sábado, 5 de octubre de 2024

Albano en «Frieze Sculpture». Recogiendo el testigo de Miró, Plensa y Barceló

Albano Hernández, artista visual

Tomás Paredes, crítico de arte


5 de octubre de 2024

        Texto de Tomás Paredes

    Que uno de los nombres jóvenes del arte español en el ámbito internacional, Albano Hernández, esté entre los veintisiete artistas de todo el mundo, seleccionados por la conocida comisaria Fatoş Üstek para participar en la prestigiosa muestra londinense, es una noticia que debería afectar a distintos sectores de nuestra vida cultural por la importancia intrínseca de su elección.

    Londres sigue siendo una luminaria para el arte en el Mundo, a pesar del Brexit y otras torpezas de políticos erráticos. Con más de veinte ediciones, Frieze Sculpture se ha consolidado como la cita anual imprescindible para los anantes del arte, coleccionistas de toda laya, galerías y casas de subastas, haciendo de Londres el epicentro global del arte en el arranque de cada temporada. Las ferias de arte contemporáneo se han convertido en lugar compartido para mostrar y en el espejo donde se miran todas las experiencias.

    No es fácil estar en el meollo de este deslumbrante encuentro, pero Albano Hernández, Ávila 1988, lo ha logrado, tras una carrera orientada y valorada, por profesionales y coleccionistas. Es innegable el atroz liderazgo del coleccionismo en la actualidad.  Albano es el cuarto artista español seleccionado para Frieze Sculpture a lo largo de su existencia, tras Joan Miró, 2013; Jaume Plensa, 2014, 2017 y 2019; y Miquel Barceló, 2017.

    “The Shadow” / La sombra, es la pieza con la que Albano concurre; una idea que conceptualiza a través de una sombra, pintada en el césped del mítico Regent Park. Obra concebida para esta ocasión y este lugar, que desborda géneros y técnicas, emergiendo como un híbrido de escultura y pintura. La limpidez del proceso y la belleza del resultado no ocultan la conciencia ecológica del autor y su compromiso en el movimiento residuo cero.

Albano, respondiendo a la invitación para su participación en Frieze Sculpture, crea una escultura con ecos lúdicos en los jardines ingleses, que no se eleva sobre la superficie ni la perfora, sino que, ahondando en las cuevas del concepto, privilegia una mirada mítica y mística, inaugurando su faceta de escultor de lugares. Utiliza material no tóxico para perfilar en el césped la sombra del árbol liquidámbar (Liquidambar styraciflua), especie documentada y traída a Europa por el naturalista español Francisco Hernández de Toledo, s. XVI, bajo el reinado del egregio Felipe II, aunque los estudios y referencias del estudioso no se publicaran hasta finales del s.XVII.

    Sabemos, por otra parte, que, en 1618, introdujo en Inglaterra el liquidámbar el botánico John Banister, enviado al Nuevo Mundo por el obispo Henry Compton, quien lo mandará plantar en los jardines del palacio episcopal de Fulham. Se trata de un árbol aromático que produce una goma fragante y que en otoño sus hojas adquieren unas maravillosas cromías, que son envidia de las flores.

    Albano Hernández, centrado en su proceso conceptual, destaca los protagonistas no humanos del jardín inglés. Establece asociaciones de ideas entre lo natural y lo simbólico, resaltando la relevancia de las sombras en la Historia del Arte -desde el mito de la caverna platónica-, que vertebran este trabajo en clave poética, respetando al medioambiente, haciendo dialogar luces y sombras, ilusión y realidad, materiales orgánicos e industriales.

    ¡Preciosa idea la búsqueda de las percepciones y sensaciones, que ofrecen las sombras! Plinio el Viejo recuerda a la muchacha de Corinto, que, enamorada, para conservar fresca la imagen de su amado, trazó su silueta partiendo de su sombra. Hecho que se ha tenido siempre por el origen de la pintura. Robar el alma de la imagen para ahormar un hito icónico, hacer de la huella un sentimiento.

    Víctor I. Stoichita, en Breve historia de la sombra, Siruela 1999, relaciona la sombra con el origen de la pintura, además de desplegar una calántica de belleza relativa a este abanico de percepciones. También María Zambrano tiene el hermoso poema, “Ni brisa ni en sombra”, donde solicita que actúe no la muerte, sino su sombra, enalteciendo el señorío de la luz y la fuerza de la sombra, con su impecable incisión en otros mundos.

