04.07.2010.- Madrid.- Pese a que los movimientos artísticos en arquitectura, pintura y escultura han tendido siempre a prolongarse y homologarse de alguna manera en Europa y América, -ámbitos clave de Occidente-, lo cierto es que siempre se han podido rastrear ciertas “invariables castizas”, por utilizar la terminología del profesor Chueca Goitia. El argentino Damián Bayón, crítico y estudioso del Arte, así lo reconocía igualmente en nuestras entrevistas y conversaciones en el París de los años 70 y 80, en el que artistas como Antonio Seguí y Fernando Botero también residían en la capital francesa.
Ciñéndonos al arte latinoamericano moderno y contemporáneo se ha podido comprobar con más intensidad esa línea firme de comunicación entre los artistas latinoamericanos y los europeos, vía París fundamentalmente, pero también Madrid y Barcelona a primeros del XX. El contacto con el arte norteamericano de los Estados Unidos, en líneas generales, vendría algo más tarde.
Claro que, al mismo tiempo que el artista latinoamericano profesional se formaba y miraba a los grandes maestros del pasado inmediato o del presente, contemplaba su geografía y circunstancia, lo que le llevaba a gestar una obra conectada con la sociedad inmediata en la que se encontraba inmerso. Todo ello, más allá de los lenguajes identitarios, es lo que los hacía singulares. La reivindicación política y social ha sido una de las constantes de buena parte del arte que nos ocupa.
Ahí está el caso de los muralistas mexicanos, Diego Rivera, José Clemente Orozco o David Alfaro Sequeiros -alguno de ellos como Rivera estuvo en Madrid y París. Su trabajo en el campo del mural reivindicativo en lo social y en lo político, en lo revolucionario de las primeras décadas del XX, les otorga una diferenciación y gran valía testimonial, además de estética, formal y ética. El muralismo mexicano fue tan potente, que, por fuerza, tuvo que ser “asesinado” por la siguiente generación de artistas, obligados a “matar al padre” para hacer un quiebro necesario en la continua metamorfosis del arte. Rufino Tamayo y Juan Soriano, serían el exponente más claro de ese escape al mismo tiempo que enlace y continuidad. El caso de Frida Khalo es aparte y su cotización –quizás hiper-valorada- responde a otros parámetros de interés en lo auto-referencial.
Ni que decir tiene, que dentro de las corrientes generales de los movimientos artísticos, los nombres propios del arte latinoamericano han alcanzado reconocimiento internacional en el circuito artístico. El constructivismo geométrico dio un alto do de pecho en las artes plásticas. Argentina, Venezuela, Colombia y Brasil han aportado nombres célebres como Julio Le Parc, Jesús Soto, Negret, Gego... Un movimiento con certeras raíces en la escuela del Sur del catalán/uruguayo Joaquín Torres García.
Damián Bayón subrayaba la importancia de las subastas especializadas de arte latinoamericano en las grandes firmas de licitación en Nueva York; era una manera clara de informar y potenciar el arte de los artistas latinos de cara a coleccionistas públicos y privados especializados en este campo. No le daba miedo la posible idea de gueto que pudieran sufrir estos artistas, subrayaba más bien la llamada de atención hacia los mismos, para un circuito interesado en el concepto y la forma de los creadores latinos.
Bayón admiraba las diversas colecciones norteamericanas de arte latino, especializadas o no en algún movimiento concreto y se sorprendía de que en España no se hiciera una colección institucional semejante, algo así como un anexo al Museo de América con los artistas de nuestros días.
Dos colecciones de interés: Daros en Zurich, FEMSA en México
Ciertamente el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, que absorbió las colecciones del anterior del Museo Arte Moderno sito junto a la Biblioteca Nacional, cuenta hoy con un buen plantel de obras de artistas latinos, que paulatinamente van cobrando el protagonismo de primer rango que merecen en la Historia del Arte y en el presente, por creatividad y pensamiento. Dos de los premios Velázquez, concedidos por el Ministerio de Cultura los han obtenido nombres señeros como el mexicano Juan Soriano (2005), el brasileño Cildo Mereiles (2008) y la colombiana Doris Salcedo (2010), que ha expuesto recientemente en la Tate Gallery de Londres.
España presta una atención cada vez más intensa al arte latinoamericano y sus manifestaciones pueden verse sistemáticamente en la Casa de América o en las distintas fundaciones como Telefónica, BBVA o Santander, que traen conjuntos de obras de arte latinoamericano articulados en exposiciones. Recientemente se han podido ver piezas, procedentes de la colección Daros de Zurich o de la colección FEMSA de México, ambas centradas en el arte latino. La Feria de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid ha llevado a cabo ediciones con atención primordial al arte latino, e incluso con invitaciones singulares a ciertos países de la región, como fue el caso de México. También la alemaa Colección Würth, con varios museos en Europa, cuenta con buenas firmas latinoamericanas y prepara una exposición sobre "La modernidad mexicana" para 2012, dado que son numeosos los artistas de México que figuran en sus fondos.
