Ha traducido del sueco al griego a grandes autores como Ingmar Bergman y August Strindberg, así como del griego al sueco a Yannis Ritsos o Mikis Theodorakis.
Claro que yo me he centrado en la escritora belga Amélie Nothomb, cuyas novelas cortas entretienen y sumergen en cierta atmósfera surrealista. Baronesa, Fabienne Claire Nothomb, más conocida como Amélie Nothomb, nació en Kobe (Japón) en 1967. Pasó su infancia y adolescencia en Extremo Oriente, principalmente en China y Japón, donde su padre fue embajador; en la actualidad reside en París. Se ha convertido en una de las autoras en lengua francesa más populares y con mayor proyección internacional. Anagrama ha publicado la mayoría de sus novelas, de las que yo ya he leído diez, todas ellas de la biblioteca municipal escurialense:
El sabotaje amoroso (Premios de la Vocation, Alain-Fournier y Chardonne), Estupor y temblores (Gran Premio de la Academia Francesa y Premio Internet, otorgado por los lectores internautas), Metafísica de los tubos (Premio Arcebispo Juan de San Clemente), Ni de Eva ni de Adán (Premio de Flore), Ordeno y mando, Viaje de invierno, Una forma de vida, Matar al padre, La nostalgia feliz, Pétronille, El crimen del conde Neville, Golpéate el corazón, Los nombres epicenos, o Primera sangre (Premio Renaudot). La admiro. Ella figura con su imagen en todas las portadas de sus libros, vestida de distintas formas.
Pero el libro que realmente me ha impactado ha sido el del alemán Georg Gänswein: “Cómo la Iglesia Católica puede restaurar nuestra cultura”.
4 comentarios:
Los que que de verdad hemos aprendido y disfrutado somos tus lectores. Muchas gracias por un verano tan refrescante. Si ves a Ioana Zlotescu dile que le mantengo el cariño, aumentado por los años. Nos vemos. Pedro
El verano, para algunos de nosotros, no es una estación para descansar, que también, sino, fundamentalmente, para recuperar y preparar el nuevo curso. Porque para los que trabajamos y vivimos la cultura, los años siguen siendo cursos. En esto no hemos abandonado el planteamiento vital de aquellos tiempos de la enseñanza primaria y secundaria. Sí, se trata de seguir aprendiendo, y esto ya sí es continuo, y organizando el saber y el pensamiento. Para muchos, sin embargo, el verano es una etapa de intenso trabajo, como ocurre en el sector de la hosteleria, que tanto ayuda a esos recuerdos de los que nos habla Julia en La Mirada Actual. Una nota de agradecimiento para ellos. No debemos olvidar que, en amplios sectores de la población, previo a vivir, es sobrevivir. Y aquí no hay estaciones. Los que tenemos el privilegio o la elección de dividir el año, debemos no olvidar que, para que el mundo se mueva y nosotros con él, las funciones y los papeles están repartidos. Cuando tomemos un café a la sombra de un castaño no olvidemos nunca quien lo plantó. Ni quien recolectó el café. Gracias, Julia, por tu esfuezo y acompañarnos, que es tu vocación de periodista y escritora --- y qué bien ejercida --- pero también es un trabajo.
Cuca Berenguer Berenguer: Interesante tu artículo.
A mí tb me gusta la gente de la que aprendes cosas prácticas y útiles.
Julia Marina : Da gusto contigo porque siempre aprendo algo nuevo . Gracias !!!!
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