Julia Sáez-Angulo
Ana Bellido, artista gaditana, tiene una obra hermosa, exquisita, minimalista, de ecos orientales... en la que el papel y el grafismo cobran un protagonismo decisivo, sobre todo en la tercera dimensión. Sus esculturas en papel son formidables. Uno guarda todavía en las retinas sus hermosas “Chimeneas noruegas”, presentadas en Madrid. La artista ha expuesto en Pekín, Madrid, recientemente en el Instituto Cervantes de Marruecos y ha escrito un interesante libro sobre el grabado no tóxico. Después de terminar la carrera de Bellas Artes en Santa Isabel de Hungría –Sevilla- se dedicó a viajar y conocer museos y galerías de arte de toda Europa. Quería impregnarse en directo de lo estudiado en los libros. “Me causó especial impresión la primera vez que tuve delante un cuadro de Van Gogh”, cuenta.
Su estilo refinado ha requerido, “horas, días y años de trabajo”. Empezó por la figuración, luego pasó al expresionismo, para llegar al expresionismo abstracto y minimalismo actual. Sus esculturas de papel traen ecos de Extremo Oriente.
Del grabado le atrajo “Su dificultad. El reto que supone. La mezcla de taller, con su alquimia, y el proceso creativo.¿Sabe el placer que supone ese momento en el que se levanta el papel y se ve el resultado final de la estampa?”, pregunta retóricamente con asombro.
El grabado no-tóxico en la escuela
Hablamos del placer de la docencia: “Por un lado la investigación que supone escribir un libro como El Grabado no- tóxico en la escuela, en una España donde la mayoría de los talleres seguía los procesos tradicionales y poco ecológicos en la realización de los grabados. Por otro, el placer de transmitir conocimientos a personas que los reciben con entusiasmo. Cuando uno da clases – lo aseguro- también aprende”.
“El libro El Grabado no- tóxico en la escuela surgió de la idea de poder impartir clases de grabado dentro de cualquier tipo de escuela, sin los inconvenientes que para los alumnos conllevaba el uso de materiales peligrosos para la salud y el medio ambiente. En el libro se explican las distintas técnicas de grabado usando materiales no tóxicos. La mayoría de ellas son novedosas, otras en cambio, aún siendo tradicionales están contempladas en el mismo debido a que su buen uso no reporta daño alguno para la salud. Lo he escrito con un lenguaje claro y sencillo con el fin de que pueda ser comprendido por aquel que se interese por el mundo del grabado, sin que sea necesario tener ningún conocimiento previo en la materia”.
El cambio de Ana Bellido (Cádiz, 1966) desde Andalucía a Madrid el 2000 tuvo sus matices plásticos “aunque, no existe un cambio realmente. Mi vida, en los últimos años es un devenir. He trabajado en distintos lugares y me he adueñado de la luz y la energía de cada uno de ellos”. Málaga, Arshila (Marruecos), La Habana, Berlín, Madrid... lugares que tienen eco en los títulos de sus obras como Cartas de amor desde La Habana o Cartas de amor desde Berlín.
China ha sido factor clave en su última serie y exposición. Bellido ha aprendido de Oriente “que la vida es un río que fluye, y hay que dejarse llevar por él. Mi estancia en China me ha proporcionado calma y una nueva visión plástica de la realidad”.
Caligrafía misteriosa en China
A la disyuntiva de la caligrafía o el color dice: “Déjeme que te cuente algo. Allá en la galería de Pekín, buena parte de mi público, chino por supuesto, se quedaba absorta y perpleja intentando descifrar qué mensaje escondía aquella caligrafía posiblemente de una zona remota de China. Era mi lenguaje inventado”.
Algunos comentaristas dicen que el futuro de los coleccionistas y museos está en China, pero Ana Bellido replica: “Confío en que no. Es verdad que ahora hay una moda por el consumo de obras de autores chinos contemporáneos, pero supongo que con el tiempo esto se calmará. Los escasos coleccionistas chinos están comprando obra a sus paisanos. Supongo que en China faltan colecciones de arte chino para chinos”.
Sobre proyectos futuros cree que “aún me queda por destilar lo aprendido en Pekín. De aquí al 2010 presento dos individuales, una en Madrid y otra en China. En lo personal, Juan, mi bebé es mi mejor obra. Esa que surge de la espontaneidad”. Ana Bellido está casada con el actor Bruto Pomeroy y el mundo del cine le resulta cercano. Algunos de sus cuadros figuran en películas.
Entre las reflexiones que le merecen los museos estima que “les sobra público. El museo ha pasado de ser un sitio muerto, a un lugar masificado por la moda. El Museo del Prado sigue siendo mi favorito”. Y entre los cuadros que le han absorbido la visión y la mente, la autora selecciona “La tempestad” de Oscar Kokoschka.
Ana Bellido cree en la interacción de las artes como algo “muy positivo. Ha dirigido una serie de documentales sobre pintores de primera línea, españoles vivos. Mi relación con ellos me esta haciendo crecer mucho. La lectura es también fuente de enriquecimiento y la pintora destaca varios títulos, entre otros, Narciso y Goldmundo o Sidharta, ambos de Herman Hesse, y también Sinué el egipcio de Mika Waltari.
Han pasado algunos años desde la primera exposición de Ana Bellido: “con once años hice la primera. La sutileza y levedad de la pintura y escultura de Ana Bellido hace de ella uno de los nombres más a tener en cuenta en el panorama del arte.
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