“Rubens. Vertumnus and Pomona
And the Coger Summer Apartments
At the Alcazar de Madrid”
Matías Diaz Padrón
Madrid, 2009
Julia Sáez-Angulo
El profesor Matías Díaz Padrón, experto en Pintura Flamenca y conservador de la misma en su día, en el Museo del Prado, ha llevado a cabo una exhaustiva investigación sobre el cuadro “Vertumno y Pomona” del pintor holandés Pedro Pablo Rubens, que se encontraba en los apartamentos bajos de verano del Alcázar de Madrid. La citada pintura fue un cuadro que entusiasmó a artistas y mecenas de su tiempo. El libro del profesor Días Padrón ha sido traducido al inglés.
Los apartados del estudio del libro “Rubens. Vertumno y Pomona” comprenden entre otros temas: Rubens y la Corte Española de 1603; El despacho del rey. Los inventarios de 1666, 1686, 1700 y 1703; La habitación donde come la Reina; Breve examen de la fábula de Vertumno y Pomona en España; Testigos relacionados con Rubens y la Pintura; Publio Ovidio Naso. Las Metamorfosis; A imitación de las estatuas; Inventarios del Alcázar de Madrid; el Palacio Real de Madrid; El testamento de Carlos II...
Pomona era, en la mitología romana, la diosa de la fruta, y por extensión de los árboles frutales, los jardines y las huertas. Era una diosa únicamente romana, y se asocia generalmente con la abundancia, particularmente con la floración de los árboles —en oposición a la cosecha— y además de las frutas, también lo era del olivo y de la vid.1 El cuchillo de podar, o la hoz, fueron sus atributos. Detestaba la naturaleza salvaje y prefería los jardines cuidados: ninguna deidad conocía como ella el arte de su cultivo y el de los árboles frutales. Pomona no sentía ninguna atracción por los hombres, a pesar de ser requerida por todos los dioses campestres.
Fábula de la mitología romana
La historia del mito de Vertumno y Pomona narra según Ovidio, que Pomona habría sido asediada por varias divinidades de la selva, entra ellas lo sátiros, pero sólo el dios Vertumno la habría amado de veras, la habría cortejado largamente y al final se habría unido a ella. Según el historiador británico Herbert Jenning Rose, esta historia sería solamente una invención pura y simple de Ovidio o de cualquier otro escritor relativamente tardío.
Pomona, aislada del mundo, solo consentía que algunas personas pudieran acercársele. Al principio, rechazó incluso recibir a Vertumno, divinidad de las estaciones y de los árboles frutales, perdidamente enamorado de ella, pero acaba por ceder a sus pretensiones. Éste se valió de una ardid para acercarse y hablarle: disfrazado como una vieja mujer, fue a felicitarla por las frutas de sus árboles y la abrazó de buen corazón. Entonces, le mostró un olmo enlazado por una vid y comenzó a defender la causa del amor. Luego, le contó la historia de amor de Anaxárate.
Anaxárate era una muchacha chipriota de la sangre real de Teucro Telamónida que fue amada con demasía por el joven humilde Ifis; tanto así que éste acabó ahorcándose a la puerta de su casa por el dolor que sentía del rechazo de la princesa. Antes de exhalar su último aliento pidió venganza a los dioses y una fama inmensa. Afrodita, para complacerlo, transformó a Anaxárate en una estatua de piedra mientras estaba observando por curiosidad los funerales del desgraciado muchacho, la cual todavía se ve en uno de sus templos: se la conoce con el nombre de la Contemplante.
Al fin, viendo a Pomona fascinada por la historia, Vertumno le mostró su verdadero rostro, resplandeciente de juventud y salud. Pomona no pudo resistirse y aceptó su amor.
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