La Sala Zuloaga de Fuendetodos (Zaragoza) también ha presentado en 2010 una muestra de artistas y grabadores de Guatemala, realizados en el taller madrileño de Juan Carlos Melero, donde se han llevado a cabo dos hermosas series de grabados del genial octogenario guatemalteco Efraín Recinos: Murales censurados y Murales cubistas.
En galerías privadas españolas se han podido ver otros muchos nombres latinoamericanos que van desde el pintor brasileño Paternosto al fotógrafo Julio Grimblat o Los Carpinteros cubanos, por citar algunos de los más recientes. Lo mismo cabe decir de las ferias Art Madrid, JustMad/MadMadrid; ArteFaim, Estampa –donde arrasa la argentina Cristina Santander- y otras, además de la principal ARCO.
En 2001 se creó el Museo Latinoamericano de Buenos Aires, MALBA- Fundación Constantini, una apuesta clara y sin complejos para poner de relieve el arte contemporáneo de una gran zona geográfica, que comparte inquietudes y lenguajes, en la más absoluta diversidad. Con vocación abierta, acoge movimientos y tendencias de distinto orden, con materiales y soportes sin límite: pintura, escultura, collage, dibujo, obra gráfica, fotografía, arte del objeto o instalaciones. La región que abarca, va desde Argentina a los Estados Unidos de México en el norte del continente americano, pasando por el Caribe. También la obra de artistas latinoamericanos que se lleva a cabo fuera de la zona. Una apuesta regional amplia y centrada que permite hacer un museo con un hilo conductor propio, como recomienda últimamente el ICOM a los museos, para que no se parezcan unos a otros como dos gotas de agua.
Nueva York y Londres, dos ciudades interesadas
A las subastas con cifras elevadas en los remates de arte latinoamericano (Wilfredo Lam, Roberto Matta, amén de los muralistas y Khalo), Nueva York ha añadido la Feria de Arte Latinoamericano , reconocida como la más importante en su género por el mismo MOMA y a ella se ha sumado Londres, por vez primera en 2010, con otra Feria de Arte Latinoamericano de 35 stands, dirigida por Diego Costa Peuser, Mauro Herlitzka y Alejandro Zaia. No deja de ser curioso que las dos ferias se den en las dos ciudades con más mercado para el arte contemporáneo.
Entre los nombres que se han visto en estas ferias, además de los modernos –-clásicos y citados- se han podido ver los más recientes o emergentes de Leopoldo Maler, Marta Minujin, Esteban Lisa, Magdalena Murúa, Ricardo Cinalli, Arturo Herrera, Fabián Marcaccio, Damián Ortega, Alexandre Arrechea, Emilio Chapela, Paternosto o Lucía Maldonado.
Odalys Casa de Subastas, con sedes en Caracas y Madrid tiene en su filosofía incluir siempre un buen plantel de artistas latinoamericanos, conciente de su valor en alza. Por su parte, el artista dominicano Fernando Ureña ha creado el Museo de Arte Latinoamericano, un catálogo extenso de nombres, que responde a una voluntad informativa amplia de los creadores latinos de distintas nacionalidades. ( http://www.latinartmuseum.com/ )
España es residencia continuada de muchos artistas latinoamericanos, que desean pasar unos años en este país, origen en más de un caso de sus propios ancestros. La mayoría de ellos goza de la doble nacionalidad como la colombiana Consuelo Vinchira; los venezolanos Pedro Sandoval y Raúl Fuentes; la argentina Lidia Buente; los cubanos Andrés Puig, Waldo Ballard y Carlos Boix; el chileno Muñoz Vera; el panameño Julio Zachrisson; el guatemalteco Juan Francisco Yoc… entre otros.
Estos son algunos apuntes sueltos sobre la importancia que va cobrando el arte latinoamericano en el circuito artístico internacional y en el de España en particular.
La exposición Sinergias, con su adecuado planteamiento, se suma a ese escaparate y reconocimiento de un arte que cada día se integra más y mejor en las corrientes internacionales, si bien merece una atención pormenorizada para rastrear esas “invariables” apuntadas, para conformar colecciones públicas y privadas con características regionales propias o, simplemente para poner foco en unos creadores muy particulares llenos de talento en sus indagaciones y obras.
La Fundación Fondo Internacional de las Artes, FiART y la Secretaria General Iberoamericana, SEGIB, han estado acertadas al concebir y apoyar Sinergias, así como los museos MEIAC y MACUF de Badajoz y A Coruña, respectivamente al mostra la exposición.
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