Josefina Rodríguez de Sanjurjo y López-Salgado
por Afonso Monxardin
05.09.2024.- Orense.- El día 4 dejó este mundo, a los 102 años de edad, Josefina Rodríguez-Sanjurjo López-Salgado, hija del intelectual introductor de las vanguardias en Ourense, Primitivo Rodríguez Sanjurjo, con su revista “La Centuria”. Había nacido Josefina en Seattle (Washington) mientras su padre, el vanguardista y atractivo Primitivo trabajaba como lector de la Universidad local, sin duda con el apoyo de su suegro, el magistrado y discreto escritor costumbrista lucense, tan enraizado en el Ourense de las primeras décadas del XX, Francisco Salgado López-Quiroga. Fue acristianada como “Josephine”; para huir del estigma latinoamericano, pero asumió la forma Josefina, años después de establecerse en España.
Francisco Salgado tuvo tres hijas, Raquel, Lía y Sara, a as que las que pretendían los muchachos intelectuales de Ourense del tránsito entre la década del 10 y del 20 del siglo pasado. Pero fue Primitivo el único que consiguió a una de ellas, casándose con Raquel, con quien vivió la aventura americana de seis años (1920-26) antes de volver a la península e integrarse con el apoyo de los amigos, como profesor en la enseñanza media.
La vida de Josefina no fue fácil, en parte por la personalidad compleja del padre, pues como buen vanguardista fue raro entre los raros, moderno entre los modernos, y tan próximo afectivamente a Otero Pedrayo o Vicente Risco, como distante de sus ideas galleguistas.
Josefina, después de pasar su juventud en Lugo, y al poco de la muerte de su padre, en 1947, se trasladó a vivir a Madrid, junto con la madre y las dos tías maternas, profesionales en Madrid. Las cuatro vivieron en armonía sin tener ninguna descendencia, por lo que Josefina concentró unas herencias materiales con las que fue considerablemente disipada, incluida la magnífica biblioteca del padre, con libros dedicados y cartas de sus amigos Unamuno, Rubén Darío, Rafael Cansinos Assens, Margarita Xirgu, Roso de Luna, Otero Pedrayo, Vicente Huidobro, etc.
Ya de muy mayor, entra en contacto con la escritora, periodista y crítica de arte, Julia Sáez-Angulo, quien será realmente su apoyo más cercano en los últimos años de vida. Gracias a Julia los restos -aún importantes- de aquel fondo que la Diputación de Ourense no quisiera adquirir en 1991, fueron parar a la Real Academia Gallega, por donación firmada de 2013.
Desde hace unos años vivía en una residencia en el Escorial donde la visitaban asiduamente Julia y el vicario de la parroquia, el lusitano Juan Carlos Peixoto, quien la acompaño y confortó en sus últimos momentos. Descanse en paz.
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