    El martirizado poeta rumano Lucian Blaga publicó Poemas de la luz, en cuyo final coloca “Piedras del tiempo”- unos aforismos que cierran ese volumen-, asegurando: “Es verdad que las sombras se parecen a la oscuridad, pero son hijas de la luz”. Así, este The Shadow expresa un mensaje de luz por medio de su sombra verde, sobre otras edades del verde, marca de la obra albaniana, que con esa gama comenzó deslumbrando con una solercia y un desparpajo que le han acompañado a lo largo de su corta carrera y que rehabilita a cada instante.

    El arte en esta vertiente no se dirige tanto a la creación de belleza, que también, cuánto a la recuperación de un sentido originario del símbolo, propiciando otra modalidad de invención.  Resaltando en palabras de Howard N. Fox: “esa propensión que tienen las obras en las artes visuales a revelarse, en la mente del espectador, como una cosa distinta de lo que se sabe empíricamente que son”. Es decir, la sombra que vemos cobija una sucesión de acciones que orientan la percepción y la conciencia del observador.

    En el catálogo de la exposición de los futuristas en la Sackville Gallery, 1912, afirma Boccioni: “la simultaneidad de los estados de ánimo en la obra de arte: ese es el contagioso objetivo de nuestro arte”. Cómo se ve, estando en el siglo XXI, los artistas visuales no pueden olvidar de dónde vienen. Ahora, como en aquella eclosión de vida y renovación estética que propusieron los futuristas, los estados de ánimo del creador se reflejan tanto en el proceso como en el resultado final.

    Al modo de Robert Smithson, comentando el homenaje a Tatlin, “Mouvement 7” de Dan Flavin: “El tiempo se convierte en un lugar al que se le resta el movimiento”. Cuando se tiene capacidad de imbricar todos los tiempos en un mismo tiempo se está ahormando un presente eviterno, se está configurando un momento para la eternidad, por fugaz que sea su presencia material. Lo hizo T.S. Eliot en La tierra baldía y lo repite Albano Hernández con The Shadow.

¡Que uno de sus artistas jóvenes participe en esta importantísima cita londinense es un reconocimiento para España! Albano se dio a conocer con 18 años, cuando se alzó con la Beca de Investigación Plástica del Premio BMW de Pintura. Completó su formación en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, mientras seguía exponiendo y participando en concursos y premios de pintura en los que brilló con audacia y manifiesta sensibilidad.

    Consiguió ser el más premiado de los jóvenes, en torno a treinta galardones de primer orden, entre ellos: Premio BMW de Pintura, 2012, Premio Obra Abierta, 2015 y Premio Artemisa, 2016. Participó en los encuentros de Eslovenia, dirigidos por el crítico internacional Brane Kovic. Hasta que puso rumbo al Reino Unido, donde se graduó en el Máster de Pintura del Royal College of Art, con el auspicio de Basil Alkazzi Scholarship y la distinción de Hine Painting Prize. Ha participado en numerosas individuales en Europa, ambas Américas, Asia, y en las ferias de Shanghái, Hong-Kong, Singapur, Estambul, Austria, México…

    En Frieze Sculpture está representado por Pi Artworks y con su obra The Shadow, la más importante realizada hasta ahora, deja su impronta de guiños autobiográficos – ¡el verdalbano! – y pone de manifiesto su compromiso con la naturaleza, implicándola en el arte, exhibiendo la esplendidez de su presente y buenos augurios para su futuro.

    Desde sus inicios hasta ahora, sin perder la orientación, su lenguaje ha ido virando de una figuración vanguardista a un expresivo conceptual, donde el proceso rige el influjo de su efecto, concretando los parámetros que ejemplifican la consideración de arte en el presente. Claro, sin renunciar a su leitmotiv, el verde en todas sus gamas, sobre todo ese calentado de sol, que le identifica y la perfección del proceso que determina las percepciones hoy.

En la revista Távola Redonda, nº 20, diciembre de 1962, publica por primera vez Sophía de Mello Breyner su Arte Poética I, que inicia así: “Em Lagos em Agosto o sol cai a dereito e há sitios ande até o chão é caiado. O sol é pesado e a luz leve. Caminho no passeio rente ao muro mas não caibo na sombra. A sombra é uma fita estreita. Mergulho a mão na sombra como se a mergulhasse na água”.

    Sophía de Mello es la diosa de la luz y la madre nutricia de las sombras. Al igual que la poeta portuguesa, los espectadores pondrán su mano sobre la sombra, sobre este The Shadow, como si la metieran en agua y sentirán esa sensación extraña de tocar una realidad, que se desvanece entre las manos, al tiempo que contemplan su presencia. El arte ya no busca la eternidad, sino la explosión efímera y la percepción fugaz como en una perenne performance, donde a pesar de toda novedad tecnológica, el hombre sigue siendo el chamán de la espiritualidad.

The Shadow. Frieze Sculpture 2024

Albano y The Shadow. Frieze Sculpture 2024

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