miércoles, 5 de octubre de 2011

Edith Wharton reflexiona sobre el cuento y la novela en “Escribir ficción”




“Escribir ficción”
Edith Wharton
Traducción y Prólogo.
Amalia Pérez de Villar
Editorial Páginas de Espuma
Madrid, 2011 (172 pags.)







Julia Sáez-Angulo


Reflexionar sobre la propia escritura es tarea que en un momento u otro llevan a cabo los narradores o poetas, en lo que tiene de docencia y transmisión de experiencias literarias propias. Edith Wharton (Nueva York, 1862) lo hizo en una serie de ensayos recogidos bajo el título “Escribir ficción”, que publica Páginas de Espuma. Sus consideraciones literarias se unen así a las de autores célebres como Antón Chejov, Mario Vargas Llosa o en España, la académica Soledad Puértolas.

Seguidora de Henry James, Edith Wharton es la primera mujer que mereció el premio Pulitzer en los Estados Unidos y entre sus obras se encuentran su reconocida “La edad de la inocencia” (1920), su compilación de cuentos “Vieja Nueva York” (1924), Ethan Frome (1911) o “El valle de la decisión” (1902).

Los apartados del libro de Wharton en el índice son: Contar un cuento; Construir una novela; Personaje y situación en la novela y Marcel Proust. En una segunda parte escribe sobre “El vicio de leer”, que se complementa con una amplia reseña bibliográfica. El oficio de escribir es duro, la página en blanco puede ser un trauma, pero algunos, como señala Amelia Pérez de Villar en el prólogo, lo hacen especialmente dramático en sus declaraciones como Pessoa, Hemingway o Flaubert.

Escribir bien es muy difícil, por lo que exige una continua atención y corrección de la escritura, después de haber leído mucho, de haber aprendido el oficio a través del conocimiento de la gramática y la sintaxis. El prólogo se abre con una cita de W. Burroughs en la que se pide atención, “ojos abiertos” del escritor ante el mundo que le rodea.

La forma y el estilo

Wharton aborda el tema de la forma y el estilo, claves para una narración que desea ser considerada literaria. “El estilo es el ingrediente más personal en la combinación de los componentes de los componentes de los que está hecha cualquier obra de arte. Las palabras son la representación física del pensamiento...”

La escritora americana da importancia al tiempo para que la masa de la escritura fermente y permita una nueva revisión. Las prisas y los atajos no son buenos. Nada peor que una escritura precipitada. Cada escritor aporta su visión y eso es algo irremplazable. Cada autor tiene su mundo y visión del mismo, por lo que poco importa el tema sino el punto de mira que enriquece la visión.

La ensayista arremete contra la moda, el temor a no ser original, aboga por la precisión y sencillez del lenguaje y aplaude la ironía y el ligero sarcasmo en lo que ella era maestra. Para el cuento, la autora señala el “preciosos instinto que hace posible la selección” y que se destila con paciencia infinita.

La cuestión de la verosimilitud es también abordada por Edith Wharton y recuerda que “James buscó el efecto de la verosimilitud ajustando rigurosamente todos los detalles de su retrato al tamaño y a la capacidad del ojo que los miraba”. El punto de vista es importante y a la escritora no se le escapa un aspecto del arte de narrar para transmitir y conversar con los jóvenes escritores o alevines de la narración. Fabular en literatura es un oficio y un arte. Wharton ha sido una de sus mejores artífices.

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