Julia Sáez-Angulo
El clérigo Fray Téllez, que utilizó el seudónimo de Tirso de
Molina (Madrid, 1584 – Almazán (Soria), 1648) dejó una serie de obras de teatro
que figuran entre lo mejor de lo escrito en el Siglo de Oro español. “La mujer
por fuerza” es una de ellas. En versión de Amaya Curieses y dirección de José
Moya, la obra se interpreta en el Teatro Guindalera hasta el 29 de julio
próximo.
Como intérpretes figuran José Bustos, Alicia Rodríguez, Álex
Tormo, Alicia González, Chiqui Maya, Ana Alonso, Iria Márquez y José Carrasco. Tony
Madigan actúa con música en directo y José Miguel López Sáez es el autor del
diseño de Iluminación.
No hace mucho que la Compañía del Teatro Clásico puso en
escena esta obra que ahora, con la singular adaptación de Curieses y la
dirección de Maya, cobra un ritmo trepidante de farsa o vodeville, con todos
los ingredientes de enredos, mentiras, apariencias, suposiciones y puertas de
escape para agilizar los mutis que los facilitan. Todo ello sin perder el aroma
de teatro clásico y su conseguido humor.
Atrás quedó la seriedad de la puesta en escena del teatro
español del XVII, en el que los franceses entraron a saco con fortuna, entre
otros Molière. La representación de la
compañía de José Maya en el Teatro Guindalera es un prodigio de gestualidad y
humor en un tema como es la suprema invención que se coloca ante la perplejidad
de un inocente, hasta el punto de que a veces se pierde un poco el teatro de la
palabra, sobre todo en las secuencias cómicas y silenciosas del sastre.
José Maya parte de una buena comedia clásica y le da una
vuelta de tuerca para lograr la hilaridad del público y lo consigue. La hábil
Finea envuelve de tal manera al conde Federico que la locura lo envuelve, al
tiempo que los hechos no parecen darle la razón por las apariencias dominan la
aventura. Las mujeres ingeniosas y audaces son muy de lo autores dramáticos del
teatro clásico.
Un subrayado especial merece la música en directo de Tony
Madigan, que acentúa el humor de la situación con ráfagas de guitarra, algo que
en ocasiones hace innecesarias las muecas excesivamente histriónicas de algunos
actores. La música en esta obra es fundamental. Con razón dijo Antonio Muñoz
Molina que la ventaja del cine sobre la novela estaba en la música.
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