lunes, 25 de junio de 2012

Tirso de Molina y “La mujer por fuerza” en el Teatro Guindalera




Julia Sáez-Angulo


         El clérigo Fray Téllez, que utilizó el seudónimo de Tirso de Molina (Madrid, 1584 – Almazán (Soria), 1648) dejó una serie de obras de teatro que figuran entre lo mejor de lo escrito en el Siglo de Oro español. “La mujer por fuerza” es una de ellas. En versión de Amaya Curieses y dirección de José Moya, la obra se interpreta en el Teatro Guindalera hasta el 29 de julio próximo.

         Como intérpretes figuran José Bustos, Alicia Rodríguez, Álex Tormo, Alicia González, Chiqui Maya, Ana Alonso, Iria Márquez y José Carrasco. Tony Madigan actúa con música en directo y José Miguel López Sáez es el autor del diseño de Iluminación.

         No hace mucho que la Compañía del Teatro Clásico puso en escena esta obra que ahora, con la singular adaptación de Curieses y la dirección de Maya, cobra un ritmo trepidante de farsa o vodeville, con todos los ingredientes de enredos, mentiras, apariencias, suposiciones y puertas de escape para agilizar los mutis que los facilitan. Todo ello sin perder el aroma de teatro clásico y su conseguido humor.

         Atrás quedó la seriedad de la puesta en escena del teatro español del XVII, en el que los franceses entraron a saco con fortuna, entre otros Molière. La representación  de la compañía de José Maya en el Teatro Guindalera es un prodigio de gestualidad y humor en un tema como es la suprema invención que se coloca ante la perplejidad de un inocente, hasta el punto de que a veces se pierde un poco el teatro de la palabra, sobre todo en las secuencias cómicas y silenciosas del sastre.

         José Maya parte de una buena comedia clásica y le da una vuelta de tuerca para lograr la hilaridad del público y lo consigue. La hábil Finea envuelve de tal manera al conde Federico que la locura lo envuelve, al tiempo que los hechos no parecen darle la razón por las apariencias dominan la aventura. Las mujeres ingeniosas y audaces son muy de lo autores dramáticos del teatro clásico.

         Un subrayado especial merece la música en directo de Tony Madigan, que acentúa el humor de la situación con ráfagas de guitarra, algo que en ocasiones hace innecesarias las muecas excesivamente histriónicas de algunos actores. La música en esta obra es fundamental. Con razón dijo Antonio Muñoz Molina que la ventaja del cine sobre la novela estaba en la música.

        


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